Varios

Esta cateogría contiene artículos de carácter general.

CONSULTORÍA POLÍTICA: UNA DÉCADA DE PROFESIÓN.

Reflexiones sobre diez años de aprendizaje.

A diferencia de mis anteriores publicaciones, esta vez comparto una reflexión un poco más personal, que no es otra que la celebración de diez años en el ejercicio profesional de la consultoría política. Un artículo en el que, de algún modo, también deseo reafirmar mi compromiso con una profesión que, a pesar de sus desafíos, sigue contando con el potencial de poder generar un impacto positivo en nuestra sociedad.

El 20 de noviembre de 2014, en este mismo blog escribía un artículo que titulaba “MIS PRIMEROS 100 DÍAS”. Reconozco que desde entonces no lo he vuelto a releer y, coincidiendo con este décimo aniversario, lo he vuelto a hacer y, sin lugar a duda, es lo que me ha impulsado a publicar este nuevo artículo.

En aquel entonces, mostraba mi felicidad por emprender un nuevo proyecto profesional. Mostraba mi alegría por contar con un primer cliente, ese que, nunca se olvida y ala que le tienes un cariño especial. También hablaba de la “locura” de emprender una nueva aventura profesional.

Ahora, con la perspectiva que nos da el tiempo y la vida, en aquel momento no podía ni imaginar todo lo bueno, y lo malo, que me ha aportado esta profesión y que, sin lugar a duda, ha resultado ser todo un regalo que me ha dado el destino.

Es que me viene a la memoria el día que, después de varios años de actividad profesional en diversos sectores y niveles de responsabilidad, decidí dedicarme a la consultoría política. Fue como embarcarme en una aventura apasionante, llena de desafíos y oportunidades. Diez años después, puedo afirmar que esta decisión fue una de las mejores de mi vida.

A lo largo de esta década, he tenido la suerte de trabajar en proyectos diversos y desafiantes, tanto en España como en Latinoamérica. Cada experiencia ha sido una pieza fundamental en mi formación como consultor político. He aprendido que esta profesión no se limita a las campañas electorales, sino que abarca una amplia gama de actividades que buscan influir en la opinión pública y construir consensos.

Uno de los mayores aprendizajes ha sido la importancia de la búsqueda de una comunicación clara y honesta porque, en un mundo cada vez más polarizado, la capacidad de transmitir mensajes complejos de manera sencilla y persuasiva es más valiosa que nunca. Además, he comprendido que la consultoría política no es un fin en sí mismo, sino un medio para lograr un objetivo superior: construir sociedades más justas y equitativas.

Ahora que han pasado diez años, y aunque la vida nos recuerda la temporalidad de las cosas, parece que fue ayer cuando inicié esta aventura profesional, ese 1 de agosto del año 2014.

Más allá de un simple proyecto profesional, estos diez años, han supuesto un recorrido lleno de retos, satisfacciones y aprendizajes que, de algún modo, han moldeado toda una trayectoria vital.

Recuerdo con cierta nostalgia cómo, tras completar mi formación, emprendí este camino de manera independiente, guiado por la ilusión de contribuir a la vida política desde una perspectiva crítica y constructiva. Una ilusión que ahora, con el paso de tiempo y mirando hacia el futuro, se mantiene vivo aquel objetivo que me propuse de contribuir con esta profesión a un cambio positivo en la política.

Es por eso por lo que, no me arrepiento de aquel mes de octubre de 2013, cuando decidí cursar un máster en asesoramiento de imagen y consultoría política en la Universidad Camilo José Cela, en Madrid. Una decisión que lo cambió todo y que permitió que me adentrada en el apasionante mundo de la consultoría política.

Y lo he hecho como un profesional autónomo, sin mantener, hasta el momento, ningún tipo de afiliación o vinculación directa con ningún partido político, ejerciendo, desde entonces, mi actividad de forma independiente y con el mismo entusiasmo e ilusión del primer día.

A lo largo de estos años, he tenido la oportunidad de trabajar en diversos proyectos, tanto en España como en Latinoamérica, lo que me ha permitido ampliar mis conocimientos y establecer valiosas relaciones profesionales. Sin embargo, también he experimentado momentos de duda y reflexión, cuestionándome el papel de nuestra profesión en la polarización y la crispación que vivimos en la política actual.

A pesar de estas inquietudes, mi pasión por la comunicación política persiste. Creo firmemente que nuestra profesión puede ser una herramienta para fomentar el diálogo, promover la participación ciudadana y contribuir a una política más transparente y cercana a la gente.

Por ello, me propongo afrontar los próximos años de profesión, una nueva etapa, con una perspectiva renovada. Quiero seguir trabajando en el ámbito de la consultoría política, pero con un enfoque más analítico y divulgativo. Aspiro a colaborar en iniciativas que busquen cambiar el paradigma de la política, promoviendo un discurso más constructivo y respetuoso.

Sea como fuere, lo cierto es que, diez años después de dar mis primeros pasos en este campo, me siento agradecido por todo lo que he aprendido y por las personas que he conocido. Miro hacia el futuro con optimismo y con la ilusión de seguir contribuyendo a un mundo más justo y democrático.

Consultoría política: Superando obstáculos.

En este espacio para la reflexión sobre lo que han sido estos últimos diez años de profesión, puedo afirmar que la consultoría política ha sido una experiencia profundamente enriquecedora. He podido disfrutar de un viaje cargado de aprendizajes y desafíos, que me ha permitido conocer diferentes culturas y establecer relaciones duraderas.

Han sido unos años en los que he tenido la oportunidad y el privilegio de poder participar en una amplia gama de proyectos, desde pequeñas campañas electorales de ámbito local hasta grandes elecciones presidenciales, diseñar y ejecutar acciones de comunicación de gobierno o gestionar situaciones complejas de crisis reputacional, así como redactar discursos o producir contenido para redes sociales. He tenido la oportunidad de hacer todo aquello lo que esta profesión, la consultoría política, centra su cuerpo de conocimiento.   

En este tiempo he apoyado a políticos bien distintos, en España, México o en Guatemala, a enfrentar la realidad con datos y argumentos, aunque esto, en algunos casos, no ha sido bien recibido. Pese a ello, la satisfacción de ver cómo una estrategia bien ejecutada puede invertir el resultado de una elección o mejorar significativamente la imagen de un líder político es una recompensa invaluable.

Cada proyecto, cada desafío superado, ha supuesto una nueva oportunidad para crecer y aprender, es lo que, en verdad, aporta esta profesión.

Sin embargo, no niego que ha habido momentos de cansancio y frustración porque, lo que sí que he podido comprobar en primera persona, es que, esta profesión, exige una gran dedicación y flexibilidad. Desplazamientos constantes, horarios irregulares y la necesidad de priorizar los proyectos de los clientes han sido parte de mi día a día.

Al mismo tiempo, en estos diez años, he sido testigo del deterioro de la política, del auge de la desinformación y de la creciente polarización en nuestras sociedades. Esto ha generado un ambiente de trabajo cada vez más complejo y exigente que, confieso, es quizás lo que ha generado mis mayores momentos de desgaste y frustración profesional.  Asistir en primera persona a este deterioro de la política, a este ambiente de confrontación constante que erosiona nuestras democracias, es quizás lo que más me ha afectado.

En este contexto, he tenido que luchar por hacer valer mi trabajo y mi profesionalidad, lo cual, en ocasiones, ha resultado agotador, pero, a pesar de las dificultades, si algo he aprendido en todo este tiempo es que, la perseverancia y la honestidad son fundamentales en esta profesión.

Quizás por eso, he priorizado siempre el trabajo de mis clientes, dejando en segundo plano mi propia marca personal.  En mi caso, podría aplicarse el refrán ‘en casa del herrero, cuchillo de palo’, ya que he priorizado la gestión de la marca de mis clientes frente a la mía propria, que es lo que, por otra parte, siempre debe de procurar un buen consultor político. Aunque esto me ha restado visibilidad, me siento satisfecho de haber contribuido al éxito de mis clientes. Es de lo que más orgulloso me siento.

En estos diez años, he aprendido que la consultoría política, no es solo una profesión, es una vocación. La perseverancia y la honestidad son fundamentales en este campo, aunque, son valores que en nuestra sociedad parece no gozar de demasiada popularidad. Frene a las dificultades y las decepciones inevitables, la lucha por la verdad y la transparencia siempre me ha motivado.

A pesar de los desafíos a los que hemos de hacer frente, los vividos y los que están por venir, la consultoría política sigue siendo una profesión apasionante, que me ha brindado la oportunidad de conocer a personas increíbles, aprender sobre diferentes culturas y crecer, tanto a nivel profesional como personal.

Aunque todavía tengo mucho por aprender, estoy agradecido por esta década llena de experiencias y aprendizaje.

Consultoría política: Una profesión incomprendida.

La consultoría política es una profesión compleja y exigente, llena de desafíos y satisfacciones. Es una profesión en la que hemos de ser capaces de adaptarnos a situaciones cambiantes, a trabajar bajo presión y a tomar decisiones estratégicas en cuestión de segundos. En muchas ocasiones, quizás más de las que me gustaría, la consultoría política puede resultar una auténtica montaña rusa de emociones.

Durante esta década, además de ejercer la consultoría política de manera independiente, he dedicado gran parte de mi esfuerzo a hacer ver, a los políticos y a formaciones políticas, el valor de esta profesión. Hacerles comprender todo aquello que les puede aportar el apoyo y el asesoramiento de profesionales cualificados y experimentados en el campo de la consultoría política.

Esta otra tarea, ha resultado ser un desafío constante. La resistencia a aceptar la importancia del asesoramiento político profesional e independiente ha sido una barrera significativa y, muchas veces, muy difícil de superar. El desconocimiento generalizado sobre nuestra labor, sobre la propia profesión y los prejuicios sobre la objetividad de los consultores políticos, han dificultado esta tarea. Sin embargo, mi respuesta siempre ha sido clara: al igual que confiamos en un médico, deberíamos confiar en un consultor político.

Lamentablemente, aún hoy, muchos asocian a los consultores políticos con intereses partidistas o ideológicos. Sin embargo, mi experiencia demuestra que la consultoría política se basa en conocimientos, metodologías y experiencia que van más allá de cualquier afiliación ideológica.

Aunque la tarea de “educar” o concienciar a los políticos y a la sociedad en general sobre el valor de nuestra profesión ha sido ardua, me siento satisfecho al ver que algunos líderes políticos han comprendido la importancia de contar con asesores externos e independientes.

Pese a las muchas reticencias y aunque la lucha por la profesionalización de la consultoría política ha sido ardua, lo cierto es que, también ha resultado y sigue resultando gratificante.

Consultoría política: Más que una experiencia.

Durante estos años, la consultoría política me ha brindado una amplia gama de experiencias, compensando así la inestabilidad laboral inherente a esta profesión porque, no podemos negar que, se trata de una actividad que, como los actores, cuenta con muchos altos y bajos. Periodos con alta intensidad de trabajo y periodos en donde el teléfono deja de sonar, donde la posibilidad de asumir un nuevo proyecto o conseguir un nuevo cliente, resulta una tarea casi imposible.

Nadie te prepara para esta realidad, pero, una vez que entiendes que esto esa así, todo resulta más fácil. Lo es porque logras disfrutas al máximo cuando te has embarcado en un nuevo proyecto profesional, y también disfrutas en aquellos periodos en los que esta actividad profesional escasea porque, es tiempo para seguir formándote y actualizar tus conocimientos para, con energías renovadas aceptar un nuevo reto profesional.

Afortunadamente, en estos años, he tenido la oportunidad de trabajar en equipos altamente cualificados y de lograr objetivos ambiciosos. Cada nuevo proyecto, desde gestionar crisis reputacional, hasta la participación en una campaña electorales, ha supuesto un desafío que me ha permitido crecer, no solo en ámbito profesional, sino también, en el personal. La colaboración con equipos apasionados y la consecución de objetivos ambiciosos han sido experiencias muy gratificantes.

La satisfacción de ver cómo una estrategia bien ejecutada puede cambiar el rumbo de una campaña electoral, mejorar la imagen de un cliente o lograr un mensaje que logre un alto impacto en la sociedad, es una recompensa invaluable. Esta es la magia de esta profesión.

A lo largo de estos diez años, he podido constatar la importancia crucial de la consultoría política el buen funcionamiento de nuestras democracias y la diferencia entre hacer bien o hacer mal nuestro trabajo, así como las consecuencias que pueden tener.

En diversos contextos y sociedades, he tenido la oportunidad de trabajar con políticos y organizaciones políticas, y he podido comprobar cómo, una comunicación política efectiva, puede ayudar a los líderes a conectar sus ideas con los ciudadanos y a construir una sociedad más informada y participativa. Pero también he visto lo contrario.

Si bien existen excepciones, en términos generales, estoy convencido de que la consultoría política es una herramienta fundamental para construir sociedades más informadas y participativas. Al ayudar a los líderes políticos a comunicar de manera efectiva sus propuestas, contribuimos a un debate público más enriquecido y a una mayor participación ciudadana.

Aun siendo esto así, también es importante hacer autocrítica porque hemos de reconocer que, nuestra profesión, también ha contribuido a la propagación de la desinformación y ha propiciado la polarización de la política y de nuestras sociedades. Hemos sido parte implicada en todo este proceso.

Precisamente, ha sido esta realidad la que, durante varios meses, me ha llevado a reflexionar profundamente sobre mi papel como consultor político y a cuestionar si quería seguir desempeñando esta labor.

Tras un periodo de introspección, creo que hay que seguir reivindicando esta profesión, pero desde un enfoque diferente, que pasa por llevar a cabo un trabajo capaz de contribuir a combatir la desinformación y la polarización, promoviendo una comunicación política más positiva.

Tras este proceso de reflexión y autocrítica, creo firmemente que la comunicación política puede ser una fuerza positiva y que es posible construir discursos constructivos, capaz de apelar a las emociones y a los sentimientos, pero basados en hechos.

Consultoría política: Evolución constante.

A pesar de mi pasión por la consultoría política, es evidente que el sector necesita una transformación profunda para que se valore nuestro trabajo y profesionalidad. La consultoría política es una profesión apasionante, pero requiere un cambio de paradigma para ser valorada en su justa medida.

En este sentido, he de decir que mi objetivo ha sido y sigue siendo, contribuir a dignificar esta actividad. Mi compromiso seguirá siendo la de reivindicar la profesionalidad, la ética y promover la excelencia profesional en el ejercicio de la consultoría política.

Por otra parte, me he propuesto dedicar más tiempo a la reflexión y a la divulgación sobre la consultoría política. Considero fundamental analizar las tendencias actuales y compartir mis conocimientos con otros profesionales y con la sociedad en general, en materia de comunicación política, campañas electorales e incidencia pública.

Aspiro a desarrollar una faceta más analítica y divulgativa. Quiero compartir mi experiencia y conocimientos con otros profesionales y con la sociedad en general, contribuyendo así a un debate público más informado y fundamentado. Este nuevo capítulo en mi trayectoria profesional me brinda la oportunidad de compartir mis conocimientos y opiniones sobre la consultoría política con total libertad.

¿Y ahora qué? Lo cierto es que, la consultoría es una profesión que exige una constante adaptación a los cambios, especialmente el que ya estamos llevando a cabo en un entorno marcado por la transformación digital.

La irrupción de las nuevas tecnologías, y en particular de la inteligencia artificial, ha revolucionado la forma en que nos comunicamos y hacemos política. Es por eso por lo que, en los últimos años (desde el año 2023), he centrado parte de mi actividad a explorar las aplicaciones de la inteligencia artificial, tanto al IA predictiva como en la IA generativa, en el campo de la consultoría política, lo que me ha permitido identificar nuevas oportunidades y desafíos.

Estoy convencido de que la inteligencia artificial desempeñará un papel cada vez más importante en el futuro de la política. Por ello, he de seguir formándome y explorando nuevas formas de aplicar estas tecnologías en mi trabajo.

Esta constante búsqueda de nuevas herramientas y conocimientos me motiva a seguir creciendo profesionalmente y a contribuir a la transformación de nuestra profesión.

Consultoría política: Punto y seguido.

Vivido lo que he vivido y experimentado lo que he experimentado, diez años dedicados a la consultoría política, ha resultado ser un viaje intenso y transformador.

A lo largo de esta década, he aprendido que esta profesión es mucho más que una simple carrera. Es una vocación que exige pasión, perseverancia y un compromiso inquebrantable con la verdad y la transparencia.

He tenido la oportunidad de participar en una variedad de proyectos, cada experiencia ha sido una lección valiosa. Sin embargo, también he sido testigo de cómo la creciente polarización y la desinformación han minado la confianza en las instituciones y dificultado el diálogo constructivo. Estos desafíos han puesto a prueba nuestra profesión, pero también nos han brindado la oportunidad de demostrar nuestra relevancia.

Estoy convencido de que, con un enfoque más analítico y divulgativo, podemos contribuir a un diálogo más informado y a una política más inclusiva.

Mirando hacia el futuro, me siento optimista y motivado para seguir explorando nuevas oportunidades y desafíos, especialmente en el ámbito de la inteligencia artificial y su aplicación en la consultoría política.

Invito a mis colegas y a las nuevas generaciones de consultores políticos a unirse a este esfuerzo. Juntos, podemos construir una consultoría política más ética, innovadora y capaz de responder a los desafíos de nuestro tiempo.

Agradezco profundamente a todas las personas que han formado parte de este viaje. Sus enseñanzas y el apoyo brindado han sido fundamentales en mi crecimiento.

La consultoría política ha sido, y sigue siendo, una pasión y una misión. Este no es el final, sino un punto y seguido en un camino de constante evolución y aprendizaje.

Pese a lo vivido, al momento tan complejo en el que viven nuestras sociedades, sigo creyendo que, la política, es la herramienta más poderosa que tenemos al alcance de nuestras manos, para transformar nuestras sociedades. Y la consultoría política tiene y seguirá teniendo un papel crucial en este proceso.

Gracias por acompañarme en esta década de aprendizajes y desafíos. El futuro está lleno de posibilidades. Juntos podemos seguir trabajando por un mundo más justo y democrático.

Fotos: Imágenes generadas con IA.

EUROPA Y EL ABISMO.

¿Un escenario prebélico en Europa es posible?

En este artículo, he querido abordar una cuestión que creo crucial para el futuro de Europa: ¿es posible un escenario prebélico en nuestro continente? A lo largo de varias semanas, he publicado una serie de artículos que analizan las claves del panorama político europeo tras las últimas elecciones al Parlamento Europeo.

En ellos, hemos explorado el papel determinante de los jóvenes en las decisiones políticas, el impacto creciente de la Inteligencia Artificial en la política europea, y la posibilidad de que los fantasmas del pasado, como los de la República de Weimar, resurjan. Además, hemos examinado el inquietante ascenso de los partidos de ultraderecha y sus posibles consecuencias.

En este último artículo, cerramos el ciclo reflexionando sobre un nuevo y preocupante elemento: la posibilidad de que Europa enfrente una situación prebélica en el futuro cercano. Analizaremos los factores que podrían desencadenar esta crisis, sus probabilidades reales y las consecuencias que podría tener para nuestra sociedad. Finalmente, proponemos medidas que podríamos tomar para evitar este sombrío escenario.

Confío en que este análisis nos permita comprender mejor los riesgos que enfrenta Europa y cómo podemos trabajar juntos para asegurar un futuro más estable y pacífico.

Factores clave que podrían influir en la probabilidad de un escenario prebélico en Europa.

La posibilidad de que Europa se enfrente a una situación prebélica o que podamos presenciar un conflicto bélico en territorio europeo en un futuro no muy lejano es una realidad que no podemos ignorar. La concreción de este escenario dependerá de una serie de factores y dinámicas, algunas más complejas que otras.

Determinar la probabilidad exacta de una situación prebélica en Europa es una tarea realmente compleja, por no decir arriesgada. Esto se debe a la gran cantidad de variables y a la incertidumbre que rodea a los distintos eventos geopolíticos y sociales que la pueden desencadenar.

Sin embargo, considero que es posible realizar algunas reflexiones más o menos informadas para establecer un rango de probabilidades basado en una serie de factores que, si bien pueden ser objeto de debate, tienen el objetivo de estimular la reflexión.

Este es el objetivo principal de este artículo: considerar, aunque sea por unos instantes, que este escenario podría ser real y, desde nuestro ámbito de acción, contribuir a que no se materialice, evitando así vernos inmersos en una crisis prebélica de difícil solución.

Factores que podrían contribuir a un escenario prebélico en Europa.

A continuación, se analizan algunos de los factores que podrían contribuir a generar un escenario prebélico en Europa:

1. Tensiones geopolíticas con Rusia.

  • Incremento de hostilidades: La guerra en Ucrania y la respuesta de la comunidad internacional serán dos factores críticos. Si las relaciones con Rusia continúan deteriorándose, podría haber un aumento de las hostilidades en las fronteras de Europa del Este, especialmente en los países bálticos y otros estados miembros de la OTAN que limitan con Rusia.
  • Escalada militar: Movimientos militares adicionales y aumentos en las hostilidades pueden incrementar la probabilidad de conflicto. La guerra en Ucrania podría intensificarse y expandirse, afectando a otros países de la región y provocando una mayor inestabilidad.

2. Incremento del gasto militar y militarización.

  • Carrera armamentista: Un aumento significativo del gasto militar en respuesta a la percepción de amenazas podría desencadenar una carrera armamentista en la región. De hecho, tras la última reunión de la OTAN en Washington y las políticas impulsadas por el nuevo ejecutivo de la Unión Europea para el período 2024-2029, este escenario ya es una realidad.
  • Presencia militar: Un mayor despliegue de fuerzas militares en puntos críticos podría aumentar la probabilidad de incidentes o enfrentamientos. La OTAN no solo quiere reforzar el flanco norte de la UE, sino también el flanco sur, debido a la creciente conflictividad en el continente africano.

3. Cooperación y diplomacia internacional.

  • Esfuerzos diplomáticos: La efectividad de los esfuerzos diplomáticos para reducir las tensiones puede disminuir la probabilidad de conflicto. Sin embargo, si las expectativas no se cumplen, estos esfuerzos podrían incluso agravar la situación.
  • Alianzas internacionales: La solidez de las alianzas con otros países y organizaciones internacionales también será un factor crucial. La falta de cooperación o el debilitamiento de estas alianzas podrían contribuir a una mayor desestabilización y pérdida de influencia de la UE en el contexto internacional.

4. Conflictos internos y tensiones sociales.

  • Tensiones sociales: El nivel de polarización y conflicto interno dentro de los países europeos puede afectar la estabilidad general. La promoción de agendas divisivas puede incrementar las tensiones sociales y políticas, creando un entorno más propenso a conflictos. El aumento del nacionalismo y la xenofobia podría llevar a conflictos internos, con protestas y disturbios que podrían desestabilizar aún más la región.
  • Crisis humanitarias: Las políticas restrictivas y las crisis humanitarias podrían provocar migraciones masivas y situaciones de emergencia que tensen las capacidades de los estados.
  • Desestabilización de la UE: La capacidad de la UE para actuar de manera unificada y efectiva será fundamental. La fragmentación y el debilitamiento de la cohesión dentro de la UE podrían reducir su capacidad para manejar crisis de manera unificada y efectiva. Esto, a su vez, podría terminar por deteriorar las relaciones entre los países miembros de la UE, afectando negativamente la propia cohesión de la Unión Europea.

5. Crecimiento de los partidos políticos populistas y de extrema derecha.

  • Impulso a políticas nacionalistas y aislacionistas: Las políticas más agresivas y aislacionistas promovidas por estos partidos políticos podrían llevar a un aumento de las tensiones internas y externas.
  • Dificultades en la gobernabilidad: Si los partidos de ultraderecha obstaculizan el funcionamiento del Parlamento Europeo, la UE podría enfrentar dificultades significativas en la toma de decisiones y en la implementación de políticas.
  • Mayor control en gobiernos nacionales: A medida que estos partidos ganan influencia en los gobiernos de los Estados Miembros, podrían promover políticas nacionalistas y aislacionistas, aumentando las tensiones entre países.

Rangos de probabilidades para un escenario prebélico en Europa.

Sin lugar a duda, nos encontramos ante un conjunto de factores realmente complejos que, de una manera u otra, cada uno de ellos, puede jugar un papel determinante en este escenario de probabilidades, pudiendo convertirse, en mayor o menor medida, en uno de los detonantes para que se dé una situación prebélica en Europa.

Tras esta primera aproximación, vamos a intentar analizar cómo cada uno de estos factores puede contribuir a desencadenar un escenario prebélico en Europa.

Insisto nuevamente que este análisis no pretende ofrecer un riguroso estudio sobre la cuestión, solo presentar un marco teórico que nos haga reflexionar.

1. Distintos rangos y evaluación de probabilidades.

Tras analizar los diversos factores que podrían contribuir a un escenario prebélico en Europa, propongo establecer cuatro rangos de probabilidades aproximados:

Baja probabilidad (0-20%)

Este rango se aplicaría si se observan las siguientes condiciones:

  • Disminución de las tensiones geopolíticas.
  • Fortalecimiento de los esfuerzos diplomáticos.
  • Reducción en el crecimiento de los partidos populistas y de extrema derecha.
  • Fuerte cohesión y cooperación dentro de la Unión Europea.

Probabilidad moderada (20-50%)

Este rango refleja un escenario en el que:

  • Las tensiones geopolíticas permanecen constantes o aumentan ligeramente.
  • Los partidos populistas y de extrema derecha continúan creciendo, pero sin dominar completamente la política europea.
  • Los esfuerzos diplomáticos tienen un éxito moderado.
  • La Unión Europea mantiene cierto grado de cohesión, pero enfrenta desafíos significativos.

Alta probabilidad (50-80%)

Este rango sugiere un escenario en el que:

  • Las tensiones geopolíticas con Rusia se intensifican significativamente.
  • Los partidos populistas y de extrema derecha aumentan su influencia de manera considerable.
  • Los esfuerzos diplomáticos no logran mitigar adecuadamente las tensiones.
  • La Unión Europea se enfrenta a una fragmentación notable y una polarización interna creciente.

Muy alta probabilidad (80-100%)

Este escenario extremo indicaría:

  • Una escalada rápida y significativa en las hostilidades geopolíticas.
  • Un dominio casi total de los partidos populistas y de extrema derecha en varios países europeos.
  • Un colapso de los esfuerzos diplomáticos y de la cohesión de la Unión Europea.
  • Un disparo en las tensiones sociales internas, llevando a una situación prebélica inminente.

2. Probabilidad más realista.

Teniendo en cuenta estos cuatro rangos de probabilidades, considero que, en el momento actual, una probabilidad moderada (20-50%) es la más realista. Esta evaluación se basa en los siguientes factores:

  • Las tensiones con Rusia siguen siendo altas debido a la guerra en Ucrania. Este conflicto ha generado una gran inestabilidad en la región y ha puesto a prueba las relaciones entre Rusia y Occidente, pero, por el momento, parece que está estabilizado o, cuando menos, no ha ido a más.
  • El resultado de las elecciones en los Estados Unidos podría cambiar radicalmente la situación actual. Si Donald Trump fuera elegido presidente y aplicara las políticas anunciadas de cortar el suministro de armas y dinero a Ucrania, así como de replantearse el papel de Estados Unidos en la OTAN, esto podría tener un impacto significativo en la seguridad europea.
  • Los partidos populistas y de extrema derecha están creciendo, pero aún no dominan completamente el panorama político europeo. Existe cierta división entre estos partidos en cuanto a su postura hacia Rusia, lo que se ha visto reflejado en la composición de los grupos parlamentarios en el Parlamento Europeo.
  • Los esfuerzos diplomáticos continúan, aunque enfrentan desafíos significativos. Los partidos tradicionales están adaptándose al nuevo escenario político interno en Europa y al nuevo contexto geopolítico que se está gestando.
  • La cohesión de la UE está siendo probada, pero todavía se mantiene cierta unidad. La Unión Europea se enfrenta a importantes desafíos, pero hasta ahora ha logrado mantener un cierto grado de unidad frente a las tensiones externas.

En conclusión, considero que la probabilidad de un escenario prebélico en Europa es moderada, pero no puede descartarse por completo. Es importante seguir de cerca la evolución de los factores mencionados anteriormente, ya que podrían cambiar significativamente la situación en el futuro.

Consecuencias de un escenario prebélico en Europa.

Tras haber determinado que, aunque parezca improbable, existe una posibilidad, aunque moderada, de que se dé una situación prebélica en Europa, la pregunta que surge es qué consecuencias podrían derivarse en un contexto tan complejo.

Si las relaciones de Europa con Rusia se complicaran aún más debido a la guerra en Ucrania o se entrara en una situación de crisis bélica latente, al mismo tiempo que se confirma una tendencia al alza del crecimiento e influencia política de los partidos populistas y de extrema derecha en Europa, las implicaciones para la sociedad europea podrían ser realmente complicadas. Nos encontraríamos en un escenario político que, a día de hoy, cuesta imaginar, pero que no podemos obviar.

Por otra parte, las formaciones de ultraderecha en Europa, con diferentes posturas ante Rusia, presentan divisiones significativas. Por ejemplo, la línea ideológica de Giorgia Meloni, que defiende la posición de la UE respecto a Ucrania, difiere de la impulsada por Viktor Orban y Marine Le Pen, más próximos a mantener cierto acercamiento a Rusia. Esta diversidad de posturas despierta interrogantes importantes en el contexto actual, especialmente en caso de que la guerra en Ucrania se agrave, lo que podría hacer que Europa se enfrente a una crisis prebélica.

Incluso los partidos de ultraderecha más abiertos a mantener buenas relaciones con Rusia tendrían que afrontar un difícil dilema: ¿cómo conciliarían su exaltado nacionalismo?, ¿cómo justificarían ante sus votantes su respaldo a Rusia?, ¿cómo armonizarían el patriotismo con la identidad nacional?

Es muy posible que, en caso de un conflicto real, estas fuerzas políticas de ultraderecha den prioridad al sentimiento de patriotismo europeo sobre sus alianzas estratégicas con Rusia. Para evitar tensiones con sus votantes y asegurar su supervivencia, tendrían que posicionarse y es probable que el nacionalismo europeo prevalezca sobre las relaciones internacionales preexistentes.

Sea como fuere, si confluyeran todos estos factores y Europa entrara en una situación de crisis bélica latente, ¿con qué escenario nos podríamos enfrentar?

Para responder a esta pregunta, creo que lo más indicado es determinar cuáles han de ser los síntomas de alarma previos a esa situación prebélica en Europa. Es decir, qué cosas han de ocurrir para darnos cuenta de que nos encaminamos a una situación que puede ser irreversible.

A continuación, paso a detallar aquellos síntomas que nos deberían hacer saltar todas las alarmas.

1. El recrudecimiento del nacionalismo y la xenofobia.

1.1. Intensificación del nacionalismo.

Esto nos llevaría a ver cómo los discursos y las posiciones políticas se radicalizan en torno a dos cuestiones:

  • Patriotismo exacerbado: La percepción de una amenaza externa puede intensificar el sentimiento nacionalista, impulsando políticas aún más restrictivas y proteccionistas.
  • Discurso anti-inmigrante: La retórica contra los inmigrantes podría endurecerse, culpándolos injustamente de los problemas internos y de seguridad.

1.2. Xenofobia y tensión social.

La sociedad europea puede verse en medio de una compleja espiral de descontento y exacerbada polarización social, cuyas consecuencias podrían traducirse en:

  • Aumento de incidentes xenófobos: Incremento en los actos de violencia y discriminación contra extranjeros y minorías, alimentados por el discurso político.
  • División social: Mayor polarización entre grupos étnicos y culturales, deteriorando la cohesión social.

2. Las consecuencias económicas de posibles sanciones.

2.1. Sanciones económicas.

Una situación tan compleja como esta, conduciría inevitablemente a una fuerte recesión en la zona euro.

  • Repercusiones económicas severas: Si se intensifica aún más las sanciones contra Rusia y a aquellos países que refuercen sus alianzas con el Kremlin, como podría ser China, esta nueva situación podría llevar a contramedidas que afecten negativamente las economías europeas, especialmente en sectores dependientes de la energía y el comercio, no solo con lo que respecta a Rusia, sino en especial, con respecto al gigante asiático.
  • Desempleo y precariedad: Como quiera que una cosa lleva a la otra, el impacto negativo que este nuevo escenario puede provocar en Europa, llevaría a un aumento del desempleo y a una mayor precariedad laboral, exacerbando hasta límites insospechados las desigualdades económicas.

2.2. Políticas proteccionistas impuestas.

Aunque a fecha de hoy pudiera resultar impensable, la situación nos llevaría a un auténtico aislamiento económico.

Si en los Estados Unidos implementa políticas de excesiva protección de su mercado interior y China se alinea con Rusia, las políticas proteccionistas de estos dos grandes ejes de la economía mundial podrían aislar aún más a Europa, lo que la podría llevar a experimentar un severo aumento en los costos de bienes y servicios.

3. Impacto en la seguridad y la defensa.

Una escalada en el conflicto en Ucrania haría que Europa entrara en una situación de crisis bélica latente. Es por ello que, en este complejo contexto político y social, los partidos tradicionales que siguen sustentando el poder en los principales países miembros de los UE, en los últimos meses, han intensificado su discurso en materia de seguridad y defensa.

De hecho, a pesar de no encontrarnos en un escenario prebélico, en la reciente cumbre de la OTAN en Washington en julio de 2024, el principal acuerdo que han tomado los países integrantes de la Alianza Atlántica es incrementar el gasto militar y, en principio, el propósito de que, tarde o temprano, Urania sea un miembro más. Dos medidas que tienen que ver mucho la una con la otra ya que, muy probablemente, en este foro ya se esté contemplando el escenario de probabilidades que intento mostrar en este artículo.

Además, a fecha de hoy el resultado de las próximas elecciones norteamericanas aún es incierto, aunque, dados los últimos acontecimientos, incluida la retirada de Joe Biden de la carrera electoral, las posibilidades de que el nuevo presidente sea Donald Trump son muchas. Es de todos conocido su posición respecto a la retirada de fondos destinados a dar cobertura a Urania en el conflicto bélico con Rusia y reducir la aportación de los Estados Unidos al presupuesto de la OTAN, o quizás su salida de la alianza.

Sea como fuere, en este nuevo e hipotético escenario que estamos contemplando, nos llevaría a:

3.1. Incremento del gasto militar.

  • Aumento del presupuesto de defensa de la UE: Presión para aumentar significativamente el gasto militar, desviando fondos de otros sectores críticos como la salud y la educación.
  • Militarización de la sociedad europea: Como ya está ocurriendo en algunos países en Europa, volveríamos a la implantación del servicio militar obligatorio y a una mayor presencia militar en la vida cotidiana y en las fronteras.

3.2. Políticas de seguridad interior mucho más estrictas.

  • Refuerzo de la seguridad interior: Implementación de políticas de seguridad más estrictas, incluyendo vigilancia masiva y restricciones a las libertades civiles en el marco de la UE.
  • Estado de vigilancia: Aumento en la vigilancia y control de la población, con potenciales abusos de poder. Un estado de vigilancia en la UE apoyado en las nuevas tecnologías, en especial de la inteligencia artificial.

4. Relaciones internacionales y política exterior.

En este ámbito el cambio sería espectacular porque la historia de Europa podría volver a repetirse, quedando atrapada en una situación marcada por conflictos dentro y fuera de sus fronteras.

Por tanto, en este ámbito la situación vendría marcada por:

4.1. Nuevas alianzas y nuevos conflictos.

  • Alianzas internacionales: Reconfiguración de alianzas internacionales, posiblemente alejándose de la cooperación con potencias globales tradicionales y buscando nuevas alianzas estratégicas. En este contexto Europa cuenta con poco margen de maniobra ya que, aunque la alianza con los Estados Unidos se ha mantenido muy sólida en el tiempo, debido a los conflictos internos que puedan darse en este país en los próximos años, puede hacer peligrar la alianza atlántica surgida tras la II Guerra Mundial. Por otra parte, la relación con China seguirá siendo una incógnita y, se resuelva como se resuelva, no creo que Europa salga bien parada. África seguirá siendo un continente complejo y que dará más problemas que soluciones. Y aunque resultará más fácil redefinir la relación de Europa con este continente, lo cierto es que tanto China como Rusia no se lo van a poner fácil. Por todo ello, el panorama es bastante incierto.
  • Conflictos regionales: Potencial aumento de conflictos regionales dentro de Europa y en sus fronteras debido a la inestabilidad geopolítica. Si ya la configuración de alianzas internacionales será complicada, estos conflictos regionales dificultarán aún más la situación.

4.2. Políticas de refugiados.

Europa se vería avocada a una importante crisis de refugiados cuyo impacto podría tener unas consecuencias negativas muy importantes. Un hipotético incremento en el número de refugiados, debido a posibles conflictos internacionales o regionales, conduciría a la UE implementar políticas restrictivas en materia de gestión de estos refugiados, llevando a una crisis humanitaria en suelo europeo y a unos desafíos logísticos realmente significativos. Las consecuencias serían:

  • Crisis humanitaria: Aumento del número de refugiados en Europa, con condiciones de vida precarias y falta de acceso a necesidades básicas como la alimentación, la vivienda o la atención sanitaria.
  • Desafíos logísticos: Dificultad para gestionar la llegada masiva de refugiados, lo que podría provocar caos y colapso en los sistemas de acogida y atención.
  • Tensiones sociales: Aumento del racismo, la xenofobia y la discriminación hacia los refugiados, lo que podría derivar en conflictos sociales y violencia.
  • Impacto económico: Costes elevados asociados a la acogida y atención de los refugiados, lo que podría suponer una carga importante para las economías europeas.
  • Desestabilización política: Crecimiento de los movimientos populistas y de extrema derecha que podrían capitalizar la crisis de refugiados para obtener rédito político.

En definitiva, la crisis de refugiados que se podría desencadenar en este hipotético escenario tendría un impacto profundo en las relaciones internacionales y la política exterior de Europa. La Unión Europea se vería obligada a reconfigurar sus alianzas, gestionar una crisis humanitaria de gran magnitud y afrontar importantes desafíos logísticos, económicos y sociales.

5. Impacto en la crisis humanitaria y los derechos humanos.

Será esta la principal consecuencia del escenario futuro que estamos contemplando si el conflicto en Ucrania deriva en una situación prebélica en Europa y los partidos de ultraderecha siguen creciendo y ocupando espacios de poder e influencia. Los derechos humanos estarían en riesgo. Una situación que afectaría a dos cuestiones principales:

  • Violaciones de derechos humanos: Aumento en las violaciones de derechos humanos tanto dentro como fuera de las fronteras europeas, con restricciones en libertades civiles y trato injusto a minorías y refugiados.
  • Retroceso democrático: Peligro de retroceso en las normas democráticas, con un incremento en el autoritarismo y la erosión de instituciones democráticas.

Como consecuencia de la crisis humanitaria y las violaciones de derechos humanos que se podrían desencadenar en este hipotético escenario son desafíos que Europa deberá afrontar con firmeza y determinación. La defensa de los derechos humanos y la consolidación de la democracia son valores fundamentales que no pueden ser puestos en riesgo y que, en una situación prebélica si que lo estarán.

La necesidad de tomar conciencia sobre la posibilidad de una situación prebélica en Europa.

En un escenario donde las relaciones de Europa con Rusia se deterioran aún más y se confirma el crecimiento de los partidos populistas y de extrema derecha, las consecuencias para la sociedad europea podrían ser profundas y multifacéticas.

La combinación de nacionalismo exacerbado, tensiones económicas, militarización y crisis humanitarias podría llevar a un entorno altamente polarizado y conflictivo.

Ante esta posibilidad, como sociedad solo hemos de actuar desde tres ámbitos muy concretos:

1. Más diplomacia y más diálogo.

La Unión Europea ha de redoblar los esfuerzos diplomáticos para alcanzar una situación, lo menos dañina posible, del conflicto de Ucrania. Hay que encontrar la manera de abrir un camino de diplomacia activa y de diálogo continuado con Rusia y entre los estados miembros de la UE. Esto será crucial para evitar una escalada hacia un conflicto bélico mayor.

También la UE, si es necesario, ha de abrir nuevos mecanismos de resolución de conflictos y mediación a nivel europeo e internacional.

2. Más cooperación internacional.

Europa no tiene otra alternativa más que fortalecer alianzas estratégicas con otras potencias globales para equilibrar las dinámicas de poder y prevenir conflictos. En este sentido, será esencial la relación que, con una visión estratégica a largo plazo, termine por establecerse con China.

De igual manera, la UE ha de jugar un papel mucho más proactivo que el que ha venido desempeñando hasta ahora en el ámbito de las organizaciones internacionales, como la ONU y la OSCE, para gestionar y mitigar tensiones.

3. Más fortalecimiento de la democracia y los derechos humanos.

Asegurar la protección de los derechos humanos y las libertades civiles para prevenir abusos y represión será fundamental para evitar alimentar la violencia y el descontento. En este ámbito, será determinante cómo la UE sea capaz de gestionar las crisis migratorias y las políticas de integración.

Además, las instituciones europeas deben fomentar una mayor participación ciudadana y el compromiso cívico para fortalecer la democracia y la cohesión social. Deben activarse nuevos instrumentos encaminados a potenciar un gobierno participativo, donde los ciudadanos logren reconciliarse con la clase política y sientan una mayor implicación con el proyecto europeo.

Nada es inevitable, ¿o no?

La posibilidad de un escenario prebélico en Europa, si bien inquietante, es una realidad que no podemos ignorar. En este artículo, he querido desglosar los factores clave que podrían desencadenar tal situación, desde las tensiones geopolíticas con Rusia y el incremento del gasto militar, hasta el crecimiento de los partidos populistas y de extrema derecha, y las tensiones sociales internas.

Aunque determinar con precisión la probabilidad de este escenario es una empresa ciertamente compleja, debido a la incertidumbre y la multitud de variables involucradas, es vital considerar que la combinación de estos factores podría llevarnos a un entorno de alta inestabilidad y conflicto.

Recapitulando, los factores que podrían llevar a Europa al abismo pueden ser:

  • Tensiones geopolíticas: La guerra en Ucrania y el deterioro de las relaciones con Rusia podrían incrementar las hostilidades en Europa del Este y más allá.
  • Militarización y gasto militar: La carrera armamentista y el despliegue de fuerzas militares en puntos críticos aumentan la probabilidad de incidentes y enfrentamientos.
  • Conflictos internos: La polarización social, el aumento del nacionalismo y la xenofobia podrían desestabilizar aún más la región, sumado a crisis humanitarias y la desestabilización de la UE.
  • Crecimiento de la ultraderecha: Las políticas nacionalistas y aislacionistas promovidas por estos partidos podrían llevar a un incremento de las tensiones internas y externas, dificultando la gobernabilidad de la UE.

Ante esta realidad, como ya hemos apuntado, en la actualidad, una probabilidad moderada (20-50%) de un escenario prebélico parece la más realista. Las tensiones con Rusia siguen siendo altas, los partidos populistas y de extrema derecha están en crecimiento, y aunque los esfuerzos diplomáticos continúan, enfrentan desafíos significativos. La cohesión de la UE está siendo probada, pero aún se mantiene cierta unidad.

En resumen, si bien el riesgo de un conflicto prebélico en Europa es moderado, no es inevitable, aunque, sí que podemos tomar medidas para evitarlo. La diplomacia activa, la cooperación internacional y el fortalecimiento de la democracia serán esenciales para navegar estos tiempos inciertos y asegurar un futuro estable y próspero para Europa.

La responsabilidad está en nuestras manos, en nuestras decisiones, en nuestra capacidad de movilización y participación democrática. El futuro de Europa depende de nosotros.

Fotos: Imágenes generadas con IA.

MENOS EUROPA Y MÁS POPULISMO.

El auge de los populismos y partidos de ultraderecha en Europa.

Las recientes elecciones al Parlamento Europeo de 2024 han dibujado un panorama político diverso y cambiante en Europa. Si bien los grupos políticos tradicionales han logrado mantenerse, se enfrentan a nuevos desafíos derivados del fortalecimiento de partidos populistas y de extrema derecha en varios países de la Unión Europea.

Este fenómeno no es reciente ni puntual, sino que ha experimentado un crecimiento lento pero constante durante años, especialmente desde las elecciones europeas de 2014. Se trata de una respuesta de amplios sectores de la sociedad europea a una serie de factores socioeconómicos y políticos, entre los que destacan:

  • Los efectos de las sucesivas crisis económicas: La crisis financiera de 2008 y la reciente crisis provocada por la pandemia de COVID-19 han generado un clima de incertidumbre y malestar social, especialmente entre los sectores más vulnerables de la población.
  • Desconfianza hacia las elites urbanas y los medios de comunicación: Una combinación de factores económicos, culturales y de percepción, acompañado de cierto conservadurismo social, ha llevado a que en las áreas rurales prolifere una sensación de abandono y de marginación frente a los grandes núcleos urbanos, con mayor diversidad y acceso a oportunidades.
  • La precariedad laboral: El aumento del desempleo, la temporalidad y los bajos salarios han alimentado la sensación de descontento y frustración entre los trabajadores.
  • El encarecimiento de la vivienda: El acceso a una vivienda digna se ha convertido en un problema cada vez más acuciante en muchas ciudades europeas, lo que ha generado un sentimiento de exclusión y resentimiento entre la población.
  • La inmigración: La llegada de inmigrantes a Europa ha generado debates y controversias, siendo utilizada por algunos partidos populistas como un elemento para exacerbar los miedos y prejuicios de la población.
  • La desilusión con los partidos tradicionales: Muchos ciudadanos europeos se sienten desencantados con la actuación de los partidos políticos tradicionales, a los que perciben como alejados de sus preocupaciones y necesidades.

Este conjunto de factores ha creado un caldo de cultivo propicio para el auge de los populismos y partidos de ultraderecha, que ofrecen soluciones simples y directas a problemas complejos, apelando a menudo a emociones como el miedo, la ira o el nacionalismo.

El auge de la ultraderecha en Europa.

El panorama político europeo ha experimentado una transformación significativa en las últimas décadas, caracterizada por el crecimiento constante del voto a la ultraderecha. Esta tendencia se ha materializado en las sucesivas elecciones al Parlamento Europeo, desde 1990 hasta 2020.

El notable incremento en el porcentaje de votos a partidos de ultraderecha en la mayoría de los países europeos, especialmente a partir de la década de 2010, es un fenómeno que no puede pasarse por alto. Países como Francia, Italia, Alemania y España presentan picos significativos en los últimos años, lo que indica un crecimiento sostenido de la popularidad de estas formaciones políticas.

1. Factores que impulsan el auge de los populismos.

El ascenso de los partidos populistas, especialmente de extrema derecha, se puede atribuir a una combinación de factores clave:

  • Descontento económico y social: Amplios sectores de la sociedad europea experimentan un creciente malestar debido a factores como la precariedad laboral, la desigualdad económica, la falta de oportunidades y la sensación de exclusión social.
  • Tensiones migratorias: La llegada de inmigrantes a Europa ha generado debates y controversias, siendo utilizada por algunos partidos populistas como un elemento para exacerbar los miedos y prejuicios de la población.
  • Escepticismo hacia la Unión Europea: Muchos ciudadanos europeos se sienten desencantados con la actuación de la Unión Europea, a la que perciben como alejada de sus preocupaciones y necesidades.
  • Reacción contra las políticas ambientales: Algunos sectores de la población se oponen a las medidas tomadas para combatir el cambio climático, considerando que estas afectan negativamente a su estilo de vida y a la economía.
  • Fragmentación y declive de los partidos tradicionales: La pérdida de confianza en los partidos políticos tradicionales ha abierto un espacio para que nuevas fuerzas políticas, con discursos más radicales y propuestas más simples, ganen terreno.

2. Un nuevo panorama político europeo.

El auge de los populismos no es una causa única, sino un conjunto de factores interconectados que han contribuido a este fenómeno. Es importante comprender las raíces del malestar social para poder abordar este desafío de manera efectiva.

La nueva realidad política europea, impulsada por el descontento económico, las preocupaciones sobre la inmigración, el escepticismo hacia la Unión Europea y la resistencia a las políticas medioambientales se traduce en una mayor fragmentación y polarización política en el continente.

Nueva radiografía del Parlamento Europeo.

El resultado de las elecciones al Parlamento Europeo de 2024 ha redefinido el panorama político europeo, con un fortalecimiento significativo de las formaciones de ultraderecha. Estas fuerzas políticas obtuvieron un total de 205 escaños, lo que representa el 28,47% de la representación en la nueva Eurocámara.

La ultraderecha logró ser la primera fuerza política en países de gran relevancia para la Unión Europea, como Francia, donde el partido Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen duplicó en votos al partido de Emmanuel Macron; Italia, donde Hermanos de Italia, liderado por Giorgia Meloni, se convirtió en la primera fuerza con el 28,8% de los votos; Bélgica, donde el Vlaams Belang obtuvo el 15,2%; y Austria, donde el FPÖ alcanzó su mejor resultado desde 1996 con más del 25% de los votos. En Alemania o en los Países Bajos, la ultraderecha se posicionó como la segunda fuerza política más votada.

1. Tres grupos de ultraderecha en la Eurocámara.

Este auge se ha materializado en una nueva composición del Parlamento Europeo, donde tres de los ocho grupos parlamentarios, se identifican con formaciones políticas populistas y de extrema derecha:

  • Patriotas por Europa (PPE), promovido por el húngaro Viktor Orbán y su partido Fidesz, liderado por Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen y que integra también a Vox de España. Es el grupo de extrema derecha más grande con 84 escaños.
  • Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), liderado por Giorgia Meloni y Hermanos de Italia. Considerado como el grupo «más moderado» dentro de la ultraderecha por su apoyo a Ucrania en la guerra contra Rusia. Cuenta con 78 escaños.
  • Europa de las Naciones Soberanas (ESN), impulsado por Alternativa para Alemania (AfD) tras su expulsión de Identidad y Democracia. Es el grupo más radical de los tres e incluye partidos de Bulgaria, Chequia y Polonia, sumando 25 escaños.

Se trata de un bloque heterogéneo con un denominador común, la oposición al statu quo.

A pesar de sus diferencias y fuertes liderazgos, estos grupos comparten una postura crítica hacia la Unión Europea y sus políticas, defendiendo posiciones nacionalistas, antiinmigratorias y proteccionistas. La cuestión del apoyo a Ucrania o Rusia ha sido un punto de fricción que ha impedido su unión en un solo grupo parlamentario.

Si se suman los 11 eurodiputados de extrema derecha no adscritos a ningún grupo parlamentario, la cifra total asciende a 196, lo que representa el 27,5% de los escaños de la Eurocámara.

2. Un Parlamento Europeo más fragmentado.

La composición del nuevo Parlamento Europeo tras las elecciones de 2024 queda definida de la siguiente manera:

  1. Partido Popular Europeo (EPP): 188 escaños
  2. Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D): 136 escaños
  3. Patriotas por Europa: 84 escaños
  4. Conservadores y Reformistas Europeos (ECR): 78 escaños
  5. Renovar Europa (Renew Europe): 77 escaños
  6. Los Verdes/Alianza Libre Europea (Greens/EFA): 53 escaños
  7. Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica (GUE/NGL): 46 escaños
  8. Europa de las Naciones Soberanas (ENS): 25 escaños

Hay que indicar que, en el Grupo de Eurodiputados no adscritos, lo conforman 33 eurodiputados, entre los que se encuentran los 11 eurodiputados de extrema derecha no adscritos a ningún grupo parlamentario.

Es evidente que nos encontramos ante un nuevo escenario supone todo un desafío para la democracia y la cohesión europea.

Primeras complicaciones.

La presencia de estos tres grupos parlamentarios de extrema derecha en el Parlamento Europeo y sus marcadas diferencias, en conjunto, van a tener varios efectos en la toma de decisiones en el ámbito de las políticas europeas.

1. Mayor polarización y fragmentación ideológica.

Esta presencia en el Parlamento Europeo facilitará a los grupos de extrema derecha amplificar su discurso, ya que esta institución se convertirá en una excelente plataforma para difundir su discurso populista.

Lo que sí resulta una incógnita saber es si la actual división entre estos grupos se va a mantener en el tiempo. Dentro de cinco años, podrían confluir en la formación de coaliciones más fuertes y coherentes dentro de este ámbito ideológico.

Otra incógnita será saber cómo la sobreexposición del discurso de extrema derecha va a influir en el resto de los grupos parlamentarios en la Eurocámara. Si se mantendrá un bloque compacto frente a estas formaciones políticas o terminará por generar también división entre ellos.

2. Influencia limitada, ¿o no?

Aunque el frente de eurodiputados de ultraderecha cuente con un número significativo de escaños, muchos analistas creen que sus diferencias internas limitarán su capacidad de acción o influencia en la toma de decisiones en la política europea.

En principio, el grupo liderado por Giorgia Meloni (ECR) quiere marcar diferencias con Patriotas por Europa (Viktor Orbán, Marine Le Pen, Santiago Abascal) y puede que adopte posturas más moderadas para acercarse a otros partidos tradicionales y ganar influencia. Sin embargo, esto está por ver, ya que en esta ecuación no hay que olvidar que la distribución de cargos en las instituciones europeas puede condicionar este tipo de acercamiento. Además, aparentemente existe un “cordón sanitario” frente a la ultraderecha y que este tipo de acercamiento a partidos tradicionales en el seno de la Unión Europea puede influir en la política interna italiana.

3. Tensiones internas y externas.

Creo que cinco años son muchos años y se avecinan acontecimientos tanto a nivel interno como en el ámbito internacional que podrían cambiarlo todo.

Muchos de los países miembros de la Unión Europea han de afrontar procesos electorales en los que el resultado que obtengan estas formaciones políticas puede incidir en las decisiones que tomen en Europa.

Por otro lado, el devenir de la Guerra de Ucrania, los posicionamientos frente a un hipotético acercamiento a Rusia y el resultado de las elecciones norteamericanas pueden generar tensiones y afectar la cohesión en la política exterior de la Unión Europea. Sin embargo, lo que hoy separa a estos grupos parlamentarios de extrema derecha podría unirlos más adelante.

¿Pueden continuar creciendo los partidos populistas y de extrema derecha en Europa?

Quizás sea esta la pregunta que muchos nos hacemos tras el crecimiento que han experimentado en los últimos años.

En principio, creo que nadie duda de que las posibilidades de que este tipo de formaciones políticas continúen creciendo en Europa en los próximos cinco años son significativas. Sin embargo, pienso que ello dependerá de ciertas limitaciones y de los desafíos a los que han de enfrentarse.

1. Factores que pueden favorecer el crecimiento de los partidos de ultraderecha en Europa.

  • Contexto Político y Económico: Los efectos derivados de una posible crisis económica, la evolución de la inflación, la precariedad laboral, la inmigración y la inseguridad pueden continuar alimentando el descontento con los partidos tradicionales, impulsando el apoyo a opciones más radicales.
  • Normalización y Adopción de Retóricas: Muchos partidos políticos de corte conservador o centristas están adoptando retóricas y políticas de ultraderecha, especialmente en temas como la inmigración y la identidad nacional, lo que está llevando a normalizar las posturas de los partidos de ultraderecha. Esto, más que beneficiar a estos partidos tradicionales, lo que pueden hacer es facilitar el crecimiento y una mayor legitimación de las políticas de ultraderecha.
  • Estrategias Electorales: La habilidad de los partidos de ultraderecha para formar coaliciones estratégicas y su participación en gobiernos nacionales y/o regionales, les ha proporcionado mayor visibilidad y legitimidad. Si esta tendencia continúa, acentuará su poder y recursos económicos, lo que les permitirá financiar su crecimiento.

2. Desafíos y limitaciones al crecimiento de los partidos de ultraderecha en Europa.

  • Divisiones Internas: Las significativas diferencias ideológicas entre los partidos de ultraderecha presentes en la nueva Eurocámara, especialmente en temas como el apoyo a Ucrania o las relaciones con Rusia, dificultan la formación de un frente unido. Esto limita su capacidad para ejercer una influencia cohesiva en el Parlamento Europeo, lo que restringe su influencia política efectiva.
  • Reacción de otros grupos políticos tradicionales: Los partidos centristas y de izquierda continúan oponiéndose a la integración de la ultraderecha en coaliciones gobernantes y, a menudo, establecen «cordones sanitarios» para limitar su influencia.
  • Impacto en la gobernabilidad a largo plazo. Si bien hay un aumento en el apoyo a los partidos de ultraderecha, su capacidad para mantener y consolidar ese apoyo a largo plazo depende de su habilidad para gobernar de manera eficaz y resolver los problemas que los votantes perciben como prioritarios.

Sea como fuere, las perspectivas futuras de crecimiento para los partidos de ultraderecha en Europa son muy favorables. Su influencia está destinada a seguir creciendo, al menos en el corto plazo.

Si estos partidos políticos logran superar sus diferencias internas y formar coaliciones efectivas, podrían aumentar significativamente su poder e influencia en la política europea. Sin embargo, la resistencia de los partidos tradicionales y las dinámicas cambiantes del panorama político europeo serán factores críticos que determinarán la magnitud de este crecimiento.

Dada la convergencia de todos estos factores, es relativamente alta la probabilidad de que estos partidos experimenten un aumento significativo en su influencia durante los próximos cinco años.

Si bien no se trata de un análisis riguroso, considerando la información disponible y los análisis de varias fuentes, creo que podemos estimar que, la probabilidad de que se confirme un incremento significativo en la influencia de los partidos de ultraderecha en Europa en los próximos cinco años, se puede situar en un rango de entre el 70% y el 80%. Un rango de probabilidades que toma en cuenta tanto los factores favorables como los desafíos mencionados anteriormente.

¿Qué podemos esperar del crecimiento de los partidos populistas y de extrema derecha en las elecciones al Parlamento Europeo de 2029?

Para responder a esta pregunta, es necesario realizar un ejercicio de «política ficción».

Como apuntara anteriormente, insisto en que la proyección que voy a realizar no tiene una base científica o metodológica, sino que se basa en mi experiencia.

Hecha esta puntualización, considero que, si las circunstancias les son favorables, los partidos políticos de ultraderecha en Europa podrían alcanzar una tasa de crecimiento anual en torno al 5% durante los próximos 5 años.

Si se confirmara esta tendencia de crecimiento anual del 5%, los partidos populistas y de extrema derecha, aplicando la fórmula de la tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR), podrían aumentar su representación en el Parlamento Europeo de un 28,47% en 2024 a aproximadamente un 35,58% en 2029. Esto implicaría un incremento significativo en su influencia política y su capacidad para afectar las políticas y decisiones dentro de la Unión Europea.

Si los factores que favorecen este crecimiento, descritos anteriormente, se comportan de tal forma que compensen los desafíos o limitaciones que estos partidos deben afrontar, y si la estimación de crecimiento se confirma, y logra superar ese crecimiento del 5% anual que hemos estimado, la representación de los partidos populistas y de extrema derecha en el Parlamento Europeo en 2029 podría alcanzar entre 349 y 369 eurodiputados (actualmente son 205). En el caso más favorable para estas fuerzas políticas, esto supondría una representación de entre el 48.4% y el 51.2% de la Eurocámara (actualmente representan el 28.47%).

Esto significa que los partidos de ultraderecha podrían llegar a constituir casi la mitad, o incluso la mayoría, del Parlamento Europeo si la tendencia actual de crecimiento se mantiene.

Un futuro marcado por la ultraderecha.

Llegados a este punto, la pregunta que nos surge es: si tuviera lugar este incremento de los partidos populistas y de extrema derecha en Europa, ¿cuáles serían las posibles consecuencias para la sociedad europea?

Por un momento, imaginemos que, sin llegar a las cifras indicadas anteriormente, las que hemos marcado como probables en el mejor de los casos, esta tendencia continúa y, del 28,47% actual, en las elecciones del año 2029, estas formaciones políticas logran alcanzar aproximadamente un 38,3% de representación en el Parlamento Europeo.

Si esto ocurre, estaríamos hablando de una mayor influencia y podría tener consecuencias realmente significativas para la sociedad europea.

A continuación, apunto algunas de las posibles implicaciones que creo que podrían surgir.

1. Cambios en la política migratoria.

Los partidos populistas y de extrema derecha podrían influir en la toma de decisiones políticas, impulsando políticas migratorias más restrictivas. Esto supondría cambios significativos que implicarían:

  • Restricciones más severas: Implementación de políticas más duras para la admisión de inmigrantes y refugiados.
  • Repatriaciones: Aumento de las deportaciones y medidas para facilitar el retorno de inmigrantes a sus países de origen.
  • Seguridad fronteriza: Mayor inversión en controles fronterizos y medidas de seguridad.

2. Impacto en la integración europea.

Estos partidos tienden a ser euroescépticos, una posición ideológica que dudamos que cambien a lo largo de estos cinco años. De hecho, si se produce este crecimiento electoral, es una postura que se reforzará y podría materializarse en:

  • Descentralización del poder: Propuestas para devolver más poder a los estados miembros, reduciendo la autoridad de las instituciones centrales de la UE.
  • Referendos nacionales: Aumento de la demanda de referendos para decidir sobre la permanencia en la UE o sobre tratados específicos.
  • Bloqueo de la integración: Obstaculización de iniciativas para una mayor integración política y económica.

3. Políticas económicas y sociales.

Quizás sea este el ámbito donde sus posturas ideológicas van a ser más efectivas y se implementarán casi de inmediato. Esto implicaría:

  • Proteccionismo económico: Mayor énfasis en políticas económicas proteccionistas para proteger las industrias nacionales frente a la competencia extranjera.
  • Desregulación: Posible reducción de regulaciones laborales y ambientales para favorecer el crecimiento económico nacional en cada uno de los Estados miembros de la UE.
  • Políticas sociales restrictivas: Reducción de programas de bienestar social dirigidos a inmigrantes y posibles cambios en las políticas de igualdad de género y derechos LGBTQ+.

4. Impacto en la cohesión social.

Sin lugar a duda, este sería uno de los impactos más significativos, lo que implicaría:

  • Aumento de la polarización: Mayor división entre diferentes grupos sociales y políticos dentro de los países y entre los estados miembros de la UE.
  • Conflictos sociales: Posibles aumentos en la tensión social y en incidentes de xenofobia y racismo, impulsados por retóricas nacionalistas y excluyentes.
  • Movilización de la sociedad civil: Reacciones y movilizaciones de organizaciones de derechos humanos, grupos progresistas y comunidades afectadas para contrarrestar las políticas restrictivas.

5. Influencia en la política exterior.

Quizás este aspecto sea el más complejo de analizar porque, en política internacional es donde existen las mayores diferencias entre las distintas familias de la extrema derecha en Europa, pero, en caso de que se acerquen posturas podríamos asistir a cambios sustanciales en dos frentes donde, tradicionalmente, ha existido un amplio consenso en la Unión Europea, que son:

  • Relaciones con países no europeos: Posible realineación de las relaciones exteriores, incluyendo una postura más dura frente a países de fuera de la UE y cambios en las políticas comerciales.
  • Relaciones con Rusia y Estados Unidos: Influencia en la política exterior de la UE respecto a potencias globales como Rusia y Estados Unidos, posiblemente buscando un enfoque más aislacionista o de cooperación selectiva.

6. Agenda verde, medio ambiente y cambio climático.

En este tema sí hay un amplio consenso dentro de este grupo ideológico, lo que nos llevaría a tomar decisiones que implicarían:

  • Retroceso en políticas ambientales: Posible debilitamiento de las políticas y compromisos ambientales, con un menor enfoque en la lucha contra el cambio climático y la sostenibilidad.
  • Conflictos sobre el Green Deal: Bloqueo o dilución de iniciativas como el Pacto Verde Europeo, afectando los esfuerzos de la UE para liderar en la acción climática global.

En definitiva, el incremento en la representación de los partidos populistas y de extrema derecha en el Parlamento Europeo podría acarrear cambios significativos en las políticas migratorias, la integración europea, las políticas económicas y sociales, la cohesión social, la política exterior y las políticas ambientales. Estos cambios podrían intensificar la polarización dentro de los estados miembros y en la UE en general, creando un entorno político y social más conflictivo y dividido.

Entre el auge de la ultraderecha y la incertidumbre.

La reciente evolución política en Europa ha puesto de relieve un cambio significativo en el panorama parlamentario: el ascenso de los partidos de ultraderecha. Con 205 escaños en el Parlamento Europeo, lo que representa el 28,47% de la representación total, estos partidos han alcanzado una presencia notable que refleja un descontento creciente con las políticas tradicionales y una mayor aceptación de posturas radicales.

Este crecimiento se ve favorecido por una convergencia de factores económicos, sociales y políticos. La persistente crisis económica, la percepción de una gestión inadecuada de la inmigración y la inseguridad han alimentado el descontento popular, impulsando el apoyo a opciones políticas más extremas. Además, la normalización de las retóricas de ultraderecha por parte de algunos partidos centristas ha contribuido a legitimar sus posturas.

Sin embargo, el auge de la ultraderecha no está exento de desafíos. Las divisiones internas y las diferencias ideológicas significativas entre estos partidos, especialmente en temas como el apoyo a Ucrania o las relaciones con Rusia, limitan su capacidad para formar un frente unido y ejercer una influencia cohesiva. Asimismo, la resistencia continua de los partidos tradicionales y la implementación de cordones sanitarios siguen siendo barreras importantes para su avance.

Las proyecciones más optimistas, si las tendencias actuales se mantienen, indican que estos partidos políticos podrían llegar a representar entre el 48,4% y el 51,2% del Parlamento Europeo en 2029, con un número de eurodiputados que oscilaría entre 349 y 369. No obstante, este escenario está sujeto a múltiples variables y desafíos que podrían modificar estas previsiones.

La política europea se encuentra en constante cambio, y aunque las señales actuales apuntan a un incremento en la influencia de los partidos de ultraderecha, el futuro no está escrito. La capacidad de estos partidos para superar sus divisiones internas, las respuestas de los partidos tradicionales y los eventos socioeconómicos y políticos futuros jugarán un papel crucial en determinar la configuración del Parlamento Europeo en los próximos años. En este contexto dinámico y en evolución, la incertidumbre permanece, y el desarrollo de los acontecimientos continuará siendo observado con atención.

Estos resultados hipotéticos subrayan la importancia de la participación democrática y la necesidad de un diálogo continuo y constructivo entre diferentes fuerzas políticas y la sociedad civil para abordar los complejos desafíos que enfrenta Europa. El fortalecimiento de la ultraderecha en el Parlamento Europeo supone un reto para la democracia y la cohesión europea. Es fundamental comprender las causas de este fenómeno y promover el diálogo y la cooperación entre las diferentes fuerzas políticas para defender los valores fundamentales de la Unión Europea.

Se requiere un análisis profundo y una respuesta firme por parte de las instituciones europeas y los gobiernos nacionales para hacer frente a este complejo fenómeno y defender los valores fundamentales de la democracia, la cohesión social y el respeto a los derechos humanos en Europa.

El futuro de Europa, en definitiva, está en manos de sus ciudadanos y líderes políticos. Si bien las tendencias actuales son significativas, el curso final de la historia aún está por decidirse.

El futuro de Europa no está escrito, pero depende de las acciones que se tomen hoy para asegurar un futuro próspero, democrático y respetuoso con los derechos humanos para todos los europeos.

Fotos: Imágenes generadas con IA.

EUROPA Y LOS FANTASMAS DEL PASADO.

La Europa contemporánea ante los fantasmas del pasado: El auge del populismo y de la extrema derecha como reflejo de la República de Weimar.

Europa se encuentra en una encrucijada histórica. La creciente influencia de partidos populistas y de extrema derecha, combinada con una serie de tensiones económicas, sociales y políticas, en algunos ámbitos, ha generado preocupaciones sobre la posible repetición de los mismos errores del pasado.

Una encrucijada histórica que nos enfrenta a desafíos que, aunque nos resistamos a considerarlo, en cierto modo, evocan inquietantes paralelismos con los tiempos de la República de Weimar, aquella que surgió en Alemania tras la Primera Guerra Mundial y colapsó bajo el peso del nazismo.

A pesar del espacio-tiempo que nos separa de aquel momento histórico, los acontecimientos sociales y políticos a los que Europa debe enfrentarse tras los resultados de las últimas Elecciones al Parlamento Europeo y el crecimiento de corrientes populistas y de extrema derecha en buena parte de los estados miembros de la Unión Europea, resulta inevitable e inquietante tomar como referente este triste momento de la historia como referencia para el análisis del presente.

Hace tiempo que ando dando vueltas a esta idea y, ahora, en este artículo, quisiera explorar las similitudes y diferencias entre ambos contextos, así como reflexionar sobre los riesgos a los que nos enfrentamos y las posibles estrategias para evitar que Europa vuelva a caer en los abismos de la historia.

Estableciendo ciertas similitudes y diferencias entre ambos períodos históricos, no pretendo otra cosa que intentar comprender los factores que pueden influir en el destino futuro de nuestro continente.

Aunque de forma muy somera, intentaré explorar cómo el auge de los partidos populistas y de extrema derecha, así como el descontento social y económico, la desconfianza en las instituciones democráticas por amplios sectores de la sociedad, en especial los más jóvenes y aquellos que residen principalmente fuera de los núcleos urbanos y desconfían de una élite burguesa que les menosprecia, están configurando el panorama político europeo contemporáneo, y qué lecciones podemos extraer del colapso de la República de Weimar para evitar repetir los errores del pasado.

República de Weimar vs. Europa actual.

Como punto de partida, sin pretender realizar un análisis exhaustivo, quiero abordar algunos aspectos clave que nos permitirán establecer ciertas comparaciones entre la República de Weimar y la Europa actual.

Si bien no se trata de establecer paralelismos absolutos, resulta ineludible analizar las similitudes y diferencias entre ambos contextos históricos para comprender los desafíos que enfrenta Europa en la actualidad.

La República de Weimar.

Para comprender a fondo los desafíos que enfrentó la República de Weimar, es necesario contextualizarla en su época. Surgida en 1919 tras la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial y la abdicación del emperador Guillermo II, la República de Weimar nació en un panorama marcado por la humillación nacional.

El Tratado de Versalles, firmado tras la guerra, impuso a Alemania severas condiciones que exacerbaron este sentimiento de humillación. Las exorbitantes reparaciones económicas y las drásticas restricciones militares generaron un profundo resentimiento y descontento entre la población alemana, caldo de cultivo perfecto para el surgimiento de movimientos extremistas.

La humillación nacional tras la Primera Guerra Mundial no fue el único factor que contribuyó a la inestabilidad de la República de Weimar. A ella se sumaron dos elementos cruciales: una profunda crisis económica y social, y una marcada inestabilidad política.

La República de Weimar se vio azotada por crisis económicas de gran magnitud, siendo la hiperinflación de 1923 la más devastadora. Este fenómeno destruyó los ahorros de la clase media y provocó un sufrimiento generalizado en la población. Además, la Gran Depresión de 1929 agravó aún más la situación, llevando a un desempleo masivo y a un colapso económico que devastó la sociedad alemana. La pobreza generalizada se convirtió en un caldo de cultivo para el descontento social y político.

Y a todo ello se sumaría una profunda inestabilidad política derivada de la fragmentación del panorama político y de la ausencia de una mayoría estable en el Reichstag, lo que dio lugar a gobiernos débiles y de corta duración, así como a coaliciones inestables.

Además, la polarización y la violencia política fueron problemas recurrentes durante este periodo. Intentos de golpe de Estado, como el Putsch de Kapp en 1920 y el Levantamiento Espartaquista en 1919, evidenciaron la fragilidad del sistema democrático de Weimar.

La combinación de estos tres factores, humillación nacional, crisis económica y social, e inestabilidad política, crearon una tormenta perfecta que permitió el ascenso de movimientos extremistas, como el nazismo, que finalmente acabaron con la República de Weimar.

La Europa Actual.

Tras analizar el contexto histórico de la República de Weimar, surge una pregunta inevitable: ¿qué similitudes podemos encontrar con la Europa actual? Para responderla, es necesario elaborar una «foto fija» de la Europa Contemporánea, identificando los factores de inestabilidad que la caracterizan.

La Europa actual se encuentra en un momento crucial de su historia. Para comprender los desafíos que enfrenta, es necesario analizar a fondo la situación actual del continente que pasa por identificar aquellos factores clave que configuran esa «foto fija» de la Europa Contemporánea.

En principio, creo que estos factores de inestabilidad son los que enumero a continuación.

(1) Inestabilidad económica y social.

Las últimas décadas han estado marcadas por una serie de crisis económicas, desde la crisis financiera de 2008 hasta las consecuencias económicas de la pandemia de COVID-19. Estas crisis han tenido un impacto devastador en la sociedad europea, exacerbando la desigualdad y precarizando el empleo.

El descontento social generado por estas crisis se ha visto amplificado por la polarización social, creando un terreno fértil para el surgimiento de movimientos populistas y de extrema derecha.

(2) Desconfianza en las instituciones.

La desconfianza en las instituciones, tanto de la Unión Europea como de los gobiernos nacionales, ha ido creciendo en los últimos años. Un fenómeno se ha alimentado de la percepción de ineficacia y la desconexión de las élites políticas, económicas y financieras con respecto a las necesidades de los ciudadanos.

Esta desconfianza ha llevado a muchos ciudadanos a sentir que estas no son capaces de resolver sus problemas y que están desconectadas de sus necesidades básicas. Una situación ha sido hábilmente explotada por partidos populistas y de extrema derecha, que se presentan como alternativas viables a la política tradicional.

(3) Auge del populismo y la extrema derecha.

La desconfianza en las instituciones tradicionales y el auge de movimientos nacionalistas y de extrema derecha suponen una amenaza para la democracia en Europa.

El auge de partidos populistas y de extrema derecha es un fenómeno que se ha ido gestando de forma gradual en gran parte de los países europeos. Han logrado capitalizar el descontento social, la inseguridad y el nacionalismo para ganar apoyo electoral y que se presentan como defensores de los intereses nacionales frente a una élite política percibida como corrupta e ineficaz.

El éxito de estos partidos en las últimas elecciones al Parlamento Europeo, así como su cada vez mayor representación muchos de los Estados miembros de la Unión Europea, representa un desafío importante para la política europea en los próximos años.

(4) Crisis migratoria.

La llegada masiva de refugiados y migrantes ha generado tensiones sociales y políticas en algunos países europeos.

La gestión de los flujos migratorios y la integración de los recién llegados se han convertido en retos complejos que requieren soluciones conjuntas y coordinadas a nivel europeo.

Este es uno de los importantes retos a los que se enfrenta la Europa actual, que no es otro que la necesidad de abordar las causas profundas de la migración, como la pobreza, la guerra y la persecución, para lograr una gestión sostenible y humana de los flujos migratorios.

(5) Un aparente debilitamiento de la Unión Europea.

Aunque pareciera superada la crisis del euro y el Brexit que, en su momento, pusieron en jaque la unidad y el futuro de la Unión Europea, cada vez surgen nuevas corrientes políticas que, en los últimos años, generan dudas sobre el proyecto europeo, impulsando y han dado lugar a movimientos euroescépticos y nacionalistas en algunos países miembros, por lo que resulta necesario fortalecer la cohesión interna de la Unión Europea, profundizar en la integración y abordar los desafíos comunes de forma conjunta para garantizar el futuro del proyecto europeo.

(6) Amenazas geopolíticas.

La creciente influencia de Rusia y China en el escenario internacional, así como el auge de grupos terroristas, representan nuevas amenazas para la seguridad de Europa.

La guerra en Ucrania, así como los efectos a inestabilidad en algunas regiones del mundo, como Oriente Medio y el norte de África, también supone un riesgo para la seguridad europea que requiere la necesidad de reforzar la defensa común europea, promover la cooperación internacional y luchar contra el terrorismo para garantizar la seguridad de los ciudadanos europeos.

Similitudes entre la República de Weimar y la Europa Actual.

El análisis de los factores de inestabilidad en la Europa Contemporánea nos lleva a observar, de forma inevitable, algunas similitudes con la República de Weimar.

Ante este panorama, surge la necesidad de comprender cuáles son esos «fantasmas del pasado» que asechan a la nueva Europa. Para ello, propongo realizar un ejercicio de reflexión que establezca paralelismos entre la Europa actual y la República de Weimar en la Alemania previa a la Segunda Guerra Mundial.

En este sentido, considero que existen cinco inquietantes similitudes bien delimitadas.

Inestabilidad política y amenazas geopolíticas.

Quizás sea este el primero de los elementos en el que podemos establecer ciertas similitudes entre ambos períodos de la historia de Europa.

Si por algo se caracterizó la República de Weimar, fue por una gran inestabilidad política, con frecuentes cambios de gobierno, coaliciones inestables.

Hoy en día, especialmente tras las últimas elecciones al Parlamento Europeo en la actual Europa, tanto el auge de movimientos populistas y de extrema derecha en muchos países miembros de la Unión Europea, como si capacidad de influencia en la toma de decisiones, hace que rememoremos el periodo marcado por la República de Weimar.

En la Europa actual, esta nueva situación, probablemente se materializará en gobiernos cada vez más débiles, legislaturas más complejas y una mayor fragmentación política que va a dificultar la gobernabilidad, de tal modo que, .al igual que lo ocurrido durante la República de Weimar, podrían llevar a una inestabilidad política similar, con gobiernos ineficaces y crisis económicas derivadas de políticas aislacionistas y proteccionistas.

Y si esto no fuera suficiente, hay que añadir las amenazas geopolíticas que, en el caso de la República de Weimar, ésta estuvo seriamente amenazada por potencias extranjeras, y en la Europa actual, vienen de cómo puede evolucionar la guerra en Ucrania, la creciente influencia de Rusia y China o el impacto de la inestabilidad en algunas regiones del mundo, como Oriente Medio y el norte de África, que también suponen un riesgo para la seguridad de Europa.

En definitiva, inestabilidad política y las amenazas geopolíticas, desafíos que comparten la República de Weimar y la Europa actual.

Abordar estos desafíos de manera efectiva requiere de un esfuerzo conjunto por parte de los gobiernos, las instituciones y la sociedad civil. Un esfuerzo que en el caso de la República de Weimar no dio sus frutos y, en la Europa actual, toma forma de desafío.

Igual que lo ocurrido durante la República de Weimar, estos factores, pueden llevar a Europa actual a una inestabilidad política similar, con gobiernos ineficaces y crisis económicas derivadas de políticas aislacionistas y proteccionistas. Una inestabilidad que, en ambos contextos históricos, es capaz de crear un terreno fértil para el surgimiento y la consolidación de movimientos extremistas.

Descontento social y polarización.

Tanto en la República de Weimar como en la Europa contemporánea, los efectos nocivos de la economía en amplios sectores sociales, es el principal combustible que alimenta un creciente descontento social. Sin embargo, es justo decir que la propia integración económica de la Unión Europea, así como las redes de seguridad social existentes en la actualidad, nos ofrecen un contexto diferente.

El descontento social y una creciente polarización política y social es otro de los fantasmas del pasado que se cierne sobre Europa.

Durante la República de Weimar, el descontento social y la polarización fueron intensos, con una sociedad dividida entre extremos políticos y una creciente radicalización. Las crisis económicas y la humillación del Tratado de Versalles alimentaron este descontento. Pero, salvando la distancia histórica, en la Europa de hoy, especialmente la que ha surgido tras las últimas elecciones al Parlamento Europeo, el aumento de la polarización social y las tensiones étnicas y culturales podrían reflejar una situación similar a la vivida durante la República de Weimar, donde el descontento con las políticas tradicionales y los problemas económicos fomentan la radicalización y el apoyo a partidos extremos.

Si bien, durante la República de Weimar, la hiperinflación de 1923 y la Gran Depresión de 1929 devastaron la economía alemana, fomentando un profundo descontento social, de manera similar, la crisis financiera de 2008, la pandemia de la COVID-19 y la guerra entre Rusia y Ucrania, incluyendo los efectos colaterales de la crisis en Oriente Medio, poco a poco y como si de un goteo constante se tratara, a pesar de la fortaleza económica y la capacidad de resiliencia de la Unión Europea, ha causado importantes efectos económicos negativos en amplios sectores de la sociedad europea, generando altos niveles de desigualdad, ampliando la brecha social y económica entre una élite de pocos «ricos» y amplios sectores de una sociedad cada vez más empobrecida, con cada vez menor capacidad de ahorro y menos perspectivas de futuro. Un contexto que, en la Europa de hoy, como ocurriera en el pasado, ha sido el caldo de cultivo que ha alimentado el descontento social y ha facilitado el ascenso de partidos populistas y de extrema derecha que, repitiendo el mismo manual, aunque adaptado a los nuevos tiempos y las nuevas tecnologías de la información, han logrado calar en estos sectores de la sociedad europea, con sus promesas de soluciones rápidas y radicales a problemas complejos.

Crisis de confianza en las instituciones.

Otro de los elementos que comparte la Europa actual con la República de Weimar es la creciente desconfianza de los ciudadanos hacia sus instituciones, tanto las propias de la Unión Europea como las nacionales de los estados miembros.

En ambos períodos, la desconfianza en las instituciones democráticas es un factor clave. Sin embargo, es importante matizar que la Europa contemporánea cuenta con una estructura institucional más sólida y resiliente que la existente durante la República de Weimar. La propia existencia de instituciones como la Unión Europea y la OTAN, proporcionan un marco de estabilidad y seguridad que no existía en aquel periodo de la historia de Europa.

No obstante, la desconfianza en las instituciones democráticas sigue siendo un problema preocupante en la actualidad. Un ejemplo claro es el ascenso de partidos políticos populistas y de extrema derecha que explotan este sentimiento para ganar votos.

Durante la República de Weimar, la desconfianza en las instituciones democráticas, sumada a la percepción de que no podían resolver los problemas del país, contribuyó decisivamente al ascenso del Partido Nazi. De forma similar, en la Europa actual, la desconfianza hacia las instituciones de la Unión Europea y los gobiernos nacionales, alimentada por factores como la nunca olvidada crisis del euro, el Brexit o la gestión de la pandemia de la COVID-19, podría llevar a un escenario similar.

Es importante recordar que la desconfianza hacia las instituciones no es un fenómeno inevitable. Es posible revertir esta tendencia mediante políticas públicas que respondan a las necesidades de los ciudadanos y fortalezcan la transparencia y la rendición de cuentas de las instituciones.

En definitiva, la desconfianza institucional fue un serio desafío para la República de Weimar y que, la Europa actual, ha de tener que enfrentar.

Si bien la Europa contemporánea cuenta con una estructura institucional más sólida, la desconfianza sigue siendo un problema preocupante que debe ser abordado de manera efectiva para preservar la democracia y el bienestar de los ciudadanos.

Crecimiento de partidos políticos populistas/extremistas.

Solo hemos de hacer un poco de memoria y recordar que, durante la República de Weimar, la ineficacia del sistema político y el descontento social permitieron el ascenso de partidos extremistas, como el Partido Nazi, que prometían soluciones radicales a los complejos problemas del país.

Un fantasma del pasado que parece resurgir en la Europa actual, donde los partidos populistas y de extrema derecha podrían seguir creciendo en los próximos años y que, al igual que se hicieran en el pasado, centran su «propaganda» en prometer soluciones simplistas y radicales a los problemas complejos que tiene la Europa de hoy, ganando apoyo entre una población cada vez más desilusionada y desesperada por reemplazar a la actual clase política, a los partidos políticos tradicionales que sienten les han abandonado.

Una tipología de partidos políticos que, en ambos casos, han sabido y saben gestionar eficazmente su comunicación, basada en fuertes liderazgos una retórica suficientemente emotiva como para lograr más y más adeptos a sus postulados.

En este sentido, nos viene a la memoria cómo, durante la República de Weimar, los nazis fueron los maestros en la utilización de una propaganda extremadamente eficaz, con una retórica capaz de movilizar el apoyo de las masas, aprovechando principalmente el resentimiento y el miedo.

Han pasado los años, la tecnología al servicio de la comunicación de masas ha avanzado hasta niveles impensables y, en la Europa de hoy, ha vuelto a ocurrir. Los partidos populistas y de extrema derecha han sabido adaptarse a los tiempos y a la tecnología del momento, sabiendo utilizar como nadie las redes sociales al servicio de la propaganda emocional para captar la atención del electorado, especialmente de los jóvenes y otros grupos de descontentos, empleando tácticas similares de manipulación y movilización.

Además, en la Europa actual, tenemos figuras como Giorgia Meloni en Italia, Viktor Orbán en Hungría, o el tándem Marine Le Pen y Jordan Bardella en Francia que han sabido entender las claves de la sociedad europea actual, en especial, en sus países. Con la ayuda de la nueva tecnología, en especial, las redes sociales y la inteligencia artificial, han logrado adaptar su discurso, trabajado eficazmente por intentar «desdemonizar» sus posiciones radicales ligadas a momentos del pasado, dando un “aire nuevo» a sus formaciones políticas.

Su éxito ha estado en la capacidad de presentarse como una alternativa viable para esos sectores de la población descontentos con las instituciones y élites políticas que no les perciben como opciones tan radicales y, hasta cierto punto, son percibidas como «moderadas» frente a otros partidos tradicionales.

El caso más paradigmático es Jordan Bardella que, a pesar del resultado obtenido en las últimas elecciones legislativas en Francia, ha contribuido de manera decisiva a renovar la imagen de su partido, Rassemblement National, atrayendo a un electorado más joven y utilizando eficazmente las redes sociales para movilizar a sus seguidores.

Estos líderes han aprovechado el descontento social y económico, la desconfianza en las instituciones y el temor a la inmigración para construir una base de apoyo sólida, tal y como lo hiciera en su momento el Partido Nazi en la Alemania de Weimar. Mismos objetivos, misma estrategia y utilizando los canales de comunicación emergentes en cada momento.

Sin embargo, a diferencia del liderazgo del Partido Nazi, estas formaciones populistas y de extrema derecha no abogan por una agenda expansionista o genocida, lo que marca una diferencia significativa y radical en términos de ideología y objetivos políticos. Pero eso sí, en ambos casos, ambos se presentaban como una alternativa viable y enfrentada a la decadencia de los partidos tradicionales y de las instituciones del momento. Su enfoque en la soberanía y la identidad nacionales, ligada a liderazgos fuertes y carismáticos, ha resonado con amplios sectores del electorado.

Con todo ello, vemos que, el auge del nacionalismo y del populismo es otra de las características principales compartidas por la República de Weimar y por la Europa actual. Las sucesivas crisis económicas, el empobrecimiento de amplios sectores de la sociedad, la precariedad en los trabajos, la desconfianza en las instituciones y la inmigración han impulsado el crecimiento de estos movimientos en Europa. Los partidos populistas y de extrema derecha han ganado terreno en las últimas elecciones europeas y nacionales, poniendo en riesgo la estabilidad democrática en algunos países.

Exacerbado nacionalismo y actitudes anti migratorias/xenófobas.

Quizás, el tercer paralelismo que podemos encontrar es el sentimiento de nacionalismo y xenofobia, elementos comunes, aunque el contexto y la intensidad varían.

En la Europa actual, en general, los partidos de corte populista y de extrema derecha promueven un discurso euro escéptico, potenciando la soberanía nacional, al tiempo que centralizan sus propuestas en impulsar políticas anti inmigración. Factores ambos comunes con los tiempos de la República de Weimar, aunque, por el momento, no abogan por la violencia extrema y la expansión territorial como ocurrió durante aquel periodo histórico.

El nacionalismo y la xenofobia es ese complejo fantasma del pasado que ofrece similitudes importantes y sumamente inquietantes que, casi siempre suelen ir muy unidos de la mano.

El nazismo promovió un nacionalismo extremo y una xenofobia intensa, culpando a minorías como los judíos de los problemas de Alemania. De manera similar, muchos partidos de extrema derecha en Europa hoy en día abogan por políticas estrictas de inmigración y se oponen vehementemente a la multiculturalidad, culpando a los inmigrantes de la inseguridad y los problemas económicos, posturas que, de forma preocupante, parece que también están asumiendo partidos políticos tradicionales de corte conservador y no tan radical.

Diferencias fundamentales entre la República de Weimar y la Europa actual.

A pesar de las similitudes, hay diferencias fundamentales entre ambos contextos que podrían actuar como barreras contra la repetición de los errores del pasado.

(1) Contexto internacional diferente.

La situación geopolítica y las alianzas internacionales actuales son muy diferentes a las de la época de la República de Weimar, con una mayor interdependencia económica y mecanismos internacionales más robustos para la resolución de conflictos.

El hecho de que la economía de la Unión Europea esté profundamente integrada en el sistema económico global y su participación en una alianza como la OTAN, es lo que proporciona un nivel adicional de disuasión contra posibles conflictos en suelo europeo y, salvando la situación en Ucrania, que aspira a ser país miembro de la Unión Europea, hace que una hipotética guerra a mayor escala sea extremadamente costosa y perjudicial para todas las partes involucradas.

(2) Instituciones europeas y globales.

Como ya hemos apuntado, la existencia de la Unión Europea y otras instituciones globales proporciona un marco para la cooperación y la resolución de conflictos que no existía en el período de entreguerras, lo que podría actuar como un amortiguador contra una crisis similar.

Las instituciones democráticas en Europa hoy son más fuertes y resilientes que las de la República de Weimar. La Unión Europea, con todos sus desafíos, proporciona un marco de cooperación política y económica que promueve la estabilidad y la resolución pacífica de disputas.

(3) Conocimiento histórico.

Aunque para las generaciones más jóvenes la experiencia histórica del ascenso del nazismo y la Segunda Guerra Mundial les resulte algo ajeno o que solo sea parte de una historia que no les incumbe. Lo cierto es que esta mirada hacia el pasado proporciona a la sociedad europea y a los líderes actuales, una lección importante sobre los peligros de los extremismos, lo que podría ayudar a prevenir una repetición exacta de eventos similares a aquellos.

De alguna forma, la memoria histórica del nazismo puede seguir constituyendo una poderosa advertencia contra los movimientos extremistas. Y ello en la medida que, la mayor parte de la sociedad europea es plenamente consciente de los peligros del autoritarismo y del fascismo, lo que puede contribuir a una mayor vigilancia y resistencia frente a estas tendencias.

Las lecciones aprendidas de la Segunda Guerra Mundial que han llevado a la creación de salvaguardias legales e institucionales para prevenir el ascenso de regímenes autoritarios en Europa, es la otra gran diferencia respecto al período de entreguerras.

Posibles escenarios futuros en la Europa actual.

El futuro de Europa en este contexto es incierto. A corto y medio plazo, creo que se presentan tres escenarios que lo condicionarán todo y que, a mi juicio, son los que indico a continuación.

La evolución del conflicto entre Rusia y Ucrania.

Un conflicto que, a su vez, presenta varios escenarios posibles. Un escenario de guerra prolongada de desgaste, que podría llevar a un estancamiento prolongado con altos costos humanos y económicos. Otro escenario podría implicar una congelación del conflicto con una resolución diplomática forzada por terceros países, lo que podría traer una paz inestable. También existe la posibilidad de que el conflicto se intensifique, involucrando a más países y desestabilizando aún más la región.

Sea como fuere, se trata de una situación y un dilema muy complejo de dirimir ya que, si la guerra entre Rusia y Ucrania se intensifica, las tensiones en Europa podrían ir en aumento, exacerbando de esta forma nuevos problemas económicos y sociales, fortaleciendo aún más a los partidos populistas y de extrema derecha que, por lo general, son más afines a Rusia.

El impacto del populismo y del auge de la extrema derecha en la política europea.

Estoy convencido que, en los próximos años, esta situación va a influir, y mucho, en cuál va a ser la nueva política internacional de la Unión Europea. En especial, sobre cuál va a ser la posición de Europa frente al conflicto de Ucrania, las futuras relaciones con Rusia, China y unos Estados Unidos de Norteamérica con un previsible Donald Trump como inquilino en la Casa Blanca.

Pero también van a alimentar un incremento en las tensiones migratorias y posiciones euro escépticas que pueden impedir el impulso tan necesario que requiere la Unión Europea para no perder influencia en un cada vez más complejo contexto de influencia internacional y de fuerte cambio tecnológico. De igual modo, podemos asistir a un retroceso de derechos sociales alcanzados en todos estos años, pero habrá que esperar a las medidas que, en el ámbito de cada país, van a tomar estas fuerzas políticas en sus gobiernos nacionales y la influencia que puedan tener en las políticas europeas.

Sea como fuere, el auge de los partidos populistas y de extrema derecha podría influir en la estabilidad política en Europa.

Si estos partidos ganan mayor influencia y capaz de influir en las políticas europeas, quizás podríamos ver una reducción al apoyo a Ucrania que puede terminar por fortalecer la posición de Rusia, desestabilizar la cohesión política y de seguridad de la Unión Europea, al tiempo que condicionarían la construcción del proyecto europeo.

Estrategias para la resiliencia democrática de las instituciones europeas.

Nos referimos a una resiliencia democrática capaz de hacer frente y resistir el embate de esta corriente populista y de extrema derecha que recorre toda Europa y que también tiene lugar más allá de sus fronteras territoriales.

Quizás nos viene a la mente lo ocurrido en la segunda vuelta de las últimas legislativas europeas que, contra todo pronóstico, el Nouveau Front Populaire, integrado por diversas fuerzas políticas progresistas, lograron, por sorpresa para todos, relegar a una tercera posición a la ultra derecha.

Pero me refiero más a las propias instituciones europeas y a las instituciones nacionales. En especial, a la capacidad de los partidos políticos tradicionales y la actual clase política tradicional para hacer una verdadera autocrítica, elaborar un acertado diagnóstico de la situación y, de forma inmediata, proponer y ejecutar estrategias concretas para fortalecer las instituciones democráticas, promover la inclusión y la justicia social, corregir los desequilibrios territoriales, gestionar los imparables flujos migratorios, mantener la cohesión y la estabilidad en Europa.

Por ese motivo, para evitar los errores del pasado, las políticas europeas han de enfocarse en promover la inclusión y la justicia social, así como aumentar la confianza en las instituciones a través de la transparencia y la rendición de cuentas.

Además, la cooperación y la integración europeas deben fortalecerse para enfrentar los desafíos comunes. Los líderes europeos deben permanecer vigilantes y actuar proactivamente para asegurar un futuro basado en la cooperación y la resiliencia democrática, promoviendo el fortalecimiento de las instituciones democráticas, recuperar la confianza perdida de buena parte de los ciudadanos europeos y lograr mantener la estabilidad que va a permitir alejar los fantasmas del pasado, el fantasma de la República de Weimar.

Sin embargo, si las estrategias para la resiliencia democrática de las instituciones no son las adecuadas y no logran tener un impacto positivo capaz de prevenir un hipotético y quizás probable colapso democrático, similar al de la República de Weimar, el proyecto de Europa habrá fracasado con consecuencias que no queremos ni imaginar.

La resiliencia de las instituciones democráticas, la integración europea y las lecciones del pasado ofrecen una esperanza para evitar la repetición de los errores históricos.

En este sentido, es crucial que los líderes europeos trabajen juntos para abordar las causas subyacentes del descontento social y económico, promoviendo la inclusión, la justicia social y la confianza en las instituciones democráticas y, con ello, hacer frente al crecimiento de posiciones populistas y extremistas que tanto daño pueden hacer a la Europa de los próximos años.

Probabilidades de repetición de la historia.

Llegados a este punto, propongo hacer un ejercicio de política-ficción. En función de los escenarios posibles que he planteado, vemos qué probabilidad puede existir para que los fantasmas del pasado se materialicen en la Europa de los próximos diez, quince o veinte años.

Para hacer este ejercicio, vamos a centrarnos en las probabilidades de que Europa experimente eventos similares a los vividos en la República de Weimar y que llevaron al ascenso del Partido Nazi, con las consecuencias que ya todos conocemos.

Aunque es un tema abierto a debate y todo es discutible, a mi juicio creo que podemos distinguir entre cuatro rangos de probabilidad, basados en los factores de riesgo y escenarios probables que he querido remarcar en este artículo.

Baja Probabilidad (0-20%).

Este rango, el más deseable por todos, sería posible solo si se toman medidas efectivas para abordar los factores de riesgo descritos, tales como fortalecer las instituciones democráticas, promover la cohesión social y manejar las tensiones geopolíticas.

Moderada Probabilidad (20-50%).

Aquí, ya estamos contemplando una situación en la que los principales actores políticos, sociales y económicos no son capaces de abordar adecuadamente algunos factores de riesgo, permitiendo que continúe el crecimiento de partidos populistas, bien de extrema derecha como de extrema izquierda. Además, que no sean capaces de frenar una mayor polarización política y social.

Alta Probabilidad (50-80%).

En este rango entramos en un panorama mucho más preocupante. Un panorama que solo puede ser el resultado de que, queriendo que todo siga igual, nuestros políticos y la sociedad en general no seamos capaces de gestionar adecuadamente la mayoría de los factores de riesgo, todos esos fantasmas que se ciernen sobre la Europa actual, lo que nos llevaría a una inestabilidad política y social significativa en el continente. Esto sí que nos llevaría a aproximarnos peligrosamente a un escenario similar al vivido en la República de Weimar, con el riesgo que ello conlleva.

Muy Alta Probabilidad (80-100%).

Esta sería nuestra peor pesadilla, un escenario extremo que indicaría un colapso casi total de la cohesión y de la gobernabilidad en el contexto de la Unión Europea, con una polarización y radicalización masiva, haciendo casi inevitable la repetición de eventos históricos trágicos, muchos de ellos ya vividos en el pasado.

¿Y qué pasará?

No tengo la respuesta, solo especulaciones, pero, honestamente creo que nos encontramos en un espacio de cierto riesgo sobre el que debemos reflexionar y sobre los que he querido llamar la atención en este artículo.

Personalmente creo que, a fecha de hoy, basándome en las tendencias observadas y los factores de riesgo identificados, la probabilidad de repetir en Europa los mismos errores del pasado se podría situar en un rango de moderado a alto, es decir, podemos encontrarnos en un rango del 20% al 50% de probabilidades de que esto ocurra.

Evidentemente, no hay una base científica para establecer estos porcentajes, pero, sinceramente, creo que dependiendo de la respuesta que los gobiernos, políticos e instituciones europeas den a los desafíos descritos, esta realidad podría ser muy probable y, de ser así, tenemos motivos para preocuparnos.

Medidas preventivas para hacer frente a los fantasmas del pasado.

Llegados a este punto, confieso que no lo he podido evitar. Quiero compartir una serie de medidas que, a mi juicio, pueden ser determinantes para que no se repitan los mismos errores del pasado. Son las medidas que detallo a continuación.

Fortalecer y blindar las instituciones democráticas para recuperar la confianza de la ciudadanía.

Para ello, hemos de reforzar la transparencia, la rendición de cuentas y la eficiencia de las instituciones de la Unión Europea, pero también, es un proceso que ha de darse en los gobiernos nacionales y locales.

Esta es la gran asignatura pendiente de la Unión Europea, que solo se resuelve con una comunicación más eficaz y próxima al ciudadano. Aplicar pedagogía de hoy con las herramientas y la tecnología de hoy, así como con la que está por venir, me refiero a la inteligencia artificial. Es la única forma de protegernos de quienes quieren desestabilizar el modelo democrático y de gobierno que nos hemos dado.

Promoción de la cohesión social en una Europa más justa e inclusiva.

Sin lugar a duda, es una cuestión realmente compleja porque, en este tema, nuestros dirigentes políticos, económicos y sociales han de estar por encima de planteamientos ideológicos os dogmáticos.

Es difícil, pero creo que no imposible. Europa ha de dar un paso más allá de lo que ha hecho hasta ahora para implementar políticas realmente efectivas que reduzcan las desigualdades económicas y sociales, que den respuesta a una inmigración ordenada que compense el creciente envejecimiento poblacional y dé sostenibilidad a nuestro modelo de sociedad del bienestar.

Hablamos de políticas que fomenten la inclusión y sean capaces de combatir la discriminación.

Promover una educación en valores europeos y conciencia cívica.

Para el futuro de Europa es urgente aumentar la educación cívica y la conciencia histórica para evitar la manipulación y la propaganda extremista, más allá de nacionalismos que no van a ninguna parte. Tomar medidas eficaces encaminadas a fomentar la defensa de un modelo justo de sociedad.

Se trata de una apuesta a largo plazo en la que debe de existir un auténtico consenso institucional en el seno de la Unión Europea y en la que han de estar implicados todos sus países miembros.

Más diálogo y diplomacia internacional.

En esto no hay ciencia, no nos queda otra que hablar, hablar y seguir hablando.

Desde el respeto, los diferentes hemos de ser capaces de entendernos, de llegar a consensos por el bien de todos.

Europa ha de redefinir cuál quiere ser su papel en el mundo. Ha de fortalecer las alianzas internacionales y reforzar los esfuerzos diplomáticos para manejar las tensiones geopolíticas y prevenir conflictos.

En este sentido, la guerra en Ucrania va a ser un factor clave porque, la forma en que la diplomacia europea contribuya a resolver este conflicto así será el futuro que le espera a la nueva Europa.

Regulación de las redes sociales y de la inteligencia artificial.

Sé que estamos ante un tema sumamente complejo y que no podemos “poner puertas al campo” pero, aunque la tecnología avance a pasos agigantados, sin que las sociedades y las instituciones sean capaces de adaptarse al mismo ritmo.

Europa ha de ser capaz de afrontar los desafíos que representan las redes sociales y la inteligencia artificial porque, más allá de establecer algún tipo regulación, no podemos permanecer como meros espectadores mientras, quienes quieren desestabilizar nuestras instituciones e influir en la sociedad, utilizan sin control estas plataformas y esta tecnología para alcanzar sus objetivos.

Es por eso por lo que, desde el más absoluto respeto a la libertad, han de implementarse regulaciones específicas encaminadas a combatir la desinformación, el uso malintencionado de las redes sociales y de la inteligencia artificial por parte de actores extremistas.

Todo depende de cómo sepamos gestionar los fantasmas del pasado.

La sombra de la historia se cierne sobre la Europa actual. Los fantasmas del pasado, en forma de populismo y extremismo de derecha, resurgen y evocan inquietantes paralelismos con la República de Weimar, preludio del nazismo. Si bien la historia no se repite exactamente, las lecciones del pasado son invaluables para comprender los riesgos del presente.

Como he querido plantear en este artículo, existen similitudes preocupantes entre el escenario actual en Europa y la situación de la República de Weimar antes del ascenso del Partido Nazi. La desconfianza en las instituciones, el descontento social y económico, y la polarización política son elementos que comparten ambos contextos históricos, creando un terreno fértil para el populismo y el extremismo.

Sin embargo, también hay diferencias significativas que podrían influir en el resultado. La Europa actual cuenta con un marco institucional más sólido, una memoria histórica más robusta y una mayor interdependencia global que la República de Weimar. La Unión Europea, como institución, representa un factor clave en este sentido, ofreciendo un marco diferente que puede ayudar a evitar la repetición de los errores del pasado.

La comprensión de nuestra historia es fundamental para prevenir que los fantasmas del pasado se repitan. La memoria histórica nos permite identificar los errores cometidos y aprender de ellos para construir un futuro mejor. En este sentido, la educación cívica y la conciencia histórica son herramientas fundamentales para construir un futuro basado en la tolerancia, la inclusión y la resiliencia democrática.

Solo la comprensión de nuestra historia, el fortalecimiento de las instituciones europeas y una mayor interdependencia global son factores que podrían ayudar a mitigar el riesgo de un colapso similar al ocurrido en la República de Weimar.

Pero, además de la memoria histórica, la acción proactiva por parte de los líderes europeos es crucial para proteger la Europa de los derechos y del bienestar que hemos logrado construir tras la Segunda Guerra Mundial. Es necesario que surjan nuevos líderes capaces de confrontar la corriente populista y de extrema derecha, defendiendo los valores democráticos y promoviendo la cohesión social.

En última instancia, el destino de Europa dependerá de su capacidad para aprender de la historia, adaptarse a los nuevos desafíos y promover un futuro basado en la cooperación, la inclusión y la resiliencia democrática. Otra cuestión es si esta nueva corriente política populista y de extrema derecha lo va a permitir y, hasta qué punto, va a ser capaz de tensar la sociedad europea durante los próximos cinco, diez o veinte años.

La responsabilidad recae en los líderes y ciudadanos europeos, quienes deben trabajar juntos para combatir el populismo y los extremismos, establecer medidas para promover la tolerancia y educar a las nuevas generaciones sobre los peligros del extremismo.

Nos enfrentamos ante un futuro incierto y, aunque buena parte de la responsabilidad de evitar los errores del pasado recaerá en las nuevas generaciones, dese ya, cada uno de nosotros puede contribuir para disipar estas incertidumbres.  

El futuro de Europa no está escrito. Es un camino que se debe construir con determinación y responsabilidad, tomando como guía las lecciones del pasado y los valores de la democracia, la libertad y la justicia. Solo así se podrá exorcizar definitivamente los fantasmas del pasado y construir una Europa más fuerte, unida y próspera para las generaciones venideras.

Fotos: Imágenes generadas con IA.

EUROPA: EN LA ENCRUCIJADA DE LA IA.

Mi análisis de las Elecciones Europeas 2024. Tercera parte.

Tras dos entregas previas, es turno ahora de esta tercera y última reflexión sobre los resultados de las últimas elecciones al Parlamento Europeo.

En mi primera entrega, hacía referencia a la participación electoral y a los factores que han llevado a los partidos de corte populista y de extrema derecha a obtener resultados tan relevantes, continuando una tendencia observada desde las elecciones del año 2014.

En la segunda entrega, he puesto la atención en lo que he venido a denominar como «el poder de una minoría», sobre el papel que ha jugado el voto joven en estas elecciones y cómo, en el contexto de una población en Europa cada vez más envejecida, plantea ciertos interrogantes sobre el futuro político si los jóvenes continúan votando en mayor proporción que los mayores y, de igual manera, se mantiene su afinidad, cada vez más creciente, hacia propuestas populistas y de extrema derecha, tal y como parece que ha ocurrido en las recientes elecciones.

Ahora, en esta tercera entrega, mi intención es reflexionar acerca del papel que ha comenzado a jugar la inteligencia artificial en los procesos electorales y, de manera particular, cómo esta nueva tecnología ha sido y será utilizada por los partidos políticos populistas y de extrema derecha. También analizaré cómo la inteligencia artificial y la propaganda moderna pueden continuar influyendo en el comportamiento electoral y cómo pueden llegar a definir el futuro de la Unión Europea a corto, medio y largo plazo.

Volvamos a la pregunta: ¿y si el futuro de Europa estuviera en manos de una minoría, de los más jóvenes?

Decía que, a mi entender, los partidos políticos de corte populista y de extrema derecha sí que se han formulado esta pregunta y que han encontrado una respuesta.

De ser así y estar en lo cierto, la respuesta de campaña para estas elecciones europeas de 2024 ha sido muy sencilla: incitar un discurso polarizador que, al final, lo que hace es desincentivar el voto de los electores más jóvenes, y dirigirse a esa minoría, los electores más jóvenes, con un discurso populista, con unas formas y estética «cautivadora», así como, con la ayuda de la inteligencia artificial, utilizando sus canales de comunicación, las redes sociales, en particular TikTok, Instagram, YouTube o Telegram.

Igual este análisis es muy simplista por mi parte, pero ¿qué puede haber de cierto?

Ya son algunos años que me dedico a este mundo de la consultoría política y, este fenómeno, al que ya apuntaba en mi artículo de 2019, se ha ido cociendo a fuego lento y los resultados están ahí. Lo que ha ocurrido es que la irrupción de la inteligencia artificial en, especialmente, el auge de la Inteligencia Artificial Generativa, como es Chat GPT, lo ha precipitado todo.

Fue en mayo de 2020 cuando OpenAI lanzó Chat GPT-3 y, como cualquier nueva tecnología, la aceptación por los más jóvenes fue casi inmediata y superó cualquier expectativa. Pensar que solo en España, pasamos de 1,4 millones de usuarios mensuales de Chat GPT, en diciembre de 2022, a más de 4 millones de usuarios únicos en octubre de 2023, que principalmente eran estudiantes y lo utilizaban para preparar sus trabajos y exámenes.

La versión GPT-4 salió al mercado en marzo de 2023 y, los adultos apenas nos dimos cuenta de lo que estaba pasando hasta finales del pasado año 2023 y muchos, aún no saben de qué va esto.

Aunque es difícil de encontrar datos actualizados a 2024 para España, según la empresa Open AI, a nivel global, Chat GPT ha experimentado un crecimiento más que significativo, con más de 180,5 millones de usuarios mensuales y aproximadamente 100 millones de usuarios activos semanalmente hasta junio de 2024. Y según la misma fuente, Chat GPT ha alcanzado un uso considerable en Europa, con cifras que, en octubre de 2023, alcanzaron alrededor de 1.7 mil millones de visitas, lo que refleja una fuerte interacción de los usuarios en una región con alta conectividad y una fuerte adopción tecnológica.

Imaginemos por un momento, con estas cifras, cómo ha podido evolucionar el proceso de aprendizaje de la IA en tan poco espacio de tiempo.

Como veremos más adelante, quienes, si han sabido entender este fenómeno de la IA y cómo utilizar esta herramienta para ayudarles a polarizar a la sociedad europea y acceder de forma más eficaz al electorado más joven, ese que les va a permitir alcanzar el poder, son las formaciones políticas populistas y de extrema derecha.

Nos guste o no, lo han hecho y considero que lo siguen haciendo bien. Pero ¿cómo lo han hecho?, ¿Qué herramientas de IA han utilizado?

Utilización de la IA por los partidos populistas y de extrema derecha en las Elecciones al Parlamento Europeo 2024.

Los partidos populistas y de extrema derecha, básicamente, han utilizado IA para microtargeting, análisis de sentimientos y propaganda en redes sociales. Han empleado bots y tecnologías de deepfake para amplificar sus mensajes y manipular la opinión pública.

Pero vayamos por partes. Estos han sido los tres ejes fundamentales en los que han centrado el aprovechamiento de las potencialidades de la IA:

(1) Microtargeting y Publicidad Personalizada.

Utilizaron IA para llevar a cabo campañas de microtargeting, enviando mensajes personalizados a grupos específicos de votantes, en especial al electorado más joven. Estas campañas se han basado en el análisis de grandes volúmenes de datos demográficos y de comportamiento obtenidos a través de redes sociales y otras fuentes digitales.

(2) Bots y Redes Sociales.

Emplearon bots para amplificar su presencia en redes sociales, generando una percepción de mayor apoyo y difundiendo mensajes clave de manera más eficiente. En el caso de los bots, se trata de una nueva generación que ha sido mejorada considerablemente por la IA y que se ha «humanizado» considerablemente. Ni que decir tiene que, sin desmerecer otras plataformas, la red social estrella ha sido TikTok, una plataforma en la que ya venían trabajando desde hace mucho tiempo estas formaciones políticas y en la que han sido capaces de mejorar mucho su rendimiento y efectividad. Aquí volvemos a lo mismo, entre el electorado más joven.

(3) Análisis de Sentimiento.

Si bien, estas técnicas se venían utilizando desde hace tiempo, con la irrupción de la IA, las herramientas de análisis de sentimientos basadas en IA han aumentado significativamente su capacidad de monitorear y analizar las opiniones y emociones de los votantes en tiempo real, ajustando los mensajes y estrategias en función de las reacciones del público. Y si alguien lo ha sabido hacer son estas formaciones populistas y de extrema derecha.

Fratelli d’Italia: Ejemplo del uso práctico de la IA en campaña.

Sin querer entrar en profundidad, ya que esta materia daría para otro artículo, quiero poner tan solo un ejemplo de cómo estas formaciones políticas han sabido utilizar las potencialidades de la IA.

Aunque me voy a referir a Fratelli d’Italia (FdI), podríamos decir que este proceder tuvo lugar prácticamente en todos los partidos políticos de corte populista o de extrema derecha durante estas elecciones.

Tener en cuenta que este trabajo con la IA no se circunscribió tan solo al periodo de campaña electoral. Ya venían trabajando hace más de un año de forma intensa en esta materia, ya que, especialmente, con la irrupción en el mercado del modelo de Open AI, Chat GPT4, en el mes de marzo del 2023.

De hecho, en mi artículo «28M: Reflexiones de una campaña», que publiqué el 28 de junio de 2023, comentaba como recurrí a la IA para trabajar en aquella campaña en las elecciones municipales y autonómicas en España. Entonces, realmente estamos experimentando en cómo usar la IA en una campaña electoral y, desde entonces, la evolución ha sido espectacular. Tal es así, que ya no concibo la política sin la utilización de la IA y esto, lo han entendido a la perfección los estrategas de campaña de estas formaciones políticas en toda Europa. Un camino que las formaciones políticas tradicionales aún han de realizar.

Pero vayamos al caso de Fratelli d’Italia (FdI), ¿qué es lo que han hecho?

Microtargeting y Publicidad Personalizada.

  • Fratelli d’Italia ha utilizado IA para llevar a cabo campañas de microtargeting, enviando mensajes personalizados a grupos específicos de votantes. Estas campañas se basan en el análisis de grandes volúmenes de datos demográficos y de comportamiento obtenidos a través de redes sociales y otras fuentes digitales.
  • Además, la IA les ha permitido «dosificar» los mensajes, es decir, tanto en la calidad como en la cantidad de impactos, evitando así la saturación de mensajes que, como pasaba no hace mucho, podía resultar contraproducente.

Bots y Redes Sociales.

  • La campaña de FdI ha empleado bots para amplificar su presencia en redes sociales. Estos bots han sido programados para interactuar con los usuarios, compartir contenido y aumentar la visibilidad de sus mensajes.
  • Además, la calidad de los mensajes y la interacción se ha parecido mucho más a la que puede hacer un humano. Casi no se notaba la diferencia, lo que ha incrementado significativamente el llamado «engagement» en todas sus plataformas digitales.
  • Ya hace tiempo que han entendido que las campañas electorales se libran en las redes sociales y, especialmente, en TikTok. Es en esta plataforma donde han centrado sus mayores esfuerzos, en especial en usuarios varones de entre 18 y 34 años.

Análisis de Sentimientos.

  • En esta campaña han utilizado muy eficientemente las nuevas herramientas de análisis de sentimientos basadas en IA.
  • Han podido monitorear y analizar las opiniones y emociones de los votantes en tiempo real sin casi necesidad del componente humano. Prácticamente la IA les ha hecho todo el trabajo.Esto les ha permitido, con la ayuda de la IA, en cuestión de minutos (y podríamos decir que hasta en cuestión de segundos), poder ajustar sus mensajes y estrategias en función de las reacciones del público.

¿Y cuál ha sido el resultado obtenido?

La respuesta resulta más que evidente: la participación alcanzada en la nueva composición del Parlamento Europeo tras estas elecciones.

Fratelli d’Italia ha experimentado un notable aumento en su representación en el Parlamento Europeo, alcanzó un 28,59% de los votos en Italia, convirtiéndose en la fuera política más votada, pasando de 7 a 24 escaños, convirtiéndose en uno de los mayores partidos dentro del grupo de Conservadores y Reformistas Europeos (CRE). Y ya veremos qué papel va a jugar en la gobernabilidad de la Unión Europea.

Ha logrado también una increíble movilización de sus votantes afines o, podríamos decir, «votantes objetivo», ya que la capacidad de movilizar a los votantes jóvenes y «desencantados» con los partidos tradicionales ha sido significativamente mejorada gracias al uso de IA.

La campaña dirigida y personalizada ha logrado captar el interés de estos votantes, incrementando su participación en las elecciones.

¿Hacia dónde nos dirigimos?

Las elecciones al Parlamento Europeo de 2024 han marcado un punto de inflexión en la política europea. El auge de los partidos populistas y de extrema derecha, junto al papel cada vez más relevante de la inteligencia artificial (IA) en las campañas electorales, nos sitúa ante un futuro incierto que pasa por dos elementos que considero van a ser determinantes para el futuro incierto al que se enfrenta el continente europeo:

  1. El poder de las minorías: Los jóvenes, cada vez más desvinculados de la política tradicional, se han convertido en el objetivo principal de las formaciones de corte populista y de extrema derecha que, en estas últimas elecciones, han sabido utilizar las redes sociales y la IA para conectar con ellos de forma efectiva.
  2. La IA como herramienta de propaganda: La capacidad de la IA para microtargetizar mensajes, amplificar la presencia en redes sociales y analizar el sentimiento público ha sido aprovechada por estos partidos para manipular la opinión pública y difundir mensajes polarizadores.

¿Qué nos depara el futuro?

Llegados a este punto, nos surge esta otra pregunta para la reflexión que, no por lógica, resulta inquietante.

Podríamos especular, pero lo cierto es que la influencia de la IA en la política europea, al igual que lo hará a nivel global, no hará sino crecer en los próximos años. Es por eso que resulta crucial que las instituciones democráticas y la sociedad civil se adapten a esta nueva realidad y desarrollen mecanismos para garantizar que la IA se utilice de manera responsable y ética. Aunque ya se han dado los primeros pasos regulatorios en el ámbito de la Unión Europea, aún queda mucho por hacer y ser conscientes de que la IA avanzará mucho más rápido que la legislación que pretenda regularla, por no hablar de la supervisión posterior.

En definitiva, Europa se encuentra en una encrucijada. El camino que tomemos determinará el futuro de la democracia y la cohesión social en nuestro continente. Es por eso por lo que, como conclusión, propongo las siguientes preguntas para la reflexión:

  • ¿Cómo podemos garantizar que la IA se utilice de manera responsable en las campañas electorales?
  • ¿Qué papel deben jugar las plataformas digitales para combatir la desinformación y la manipulación?
  • ¿Cómo podemos educar a los ciudadanos para que sean más críticos con la información que encuentran en línea?
  • ¿Qué medidas podemos tomar para fomentar la participación política de los jóvenes?

Reflexiones finales.

Creo que coincidirán conmigo en que, tras estas últimas elecciones europeas, algo ha pasado, algo ha cambiado. Estas elecciones al Parlamento Europeo de 2024 han sido otra cosa y, a partir de ahora, se abre un campo de incertidumbre y, hasta cierto punto, de preocupación.

Sobre ello trataré en mi próximo artículo, sobre los posibles escenarios futuros para Europa, pero el interés en esta serie de tres artículos de análisis sobre el resultado de las Elecciones al Parlamento Europeo de 2024 no ha sido otro que llamar la atención sobre los tres elementos que, tras el resultado electoral de estas elecciones, pueden condicionar la Europa que conocemos hasta el momento:

  • El auge de los partidos populistas y de extrema derecha, así como la decadencia de los partidos tradicionales.
  • El poder de una minoría que viene derivado del giro de una parte importante del electorado más joven de la Unión Europea hacia posiciones vinculadas a propuestas populistas y de extrema derecha.
  • La irrupción con fuerza de la IA en la política europea y cómo puede cambiarlo todo.

Y para concluir esta reflexión, quiero remontarme a aquellas semanas de confinamiento por la COVID-19, especialmente cuando comenzó la «nueva normalidad», y que para mí implicó el inicio de la «nueva anormalidad», un concepto que impulsaba en distintos foros y que ahora, con la perspectiva del tiempo, creo que presagiaba el resultado de estas elecciones europeas y sus posibles consecuencias.

También por aquel entonces, muchos hablaban del «nuevo orden mundial» que surgía tras la pandemia y, también, quizás por llevar la contraria, defendía el concepto del «nuevo desorden mundial». Lamentablemente, el tiempo me ha dado la razón. Después de aquello vino la Guerra de Ucrania y toda la sucesión de acontecimientos que nos han llevado hasta el día de hoy, y los que están por venir.

Parece que hace mucho, pero estamos hablando del año 2020 y, durante los días en que se imponía el uso obligado de las mascarillas, vivíamos en un mundo de restricciones y con la esperanza de una vacuna que nos librara de todo aquello, OpenAI lanzó Chat GPT-3. Aquella situación propició que la Inteligencia Artificial Generativa irrumpiera de la forma que lo hizo. Un año más tarde surge una versión más potente, la versión GPT-4 y, otro año más tarde, en 2024, la IA irrumpe en la política europea de una forma también inimaginable y, quizás lo más preocupante, de la mano de las formaciones políticas populistas y de extrema derecha.

Es precisamente en esa «nueva anormalidad» y en ese nuevo «desorden mundial» donde se materializarán los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo de 2024 y cómo los elementos planteados en estos tres artículos pueden condicionarlo todo.

Es aquí donde quería llegar. Espero haberlo conseguido y, ahora, les invito a la reflexión.

Fotos: Imágenes generadas con IA.

2024: UN DEBATE PARA LA HISTORIA.

Análisis del primer debate televisado entre los candidatos presidenciales Joe Biden y Donald Trump en CNN.

Finalmente, el tan esperado primer enfrentamiento electoral entre el presidente en ejercicio Joe Biden y el expresidente Donald Trump tuvo lugar.

Debate celebrado en los estudios de la CNN de Atlanta, moderado por Jake Tapper y Dana Bash y que, más allá del propio interés de los ciudadanos norteamericanos, ha sido seguido, textualmente, por medio mundo.

Un interés derivado de un contexto de “desorden mundial”, en que importa, y mucho, quién va a ser el próximo inquilino de la Casa Blanca.

Lo primero que podemos decir es que hemos asistido a un debate en el que los candidatos, no solo tuvieron la oportunidad de exponer sus políticas y responder con propuestas concretas a los problemas críticos a los que se enfrentan los ciudadanos norteamericanos, sino que hemos asistido a la constatación del punto al que hemos llegado como sociedades democráticas.

Ha sido la constatación de cómo una democracia tan consolidada como es la norteamericana y que se ha convertido en el espejo del “nivel político” que impera en buena parte de nuestro planeta y que, entre todos, hemos contribuido a crear.

Pero vayamos por partes. Veamos punto por punto lo que, quizás sea lo más destacado en este debate que ha marcado un antes y un después en esta campaña. Un debate para la historia.

¿CUÁLES HAN SIDO LOS TEMAS PRINCIPALES DEL DEBATE?

1. Políticas económicas e impuestos.

Uno de los temas principales discutidos fue la economía, donde, como era de esperar, ambos candidatos presentaron visiones marcadamente diferentes. Trump, en su discurso populista, exagerado y efectista, acusó a Biden de querer «cuadruplicar» los impuestos. Lo cierto es que Biden aclaró, sin demasiado entusiasmo, que su propuesta es la de aumentar los impuestos solo en un 7% durante la próxima década, enfocándose en los estadounidenses más ricos y las grandes corporaciones. Hizo hincapié en la necesidad de un sistema tributario equitativo para apoyar la estabilidad económica y el crecimiento, en contraste con el énfasis que puso Trump en los recortes de impuestos implementados durante su administración, que, según él, son esenciales para la creación de empleo y la expansión económica.

2. Inmigración.

Aquí otro asunto que, si bien era esperado, no por ello menos polémico. Aunque en el fondo ambos candidatos comparten una misma filosofía, lo cierto es que presentaron puntos de vista opuestos. Biden destacó la disminución de los cruces fronterizos ilegales, atribuyéndola a los esfuerzos diplomáticos con el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador. Defendió las políticas migratorias de su administración, centrándose en el trato humano y la gestión eficaz de las fronteras.

Por su parte, Trump utilizó su retórica habitual para presentar la inmigración ilegal como una amenaza importante. Un discurso similar al que han asumido muchos líderes y formaciones políticas de extrema derecha en Europa, y que, según ellos, les está dando buenos resultados. En este caso, de forma engañosa, Trump hizo varias declaraciones en el debate sobre el impacto de la inmigración, no solo en aspectos de seguridad ciudadana, sino también en la seguridad social y la disponibilidad de empleo para los ciudadanos estadounidenses.

3. Atención sanitaria.

Una vez más, se constata que, si bien hubo un amplio debate, la atención sanitaria sigue siendo una asignatura pendiente. Biden criticó el enfoque de Trump respecto de la Ley de Atención Sanitaria Asequible (ACA), acusándolo de querer desmantelarla. Destacó los esfuerzos de su administración por reducir los precios de los medicamentos recetados y ampliar la cobertura sanitaria. En cambio, Trump prometió hacer que la ACA sea «mucho mejor, más fuerte y mucho menos costosa», pero, más allá de esta declaración, no proporcionó detalle alguno sobre cómo lograr estas mejoras.

4. Aborto.

Otro tema complejo en el que las posiciones de los dos candidatos marcaron sus diferencias ideológicas más amplias, poniendo de relieve la profunda división que existe sobre este tema en la sociedad. Biden abogó por los derechos reproductivos de las mujeres, advirtiendo que las políticas de Trump restringirían severamente estos derechos. En cambio, Trump se posicionó como un defensor de los valores tradicionales, sin entrar en detalles sobre cómo conciliaría su postura con el derecho al aborto.

5. Política exterior.

Quizás, junto con la economía y la inmigración, la política exterior sea el tema que más pueda afectar a los ciudadanos del resto del mundo. En este tema, el debate reveló diferencias significativas en los enfoques de cada candidato.

Biden enfatizó una estrategia «equilibrada» hacia China, combinando sanciones económicas con esfuerzos diplomáticos. Como era de esperar, reiteró el apoyo a Ucrania en su conflicto con Rusia, destacando la importancia de alianzas internacionales como la OTAN. Por su parte, Trump marcó una postura de política exterior fuertemente aislacionista, criticando el enfoque de Biden hacia China por ser demasiado indulgente y sugirió reevaluar el apoyo financiero a Ucrania.

Sobre el otro frente abierto de conflicto, en Medio Oriente, Biden defendió las políticas implementadas por su administración y los esfuerzos diplomáticos para alcanzar la paz y la estabilidad en la zona. En cambio, Trump criticó fuertemente las políticas y acciones de Biden en el conflicto israelo-palestino, elogiando el éxito de su administración con los Acuerdos de Abraham.

¿CUÁLES HAN SIDO LAS PRIMERAS REACCIONES DEL DEBATE?

En un debate que duró unos 90 minutos, podemos concluir que, finalmente, lo que trascendió no fueron las propuestas y los temas sobre los que ambos candidatos tuvieron la oportunidad de debatir. Lo que ha trascendido en todos los medios y en los análisis posteriores al debate ha sido más el «continente» que el «contenido». Es decir, la edad, el estado físico y de salud de ambos candidatos, en especial de Joe Biden, así como el impacto que esto pueda tener en el electorado tras este debate. Pero, junto a estas dos reacciones iniciales, yo añadiría una tercera, que es el resurgir del nombre de Michelle Obama como posible alternativa de los Demócratas en el caso de que Biden se viera forzado a retirarse de la carrera electoral tras los efectos de este debate en la campaña.

1. El factor edad y estado físico/salud de los candidatos.

Si bien este es un tema del que se viene hablando desde hace tiempo, en este debate ha quedado expuesto, en directo, ante millones de votantes norteamericanos. Buena parte, por no decir la mayoría, de las reacciones post debate se han centrado en las edades de Joe Biden, de 81 años, y Donald Trump, de 78, temas de conversación destacados durante y después de este primer debate presidencial.

Tras ver las principales reacciones y evaluaciones sobre esta cuestión, las inquietudes y críticas se han centrado principalmente en la figura de Joe Biden, en ciertos deslices verbales, una debilidad física que resultó más que evidente y cierta vulnerabilidad para el desempeño de sus funciones como presidente y su capacidad para implementar sus propuestas políticas.

Lo cierto es que, antes del debate, en el seno de las filas demócratas, existía mucha preocupación sobre la edad de Biden, en especial por si cometía algún desliz verbal o parecía físicamente fatigado.

Pues bien, en cierta forma, Joe Biden logró hacer todo lo posible por mantener la compostura, pero lo cierto es que, tras el debate, los demócratas tienen motivos para estar más preocupados.

Por su parte, Donald Trump no tuvo que esforzarse demasiado para evidenciar lo que los espectadores podían ver en la televisión. Aunque solo les separan tres años, Trump logró mostrarse un poco más joven y capaz de cumplir su mandato sin que la edad o su condición física pudiera ser un obstáculo para ello. Sus problemas de salud pasados ​​y el estrés de sus batallas legales en curso pasaron a un segundo plano.

La estrategia del equipo de Biden se centró en intentar proyectar una imagen serena y estable para contrarrestar las preocupaciones sobre su edad y minimizar el temor de los votantes sobre su capacidad para manejar las exigencias de la presidencia.

Por su parte, el enfoque dado por Trump ha sido confiar en que su mejor aliado de campaña es precisamente el propio Biden y su edad. Una estrategia centrada en evidenciar en el propio debate la vulnerabilidad política de Biden, enfatizando su percepción de declive en la agudeza verbal y vitalidad física. Y, para ser honestos, Biden contribuyó a ello, con momentos que ya están circulando por todas las redes sociales y medios de comunicación. Momentos en los que Biden parecía menos agudo o atento al ritmo del debate, con deslices verbales y mostrando ciertos signos de fatiga, circunstancia que, sin apenas esfuerzos, Trump ha sabido aprovechar.

Aunque los Demócratas y quienes le dan soporte quieren remarcar la resiliencia y la capacidad de Biden para afrontar las demandas de una nueva presidencia, tras el debate, como ya indicaba, va a resultar muy difícil mantener esta argumentación, ya que han sido muchos los espectadores que, aunque están decididos a dar su voto a Joe Biden, tienen serias dudas sobre si su edad y salud podrían afectar su capacidad para servir a la nación de manera efectiva.

Por otro lado, Donald Trump ha logrado en este debate que su edad y condición física no le resten a su candidatura, ya que consiguió sacar adelante un debate con cierta energía y asertividad, proyectando a sus 78 años una imagen de vitalidad frente a Biden. De alguna manera, es como si durante el debate hubiera dejado atrás las situaciones de estrés que le generaron sus procesos legales.

2. El posible impacto en las percepciones de los votantes.

Si hay algo en lo que hay total unanimidad tras este primer debate electoral, es en cuál puede ser el impacto inmediato que puede tener en las percepciones de los votantes.

Joe Biden mantuvo la compostura durante todo el debate y ofreció un discurso político más enfocado en el detalle y las propuestas. En cambio, Donald Trump no dejó de mostrar ese estilo agresivo que tan eficaz le resulta para captar la atención de los medios.

Por su parte, Biden, con una actitud tranquila y firme, creo que solo atrajo la atención de los votantes demócratas más fieles. Aquellos que ven en él, ya no solo una cierta estabilidad de gobierno, sino la única opción para poder hacer frente a Trump. De alguna manera, no convenció a estos votantes de nada que no estuvieran ya convencidos.

En cambio, en la otra tribuna, pudimos ver a un Donald Trump enérgico y asertivo que se empeñó en reforzar su base de electorado. Aunque no tan histórico como podría haberlo sido, manejó perfectamente el manual polarizador que tan bien le funciona. Si bien es cierto que, la sensación es que las cosas pueden cambiar mucho en el próximo debate electoral, donde vamos a poder ver a un Donald Trump en estado puro y más enfocado al ataque y el descrédito de Biden. Todo ello dependerá de cómo evolucionen las encuestas a partir de este primer debate.

La gran pregunta que todos nos hacemos es si el debate va a influir significativamente o no en los votantes indecisos. Sin embargo, en lo que sí coincidimos es que las opiniones de aquellos electores que ya se inclinaban por un candidato u otro se han solidificado.

Eso sí, lo que sí quedó claro es que el debate mostró el marcado contraste entre ambos estilos de liderazgo, la fuerte polarización política que representan y ese enorme vacío que representan los votantes indecisos.

3. Surge el nombre del Michelle Obama.

En medio del debate, pero especialmente en horas posteriores, han surgido todo tipo de especulaciones sobre una posible participación de Michelle Obama en las elecciones de 2024 como una figura hipotética que podría salvar a los Demócratas tras la imagen de debilidad que Biden mostró en este primer debate.

Si bien, en ningún momento, ella no ha declarado ninguna intención de presentarse como candidata, varias encuestas la han señalado como una alternativa popular, situándola por delante de figuras tan conocidas como la actual vicepresidenta, Kamala Harris, Hillary Clinton o el gobernador de California, Gavin Newsom.

Hemos conocido una encuesta flash de la CNN tras el debate y, al preguntar a los encuestados quién creen que ha sido el ganador del debate, el 67% afirma que Donald Trump y el 33% que ha sido Joe Biden.

Cierto es que aún es pronto, pero en los próximos días, el equipo de campaña de Biden contará con datos más exactos y, mucho me temo que las noticias no van a ser muy alentadoras.

Imagino que desde hace tiempo tienen contemplado un «Plan B». La pregunta es si ese plan pasa por el nombre de Michelle Obama y su activación dependería del resultado de este primer debate electoral.

Técnicamente es posible que los Demócratas puedan sustituir al candidato. Otra cosa es que, a pocos meses de la elección, sea apropiado hacerlo.

Lo que está claro es que un candidato y un liderazgo no se improvisan, pero si hay que tomar esta medida, creo que esa persona es Michelle Obama.

Las razones son muchas. Entre ellas, destacan las siguientes:

  • Su amplia notoriedad y reconocimiento tanto entre el electorado demócrata como republicano. Goza de una gran popularidad y es conocida por ambos partidos políticos.
  • Su edad, energía y preparación la convierten en una candidata ideal para enfrentar a Donald Trump, especialmente en el segundo debate antes de las elecciones. Es joven, tiene mucha energía y está bien preparada para competir contra Trump.
  • Cuenta con el apoyo singular de su esposo y expresidente, Barack Obama. Ambos podrían trabajar juntos de manera muy efectiva en la campaña electoral en todo el país. Además, contaría con el apoyo incondicional del actual candidato, Joe Biden. De esta manera, unirían la fuerza de tres figuras destacadas contra Trump.
  • Una figura como Michelle Obama puede animar a muchos sectores de la población a participar en las elecciones y evitar así una abstención que perjudicaría a los Demócratas. Su presencia podría motivar a muchos votantes a acudir a las urnas.
  • También puede tener un gran atractivo en los estados que son cruciales para ganar estas elecciones, ya que es posible que la presidencia se decida nuevamente por un número reducido de votos. Su popularidad en estos estados clave podría ser decisiva para la victoria demócrata.

Es posible que todo esto sea solo una especulación o un deseo de algunos sectores del Partido Demócrata tras la decepción experimentada en este debate, pero lo cierto es que Michelle Obama reúne las condiciones necesarias para ser una candidata presidencial formidable.

Es una especulación que añade una capa intrigante a la dinámica electoral, lo que sugiere que su influencia podría convertirse en un factor significativo a medida que avanza la campaña. O tal vez sea solo un globo sonda que surge de las filas demócratas para ver cómo reacciona su electorado.

Hace años, en enero de 2017, hice dos publicaciones en mis redes sociales en las que planteaba la posibilidad de que, ante la falta de líderes notables en las filas demócratas, Michelle Obama podría ser esa figura en la que aquel electorado que se sentía huérfano podía apoyarse para hacer frente a las medidas que la administración de Donald Trump iba a tomar tras su victoria electoral.

Por aquel entonces, me llamó mucho la atención su último discurso como primera dama de los Estados Unidos de Norteamérica, un discurso que recomiendo volver a ver. Se trataba de toda una declaración de intenciones y creía que debíamos seguir muy de cerca su trayectoria pública porque, quizás, nos podía sorprender dando un salto significativo a la política. De hecho, planteaba que, si se daban las circunstancias, frente a al resultado obtenido por Hillary Clinton y la ausencia de líderes carismáticos en as filas demócratas, Michelle Obama podría ser la candidata que en el año 2020 podría enfrentarse a Donald Trump. Sería una campaña realmente larga y solo nos quedaba esperar a los acontecimientos.

Finalmente, esto no ocurrió, el candidato fue Joe Biden y en aquellas elecciones del 2020 logró ganar la presidencia por un margen muy pequeño de votos.

Ahora, tras el resultado de este debate electoral y de los rumores que han surgido en torno a la figura de Michelle Obama, me viene a la memoria una frase de aquellos artículos: «quizás sea ella la que va a estar llamada a rebatir la presidencia a Donald J. Trump en un futuro no muy lejano».

Sea como fuere, esta irrupción del nombre de Michelle Obama en este momento de la campaña no deja de ser un elemento disruptivo de campaña realmente interesante.

¿Y AHORA QUÉ?

Quizás, los efectos de este debate los vamos a poder ver en las próximas semanas. Sin embargo, lo que sí que nadie puede negar es que el debate presidencial del 27 de junio organizado por la CNN preparó el escenario para una carrera presidencial altamente competitiva que nos puede deparar alguna que otra sorpresa.

Más allá de que los dos candidatos expusieron sus dos visiones de país, del futuro que proponen a sus ciudadanos y al resto del mundo, en temas como la economía, la inmigración, la atención médica, el aborto o la política exterior, toda la atención se ha centrado en si son aptos o no para afrontar los requerimientos del cargo que han de desempeñar.

El mes de noviembre no está tan lejos como pudiera parecer. Será una campaña de desgaste que, sin piedad, va a potenciar las debilidades expuestas en este primer debate.

Y todo ello en un contexto de suma polarización, de posturas enfrentadas y sin puntos de encuentro, con un alto porcentaje de electorado indeciso al que no le convence ninguno de los dos candidatos y que, en caso de decidir acudir a las urnas, su voto no lo decidirá hasta la última semana o el mismo día de la elección.

Habrá que estar expectantes a los próximos pasos que ambos candidatos y sus organizaciones van a dar en los próximos días y semanas de la campaña. En especial, habrá que ver qué movimiento puede haber, si es que lo hay, en el entorno del partido Demócrata. Constatar si surge un debate en torno a la candidatura de Joe Biden y si se confirma el rumor de las últimas horas, que apunta a retirarlo de la contienda para que suba otro candidato o candidata demócrata, y si al final se confirma que es Michelle Obama.

Y, en el caso de este último supuesto, ver cómo de determinantes van a ser las edades y condiciones físicas de Biden y Trump, y si van a ser factores determinantes en la intención de voto de los electores, por encima de otras cuestiones que les afectan en su día a día.

Sea como fuere, en este primer debate, durante 90 minutos ambos candidatos dejaron de tener apoyo externo en la toma de decisiones. Ambos se mostraron ante el electorado siendo dueños de su propio autocontrol y, como suele decirse, una imagen ha valido más que mil palabras.

El debate no solo reforzó las percepciones existentes entre los partidarios de ambos candidatos, sino que también mostró las virtudes y las debilidades de ambos, que es lo que, en el fondo, los electores van a tener que votar dentro de unos meses.

#USAElections#PresidentialDebate #PresidentialDebate2024

EUROPA: EL PODER DE UNA MINORÍA.

Mi análisis de las Elecciones Europeas 2024. Segunda parte.

Continuando con esta serie de artículos que me he propuesto compartir a modo de reflexión a partir de los resultados de las últimas elecciones al Parlamento Europeo, les invito a compartir esta nueva entrega.

En mi primera entrega, realicé un breve resumen de los resultados de las últimas Elecciones al Parlamento Europeo 2024, reflexionando sobre los datos de participación y las consecuencias que pueden tener para el futuro a corto plazo en la política de la Unión Europea en la nueva legislatura. De forma especial, hice hincapié en intentar profundizar en los factores que pueden haber contribuido al auge de los partidos populistas y de extrema derecha en Europa, principalmente de ámbito socioeconómico, político y cultural.

En esta segunda entrega, les invito a explorar los efectos que puede tener la irrupción del voto joven en estas elecciones, así como el incremento de sus preferencias por partidos políticos de corte populista y de extrema derecha, una circunstancia que no es ajena a la mayoría de los países miembros de la Unión Europea.

La incidencia de los electores jóvenes en las elecciones al Parlamento Europeo de 2024.

La participación de los jóvenes en las elecciones al Parlamento Europeo de 2024 es y será un tema de sumo interés que requerirá un análisis más profundo. No obstante, si bien aún no contamos con datos suficientes, me gustaría analizar esta cuestión a partir de su comportamiento en elecciones pasadas y llegar a alguna conclusión sobre cuál podría haber sido su comportamiento en estas últimas elecciones.

Lo que sí sabemos es que, que hubo un aumento de la participación juvenil en las elecciones de 2019.Ese aumento se tradujo en un aumento del 50% en la participación del electorado más joven en comparación con las elecciones del año 2014. Sin embargo, este incremento no fue uniforme en toda Europa. Por ejemplo, en Francia, la participación de los jóvenes fue significativamente menor que en países como Dinamarca, Alemania y Bélgica, donde la participación juvenil osciló entre el 60% y el 90%.

Por otra parte, en aquellas elecciones de 2019, se observó una tendencia notable hacia partidos políticos que abordan directamente las preocupaciones más urgentes de los jóvenes, como el cambio climático, las condiciones laborales y la representación democrática. Los partidos verdes y de izquierda encontraron un apoyo considerable entre los votantes jóvenes, quienes buscan políticas más progresistas y sostenibles. No obstante, en ese entonces ya se vislumbraba que los partidos populistas y de extrema derecha también comenzaban a captar la atención de muchos de estos jóvenes europeos.

Y en este contexto, surge la pregunta: ¿han continuado estas tendencias en los últimos cinco años? ¿Se han mantenido las preferencias electorales del electorado más joven?

Para intentar dar respuesta a estos dos interrogantes, quisiera comenzar compartiendo los datos de la pirámide de población europea más actualizada que nos ofrece Eurostat, correspondiente al año 2023.

Análisis de la pirámide de población de Eurostat (2023).

Todos sabemos que nuestra estructura demográfica presenta un notable envejecimiento de la población. La pirámide poblacional tiene una base más estrecha y se ensancha en las edades avanzadas, lo que indica una menor proporción de jóvenes y un aumento de la población mayor de 65 años. En este contexto, me surge la siguiente reflexión: ¿qué sucede si los electores más jóvenes acuden a votar mientras que los de mayor edad se abstienen?

Según Eurostat, la población de la UE en 2023 era de alrededor de 448,8 millones de personas, con una edad promedio de 44,5 años. Más de una quinta parte de la población, el 21,3%, tiene 65 años o más. Entonces, siendo esto así, vuelvo a replantear mi pregunta, si los electores de mayor edad han participado en las elecciones, ¿cómo ha sido su comportamiento de voto? ¿Han votado mayoritariamente por los partidos tradicionales?

También según datos de Eurostat, en 2023, la población de la Unión Europea entre 18 y 35 años, aunque decreciente, sigue representando una parte significativa de la estructura demográfica. El grupo de edad de 20 a 34 años constituye aproximadamente el 20% de la población total de la Unión Europea. En este contexto, surgen nuevas interrogantes: ¿estos electores entre 18 y 35 años acudieron a votar o se abstuvieron? Y, en caso de haber votado, ¿por qué partido se inclinaron? ¿Acaso lo hicieron por formaciones políticas populistas o de extrema derecha?

La influencia de un grupo minoritario.

Sin entrar en detalle sobre los aspectos más relevantes en este grupo de electores más jóvenes de la Unión Europea, en lo que respecta a factores demográficos como su distribución por género y edad, aspectos como su educación, independencia económica o empleo, así como su cada vez mayor movilidad dentro del territorio de la Unión Europea, sí quiero confortar la idea de que, quizás, este grupo «minoritario» de electores sea el que ha condicionado el resultado final de las elecciones al Parlamento Europeo de 2024 y, con su voto, puede que haya condicionado lo que será la Unión Europea a corto, medio y largo plazo.

Lo cierto es que aún no contamos con datos exactos sobre la participación de la franja de edad de 18 a 35 años en las elecciones europeas de 2024, ya que las elecciones se celebraron entre el 6 y el 9 de junio de 2024. Será necesario esperar a la publicación de los resultados oficiales y los análisis poselectorales que realiza Eurostat y otros organismos.

Sin embargo, lo que sí sabemos es que, en las elecciones al Parlamento Europeo de 2019, la participación de los jóvenes de 18 a 24 años aumentó en comparación con años anteriores, aunque seguía siendo más baja que la participación de los grupos de mayor edad. Según los datos proporcionados por el Parlamento Europeo, la participación de este grupo de edad fue del 42%, lo que representó un incremento notable respecto al 28% registrado en las elecciones de 2014.

Este aumento de la participación se analizaba entonces como resultado de un aumento de la conciencia y la participación de los jóvenes en el proceso electoral. Sin embargo, pocos analizaron en ese momento si se apreciaban ciertas preferencias de este electorado hacia formaciones políticas populistas o de extrema derecha. Ahora es necesario realizar este análisis y reflexión.

Por lo tanto, para tener una idea sobre cuál ha podido ser la participación de los jóvenes en las elecciones al Parlamento Europeo de 2024, a partir de los datos publicados y encuestas realizadas por el Parlamento Europeo y Eurostat, presento esta gráfica con la participación de los jóvenes de 18 a 24 años en las elecciones de 2019 por países miembros de la Unión Europea. Cabe destacar que este grupo de jóvenes, en las elecciones de 2024, se encuentra en la franja de edad de 23 a 29 años.

Participación e influencia de los electores más jóvenes.

Esta fue la participación en el año 2019 y, suponiendo que haya sido muy similar en junio de 2024, seguro que estos datos nos ayudan a entender, país por país, qué posible binomio han conformado los jóvenes y los partidos populistas y de extrema derecha.

Lo que sí es un hecho, al menos hasta el año 2019, es que la participación de los votantes jóvenes en los partidos populistas y de extrema derecha ha mostrado una tendencia al alza elección tras elección.

En las elecciones al Parlamento Europeo del año 2009, los partidos populistas y de extrema derecha ya comenzaban a ganar terreno. Sin embargo, el apoyo de los jóvenes no era tan significativo como lo sería a partir de las elecciones del año 2014. En estas últimas elecciones, hubo un notable incremento en el apoyo juvenil a los partidos populistas de derecha en varios países europeos. Por ejemplo, el Frente Nacional (ahora llamado Reagrupamiento Nacional) en Francia y el Partido de la Libertad de Austria experimentaron un aumento en sus bases de votantes jóvenes.

En las elecciones del año 2019, la participación de los jóvenes en partidos populistas y de extrema derecha experimentó un continuo ascenso. En Francia, se estima que el 32% de los jóvenes de 18 a 25 años mostraban su preferencia por el partido Reagrupamiento Nacional. En Alemania, el 14.5% de los jóvenes de 14 a 29 años apoyaba a Alternativa para Alemania (AfD). En Bélgica, el partido Vlaams Belang recibió un notable apoyo juvenil, especialmente entre los hombres jóvenes (se estima que llegó a alcanzar hasta un 32% de apoyos).

Entonces, ¿nos extrañan los resultados electorales al Parlamento Europeo 2024 en estos tres países?

Un resultado y una tendencia.

Teniendo en cuenta que se trata de resultados aún preliminares, este ha sido el resultado en cada uno de estos países. Me ha parecido oportuno, por su relevancia, incorporar los datos de Francia e Italia.

  • Alemania: Alternativa para Alemania (AfD): 15 escaños (15,9%). Ha incrementado 6 escaños.
  • Bélgica: Interés Flamenco (VB): 3 escaños (14,5% de votos).
  • Austria: El Partido de la Libertad de Austria (FPÖ): 6 escaños (25,4% de votos). Ha incrementado 3 escaños.
  • Francia: La Agrupación Nacional (RN), liderada por Marine Le Pen: 30 escaños (31,4% de votos). Ha incrementado 12 escaños.
  • Italia: Hermanos de Italia (FdI), liderado por Giorgia Meloni: 24 escaños (28,8% de votos). Ha incrementado 14 escaños. También tenemos a La Liga, de Salvini: 8 escaños (9% de votos). Ha perdido 14 escaños.

Sin lugar a duda, estos resultados reflejan una tendencia mucho más amplia en toda Europa, donde los partidos de derecha y populistas han ganado terreno, como se observa en varios estados miembros. Este cambio señala una transformación profunda en el paisaje político dentro de la Unión Europea.

Aún es pronto para responder a todas estas preguntas con datos exactos. Habrá que esperar algún tiempo. Sin embargo, lo que sí podemos hacer es, en mi caso, una aproximación muy personal a esta cuestión: ¿y si el futuro de Europa estuviera en manos de una minoría, la de los más jóvenes?

Quizás sea esta pregunta ya se la formularon hace tiempo las formaciones políticas populistas y de extrema derecha. No solo se la han formulado, sino que han encontrado su respuesta. Una respuesta que pasa por un concepto muy simple y conocido por todos: la propaganda, pero adaptada a los nuevos tiempos.

Y con esto enlazo con el otro elemento sobre el que hemos de reflexionar a la hora de analizar los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo 2024: la utilización de la inteligencia artificial en este proceso electoral por parte de estas formaciones políticas.

Hasta aquí esta segunda reflexión. Una vez más, quiero agradecerles su interés y les invito a una próxima entrega.

Fotos: Imágenes generadas con IA.

EUROPA: PUNTO Y SEGUIDO.

Mi análisis de las Elecciones Europeas 2024. Primera parte.

Las elecciones al Parlamento Europeo de 2024 han marcado un punto de inflexión en la política europea, reflejando cambios significativos en el panorama político y, dados los previsibles y hasta casi habituales datos de participación, un menor compromiso de los ciudadanos con el proceso democrático o, por lo menos, cierta indiferencia por lo que, en verdad, nos estábamos jugando en estas últimas elecciones del nueve de junio.

Tras los resultados, han sido muchos los análisis de todo tipo que, de algún modo, han querido explicar lo que ha ocurrido y que, no por sorpresivos, más allá de las encuestas, eran bastante previsibles.

En mi caso, como suelo hacer tras finalizar una campaña, pasado unos días, suelo reflexionar sobre aquello que más me ha llamado la atención o la experiencia vivida, pero, en este caso, mi reflexión quizás sea más una preocupación.

Se trata de una preocupación que no es nueva. Ya hace cinco años, en julio del año 2019, escribía un artículo titulado «Política: Mediocridad o Excelencia», en el que reflexionaba sobre el deterioro de la política y el creciente desinterés de los ciudadanos, una situación que, en la actualidad, lo vemos como algo «normal», cuando en verdad no es nada «normal».

Entonces planteaba que la política había dejado de escribirse en MAYÚSCULAS y, visto el resultado de lo vivido en esa última campaña de las elecciones europeas, no andaba demasiado equivocado.

Pues bien, dicho esto, en este mi análisis de las elecciones al Parlamento Europeo de 2024, objeto de esta publicación, quiero centrarme en tres aspectos que, coincidiendo con la opinión de otros analistas, son probablemente los más relevantes y preocupantes de los resultados de estas elecciones.

Y lo haré compartiendo una serie de artículos en los que abordaré mis propuestas para la reflexión en tres entregas independientes, cada una enfocada en un aspecto específico.

En esta primera entrega, intentaré profundizar en los factores que, a mi juicio, han contribuido al auge de los partidos populistas y de extrema derecha en Europa. Analizaré las condiciones socioeconómicas, políticas y culturales que han creado un caldo de cultivo favorable para estas ideologías.

Estos tres elementos para la reflexión los estructuraré en tres artículos que iré compartiendo en diferentes entregas.

En este artículo intentaré profundizar en los factores que han impulsado el crecimiento de los partidos populistas y de extrema derecha.

En la segunda entrega, exploraré la participación y las preferencias de los jóvenes votantes en relación con estas formaciones políticas. Examinaré las razones que motivan a los jóvenes a apoyar a estos partidos y las implicaciones de este fenómeno para el futuro de la democracia en Europa.

En la tercera entrega, me centraré en el impacto que ha tenido la inteligencia artificial (IA) en las últimas elecciones y en las nuevas dinámicas que ha generado. Evaluaré cómo la IA ha sido utilizada por los partidos populistas y de extrema derecha para difundir sus mensajes y movilizar a sus bases electorales.

Eso sí, dejo para un artículo aparte, haciendo uso de lo que podría ser un ejercicio de “política ficción”, realizaré una profunda reflexión sobre los posibles escenarios futuros que podrían derivarse de estos resultados electorales. Exploraré posibles escenarios futuros que, a mi juicio, podrían complicar la estabilidad de Europa si no se toman las medidas adecuadas para abordar el auge de los populismos.

Resultados de las Elecciones al Parlamento Europeo 2024.

Como primera aproximación decir que, como es conocido, en este tipo de elecciones suele haber una baja participación electoral, pero en esta ocasión, en España ha sido realmente preocupante, pasando del 60,72% del año 2019 al 49,21%. Es decir, una caída de ni más ni menos que 11,51 puntos.

Un dato que ilustra a la perfección lo que ha ocurrido en estos últimos cinco años y que, en parte, tiene que ver con aquellos aspectos que ya mencionaba en mi artículo de julio de 2019.

Pero, aunque esto sea así en términos generales, uno de los aspectos más destacados de estas elecciones ha sido el aumento en la participación ciudadana en el conjunto de los países de la Unión Europea. Según los datos que tenemos a la fecha, la participación se ha situado en el 51,08%, frente al 50,66% del año 2019. Sin embargo, para ser francos, un incremento de 0,42 puntos tampoco es algo para estar demasiado contentos, aunque no es el 42,61% del año 2014 o el 42,97% del año 2009.

Aunque no voy a entrar en detalle en las cifras, lo que sí me ha resultado llamativo, aunque no me ha extrañado, es que ha habido una mayor movilización de los votantes jóvenes, que ha sido generalizada en la mayor parte de los países de la Unión Europea, especialmente en aquellos países donde los partidos políticos populistas o de extrema derecha han tenido un resultado relevante. Una circunstancia de la que hablaré más adelante y donde hemos asistido a campañas electorales mucho más efectivas en el ámbito de estas formaciones políticas y ligadas a esa combinación perfecta que ha sido: polarización extrema, redes sociales e inteligencia artificial.

El auge de los partidos populistas y de extrema derecha.

Pasemos ahora a lo que considero el aspecto más destacado y que guarda una estrecha relación con el título de este artículo: el auge de los partidos de corte populista y de extrema derecha.

Entre los factores que pueden explicar su crecimiento, y en los que coincidirán conmigo, se encuentran varios elementos clave que reflejan ciertas tendencias y preocupaciones socioeconómicas en todo el continente. A mi juicio, estos son los que detallo a continuación:

(1) Descontento Económico y Social.

Muchos ciudadanos europeos se sienten abandonados por las políticas tradicionales y los partidos establecidos, percibiendo una falta de respuesta adecuada a sus problemas económicos cotidianos. Esta situación ha reavivado el clásico debate entre Macroeconomía y Microeconomía, donde las grandes cifras no siempre se traducen en mejoras tangibles para el ciudadano común. El descontento es especialmente patente en regiones afectadas por la desindustrialización, zonas agrícolas perjudicadas por el cambio climático, y áreas que aún sufren las consecuencias de la última crisis financiera. En estos lugares, el desempleo, los costes de la vivienda, de la cesta de la compra y la precariedad laboral son elevados. Los partidos populistas han sabido capitalizar este descontento, prometiendo cambios radicales y una mayor atención a las necesidades de la población local. Sin embargo, estas promesas no distan mucho de las estrategias que, en otros periodos históricos, ya han demostrado ser poco efectivas.

(2) Crisis migratoria y temas de seguridad no resueltos.

Sea o no de nuestro agrado, la crisis migratoria continúa siendo un tema candente en Europa, y los partidos populistas de derecha han capitalizado la preocupación pública sobre la inmigración y la seguridad. Una vez más, han demostrado su astucia al aplicar y actualizar las viejas estrategias presentes en el manual de campaña de estas formaciones políticas. La culpabilización del «otro» siempre ha sido una táctica efectiva. En este sentido, estos partidos no solo promueven políticas más estrictas de control fronterizo y deportación, argumentando que son necesarias para proteger la identidad y la seguridad nacional, sino que su mensaje ha resonado entre muchos ciudadanos europeos. Un mensaje que, si bien suele funcionar en otras latitudes, también ha calado hondo en el corazón de la vieja Europa. Basta con observar los resultados en países como Italia, Francia, Alemania o los Países Bajos.

(3) El escepticismo y la oposición a las políticas de la Unión Europea.

Ya sé que es un clásico, elección a elección. Aunque resulte increíble, como nuevamente ha quedado demostrado en estas elecciones europeas, nos encontramos ante una de las asignaturas pendientes y no resuelta de la Unión Europea.

El creciente escepticismo hacia la Unión Europea y sus políticas ha sido, una vez más, otro factor crucial y determinante de estos resultados.

Muchos votantes perciben que la Unión Europea es demasiado burocrática y distante, imponiendo políticas sin considerar las realidades locales. Los partidos populistas han utilizado este sentimiento para promover una agenda euroescéptica, proponiendo la recuperación de la soberanía nacional y la reducción de la influencia de la Unión Europea en los asuntos internos de los Estados miembros.

(4) Reacción en contra de las políticas ambientales.

La resistencia a las políticas ambientales de la Unión Europea, aunque nos resulte incomprensible, también ha jugado un papel significativo en el resultado de estas elecciones.

Las medidas propuestas para combatir el cambio climático, si bien cuentan con el apoyo de muchos, han encontrado oposición entre quienes las ven como una carga económica, especialmente en sectores como la agricultura y la pesca.

Los partidos populistas han prometido frenar estas políticas, ganando apoyo entre los votantes que se sienten perjudicados por ellas, pero, contra todo pronóstico, también entre el electorado más joven, un sector que, según todos los estudios, estaba más concienciado con estos temas. Sin embargo, a tenor de los resultados electorales, parece que este compromiso no es tan fuerte como se pensaba.

(5) La fragmentación y el declive de los partidos tradicionales.

Nos encontramos ante una realidad en ebullición, fruto de un proceso lento que se ha ido gestando durante años. Un patrón recurrente en la historia Europa.

Este fenómeno no es nuevo. Se trata de una realidad que se ha ido gestando poco a poco. Lo hemos presenciado en estas elecciones europeas, pero también en los diversos procesos electorales nacionales que se han desarrollado en los últimos cinco años. La fragmentación del panorama político y el declive de los partidos tradicionales han facilitado el ascenso de los populismos.

Tampoco es nuevo que esta situación se repita una vez más en suelo europeo. La incapacidad de los partidos tradicionales para formar coaliciones estables y responder a las preocupaciones de los votantes ha impulsado una mayor fragmentación y ha creado un espacio político más favorable para los partidos populistas.

Esta tendencia se ha observado en casi todos los estados miembros de la Unión Europea, pero ha sido particularmente evidente en países como Francia y Alemania, donde los partidos de centro, conservadores o moderados han perdido terreno frente a sus contrapartes más radicales.

Y, en el ámbito de los partidos de izquierda, la situación es similar. La socialdemocracia ha experimentado un serio revés en la mayoría de los países de la Unión Europea, excepto en algunos como Suecia, Rumanía o Portugal, donde parece resistir. Sin embargo, los partidos políticos más a la izquierda de la socialdemocracia parecen sumidos en un proceso de fragmentación imparable.

Lo mismo podría decirse de los partidos verdes. Si bien tuvieron su momento de auge, estas elecciones han supuesto un severo revés para ellos en muchos Estados miembros de la Unión Europea.

Un panorama incierto y lleno de desafíos.

Una vez vistos los factores que, a mi juicio, han contribuido al extraordinario resultado de los partidos políticos populistas o de extrema derecha, ¿cuál puede ser su impacto en la política europea?

Por lo pronto, han supuesto un adelanto por sorpresa de las elecciones legislativas en Francia. Un movimiento del actual presidente, Emmanuel Macron, que muchos consideran temerario o de alto riesgo. También nos hemos sorprendido con la dimisión del primer ministro belga, Alexander De Croo.

Nos queda por ver cómo se organizarán las distintas familias políticas en el nuevo Parlamento Europeo y qué poder de facto pueden llegar a alcanzar las fuerzas populistas y de extrema derecha. También nos queda por ver si finalmente se materializará una alianza entre conservadores, socialdemócratas y liberales que permita un gobierno posible para la Unión Europea y si Ursula von der Leyen continuará como presidenta de la Comisión Europea y cómo será el reparto de los distintos comisarios.

Tenemos también un elemento que merece especial consideración: la nueva composición del Parlamento Europeo va a coincidir con la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea que ejercerá Hungría, con la presencia de Viktor Orbán, primer ministro de Hungría.

Pero más allá de estas cuestiones, los interrogantes surgen en torno a cómo impactará la notable presencia de los partidos populistas y de extrema derecha en la composición del Parlamento Europeo y el impacto que van a tener en la política europea. Porque de lo que sí estoy seguro es que, aunque aún es pronto para asegurarlo, terminarán por influir en la agenda legislativa y en las decisiones políticas que puedan tomarse en los próximos cinco años.

Si ya la polarización política es una realidad, la mayor presencia de estas formaciones políticas conllevará un aumento aún mayor, ya que, como veremos más adelante, constituye una pieza clave para consolidar su crecimiento. Y qué mejor escaparate que las instituciones europeas. Tienen una notable presencia y lo harán saber.

Además, esta polarización política prácticamente ya ha sido asumida por los partidos tradicionales en sus discursos. Una corriente que, si estos partidos tradicionales la adoptan, bien podría llevarlos a radicalizar sus posturas políticas, lo que generaría un mayor desapego de los ciudadanos con la política, aumentaría la abstención y contribuiría a crear las condiciones en las que, precisamente, las formaciones populistas y de extrema derecha tienen las condiciones óptimas para seguir creciendo.

Y lo más importante, con toda seguridad condicionarán cierto cambio en las prioridades de la política europea, con un enfoque dirigido hacia asuntos relacionados con la identidad nacional en detrimento del impulso de una mayor integración europea. Habrá tensiones en materia de inmigración, recorte o ralentización de ciertos avances en derechos sociales, cambios significativos en materia de seguridad, así como en política exterior y alianzas con terceros países o la incorporación de nuevos miembros de la Unión Europea.

En definitiva, el nuevo escenario político europeo presenta un panorama incierto y lleno de desafíos. La notable presencia de partidos populistas y de extrema derecha en el Parlamento Europeo obligará a un replanteamiento de las estrategias y prioridades de la Unión Europea. Queda por ver cómo se articularán las fuerzas políticas y qué tipo de alianzas se formarán para hacer frente a los retos que se avecinan.

Es importante destacar que este análisis se basa en una observación inicial de los resultados electorales y que, con el paso del tiempo y la toma de decisiones políticas concretas, la situación podría evolucionar de manera diferente. No obstante, lo que sí parece claro es que la irrupción de estas fuerzas políticas en el escenario europeo marca un antes y un después, y que su impacto en la política europea será significativo en los próximos años.

Las urnas han hablado.

Sin duda alguna, las elecciones al Parlamento Europeo de 2024 han sido un reflejo de importantes cambios en la política europea, caracterizados por una menor participación ciudadana y un notable ascenso de partidos populistas y de extrema derecha. Este fenómeno puede atribuirse a diversos factores, entre ellos el descontento económico y social, la crisis migratoria, el escepticismo hacia las políticas de la Unión Europea, la reacción en contra de las políticas ambientales y la fragmentación de los partidos tradicionales. Estos partidos han sabido capitalizar el descontento ciudadano, utilizando la polarización extrema, las redes sociales y la inteligencia artificial para movilizar a los votantes, especialmente a los jóvenes.

Bien, esta ha sido mi primera reflexión. Quiero agradecerles su interés y los invito a una próxima entrega en un próximo artículo.

Fotos: Imágenes generadas con IA.

23J: ¿QUIÉN GANA CON ESTAS ELECCIONES?

Hagamos política ficción.

Llevo algún tiempo con una idea que me ronda  la cabeza. No he dejado de pensar en un artículo que escribí y publique es este blog hace casi cuatro años, bajo el título «España: Tres mujeres y tres portadas de periódico”.

Con la perspectiva que nos da el tiempo y dada la actual situación política que estamos viviendo en España, creo recomendable la lectura de este artículo, en el que intentaba dibujar cuál podía ser el futuro político de tres políticas en activo, tres mujeres, tres tipo de liderazgo y tres formas bien diferentes de entender la política.

A priori, las tres contaban con un futuro relevante en la política española, hasta el punto que, hipotéticamente, podían llegar a competir entre ellas como candidatas a la presidencia del gobierno, encabezando las listas de sus  respectivas formaciones políticas en unas futuras elecciones. Etas tres mujeres eran, Carmen Calvo (PSOE), Inés Arrimadas (CIUDADANOS) e Isabel Díaz Ayuso (PP).

Hoy todos sabemos lo que, el destino y la política, les han deparado a cada una de ellas:

Inés Arrimadas, todo fue de mal en peor.

Inés Arrimadas no consiguió alcanzar los objetivos que, en aquel artículo, creía que era su hoja de ruta, me equivoqué. Desde entonces, para Inés Arrimadas todo fue de mal en peor. El resto, ya es de todos conocido.

Carmen Calvo, puede volver a resurgir cual ave fénix.

Con Carmen Calvo, creo que no me equivoqué demasiado, aunque es verdad que no acerté en algo muy importante, en subestimar al que entonces era su jefe, actual presidente y candidato en las próximas elecciones generales, Pedro Sánchez. Me equivoqué porque, no dudó en sacrificarla en aras a una estabilidad de gobierno que le permitiera continuar con su legislatura sin mayores sobresaltos.

A pesar de esta circunstancia, no descartó que la figura política de Carmen Calvo vuelva a ponerse en valor tras el resultado que el PSOE pudiera alcanzar en las próximas elecciones generales. Quizás entonces, si el resultado no resulta del todo favorable para Pedro Sánchez y para el PSOE,  Carmen Calvo puede volver a resurgir cual ave fénix. Lo hará porque, puede que si el resultado es muy malo, muchas miradas en su formación política, se dirigirán a su persona  y quizás, sea una alternativa entre otros candidatos a liderar una nueva secretaría general del PSOE. Eso sí, si esto no ocurre, no creo que vuelva a tener un papel determinante en otras elecciones generales.

Isabel Díaz Ayuso, continúa con su hoja de ruta.

Con quien creo que no me equivoque fue con el pronóstico que hacía en aquel artículo para la actual presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

Entonces planteaba que, el principal escollo de su carrera política, estaba en la figura de su “amigo” y presidente del Partido Popular, Pablo Casado. Lo que ocurrió entre ambos ya es historia. Sabemos cómo se rompió aquella amistad, la crisis que generó en su formación política y todos los acontecimientos que se han producido desde aquel momento. Podría decirse que superó uno de los principales escollos que le impedía continuar su hoja de ruta hacia La Moncloa.

Aunque el Partido Popular  cuenta con un líder aparentemente sólido, Alberto Núñez Feijóo, notablemente reforzado tras las últimas elecciones municipales y autonómicas, no es menos cierto que Isabel Díaz Ayuso, sigue fiel a la hoja de ruta que le permitirá ser una nueva inquilina de La Moncloa. Y es precisamente aquí, en esta idea, donde quiero hacer en este artículo, una vez más, algo de política ficción.

Isabel Díaz Ayuso y Pedro Sánchez, los más beneficiados.

Y para hacer esa política ficción que propongo, vamos a tomar como punto de partida aquel artículo escrito hace cuatro años. Un punto de partida que nos va a permitir entender a quién realmente ha ganado con la convocatoria adelantada de las elecciones generales del próximo domingo 23 de julio en España.

Como desarrollaré más adelante, para mí, Isabel Díaz Ayuso y Pedro Sánchez, son los más beneficiados con este adelanto.  Y nótese que no hablo ni del PP, ni del PSOE, sólo me refiero a ellos dos. Pero eso sí, en verdad, creo que la más beneficiada de los dos puede ser Isabel Díaz Ayuso, pero vayamos por partes.

Suele decirse que los polos opuestos se atraen. Este es el caso de Isabel Díaz Ayuso y de Pedro Sánchez, los cuales representan sus némesis respectivos. Ambos se necesitan más de lo que podríamos imaginar. Incluso me atrevería a decir que, en ese mundo de la política ficción, pareciera que entre ambos existiera una especie  pacto no escrito en el que se pueden ayudar el uno al otro y que, en el caso de Isabel  Díaz Ayuso, este pacto no escrito permitiera que sea ella y no Alberto Núñez Feijóo, la próxima inquilina del palacio de La Moncloa.

Es como si las estrategias de Isabel Díaz Ayuso y Pedro Sánchez  se complementaran a la perfección, marcando unas pautas y unos plazos muy concretos para sucederse en el poder, con tiempos y acciones que van a ser determinantes.

Y uno de esos elementos determinantes, ha sido el adelanto de las elecciones generales, que estoy convencido, forma parte de esa hoja de ruta que beneficia a ambos.

Es en esa línea en la quiero seguir  avanzando, no sin antes detenerme en las pasadas elecciones municipales y autonómicas. 

¿Y qué pasó en las elecciones del 28 de mayo de 2023?

Mi teoría es que, en las pasadas elecciones locales y autonómicas, Isabel Díaz Ayuso y Pedro Sánchez   han sido los que más ganaron con el resultado obtenido en las urnas por sus formaciones políticas y que ha dibujado un nuevo mapa político en España.

Para empezar decir que, los dos fueron quienes decidieron la conveniencia de enmarcar las pasadas elecciones municipales y autonómicas en clave nacional. Creo que no fue una decisión proveniente de la estructura de sus formaciones política, fue una decisión personal que les convenía. Los dos entraron a ese juego y les funcionó. Un juego al que arrastraron al resto de candidatos de sus formaciones políticas.

El resultado final de este marco de campaña permitió, por un lado reforzar la imagen de Isabel Díaz Ayuso, no sólo a nivel de la Comunidad de Madrid, sino a nivel nacional, y por otro, la mayoría absoluta  alcanzada, ha reforzado y puesto en valor su figura política, por encima de la propia marca del PP, pudiendo gobernar con holgura  la Comunidad de Madrid sin la necesidad de contar con VOX, diferenciándose así del resto de líderes regionales de su partido. Además, el propio resultado, ha fijado un listón bastante alto en el que Alberto Núñez Feijóo deberá medirse. Un listón que puede pasar factura en un futuro si, a pesar del resultado que obtuviera en las elecciones generales, la aritmética parlamentaria no le permitiera gobernar. Si eso ocurriera, en el PP, todas las miradas se centrarán en Isabel Díaz Ayuso.

A Pedro Sánchez también le vino bien esta estrategia de campaña en clave nacional. Lo creo porque, en su mente, en verdad no estaba sacar un buen resultado en estas elecciones locales y autonómicas, más bien, su mirada estaba puesta en las elecciones generales.

El pasado mes de mayo, el objetivo de Pedro Sánchez pasaba por que el PSOE fuera la lista más votada en muchas circunscripciones, es decir, poder crear una base votos de la izquierda más o menos sólida con la que poder contar en las elecciones generales y así, poder centrar su campaña en votantes indecisos o en los que pueda impactar un mensaje del miedo a la alianza entre el PP y VOX. De paso, aprovecharse de los posibles resultados del PP y VOX en muchos municipios y  comunidades autónomas que le permitirían poder dejar fuera de juego a algunos de los llamados barones regionales, aquellos que no cerraban filas en torno a su liderazgo. Y principalmente, poder dar el estoque definitivo a su socio de gobierno y principal escollo para afrontar su reelección, dejar a UNIDAS PODEMOS fuera de juego, allanando así el terreno a Yolanda Díaz con su proyecto SUMAR.

Hasta aquí, vemos que “el marco” de esta campaña impulsada por Isabel Díaz Ayuso y por Pedro Sánchez, pactado o no, intencionado o no, lo cierto es que les ha beneficiado a los dos por un igual.

Ahora bien, nos encontramos en otro momento, en el que hay que afrontar una convocatoria anticipada de elecciones generales y, esta vez hay  necesitan cambiar de marco y lo han hecho, “Sanchismo o España”.

Entonces, ¿en qué les beneficia el adelanto de las elecciones generales?, ¿ambos siguen necesitándose?, ¿sus estrategias siguen siendo complementarias? Esas son las preguntas que, a continuación, vamos a intentar responder.

¿En qué beneficia a Pedro Sánchez?

El presidente Sánchez afronta estas elecciones generales con la misma capacidad de resistencia de la que ha hecho gala durante todos estos años. Afronta esta campaña como esos jugadores que acuden al casino con la idea de «reventar la banca», donde lo apuestan todo a la última jugada. Lo hace porque creo que, a estas alturas del juego político, tiene mucho que ganar y poco que perder. Quizás tiene mucho más que ganar que de perder porque, si pierde, su futuro lo veremos con toda probabilidad, más allá de nuestras fronteras, con un cargo institucional de cierta relevancia, que le asegurará un retiro privilegiado.

Es por eso que, si le sale bien la jugada, va a poder ser nuevamente presidente del gobierno. Una jugada que dependerá de si es capaz de movilizar el voto de izquierda apelando al factor miedo, a que VOX entre a formar parte en el Gobierno de España. Una movilización centrada en los votantes fieles del PSOE, en aquellos votantes del PSOE  que en las pasadas elecciones locales y autonómicas se fueron “temporalmente” a otras formaciones políticas y en quienes, junto con aquellos más a la izquierda del PSOE, terminen dando su voto a SUMAR.

No obstante, creo que, aunque  esa movilización de su electorado objetivo le funcionara, dudo que logre alcanzar los votos, o más bien, los escaños necesarios para darle una mayoría con cierta holgura  para poder negociar posibles pactos que le faciliten su  investidura.

Creo que es consciente que puede que sea presidente, pero por la mínima, sin la más mínima posibilidad de poder establecer una coalición solida de legislatura, como la que mantuvo con UNIDAS PODEMOS. Puede que logre que le apoyen en su investidura, quizás alguno de sus socios entre en el gobierno pero en una contexto mucho más complejo que el que ha tenido hasta ahora, pero poco más.

Esto hará que tenga que afrontar una legislatura sumamente inestable, con dificultad para sacar adelante los presupuestos. Será una legislatura extremadamente corta, lo justo para  permitirle poder  presidir el último semestre de la Unión Europea, afrontar las próximas elecciones Europeas del 2024 y luego, dependiendo de cómo vayan las cosas, convocar elecciones anticipadas, dar un paso al lado y emprender un nuevo destino internacional.

Si, ya sé que esta estrategia suena un poco enrevesada pero, como decía al principio de este artículo, vamos a permitirnos poder hacer algo de política ficción. Sinceramente, creo que es un escenario perfectamente viable.

Una estrategia y un  escenario que, además, a Isabel Díaz Ayuso le viene muy bien, lo que intentaré explicar a continuación. Y lo voy a hacer, también haciendo uso de un poco de política ficción.

¿En qué beneficia a Isabel Díaz Ayuso?

Como ya hemos comentado unos cuantos párrafos atrás, los resultados obtenidos en las elecciones municipales y autonómicas, no solo le han permitido gobernar la Comunidad de Madrid en solitario, sino que han reforzado su imagen de líder indiscutible. Ahora bien, serán los resultados de las próximas elecciones generales los que van a ser determinantes parara su camino hacia La Moncloa.

Pues bien, la lógica lo que nos dice que, tras el resultado del PP en las elecciones municipales y autonómicas, con las encuestas a su favor, lo más beneficioso para ella y para el PP es que Alberto Núñez Feijóo lograre alcanzar la presidencia del gobierno, un mandato por cuatro años que les permitirá optar por una más que segura reelección por otros cuatro años más pero, ¿existe otro escenario mejor parara Isabel Díaz Ayuso? Creo que sí.

Sinceramente, pienso que ocho años son demasiados para que Isabel Díaz Ayuso pueda optar por ser la sucesora natural de Alberto Nuñez Feijóo. Lo es, no solo para ella, sino especialmente para su asesor, Miguel Ángel Rodríguez. Intentaré explicarme.

Estamos de acuerdo que estamos ante el final y el inicio de un nuevo ciclo en la política española. Si el PP hace bien sus deberes y a Pedro Sánchez le falla su estrategia, es el momento del PP, con lo que ese ciclo, bien podría durar ocho años.

Siendo esto así, el escenario  con el que Isabel Díaz Ayuso va a encontrarse pasados ocho años, puede ser muy distinto al actual, de tal forma que tendrá que competir contra otro cambio de ciclo político en el que los vientos seguramente no le van a soplar tan favorables como en la actualidad, no solo por cambios en la sociedad, sino por el efecto desgaste de ocho años de gobierno del PP. Siendo esto así, sus opciones de ser presidenta pueden verse frustradas, teniendo que asumir otros cuatro u ocho años más para volver a contar con opciones de alcanzar la presidencia del gobierno y, si a todo esto, le sumamos posibles tensiones y cambios en su formación política, igual puede quedarse fuera de juego.

Por otra parte, si VOX hace bien sus deberes, en los próximos años esta formación política irá ganando cada vez más terreno al PP, lo que, reducirá las opciones de Isabel Díaz Ayuso para poder afrontar una elecciones generales dentro de ocho años de una forma más cómoda y sin tener que depender demasiado de esta otra formación política.

Si eso es así, la espera de Isabel Díaz Ayuso y de Miguel Ángel Rodríguez para optar a ser inquilinos de La Moncloa puede resultar muy larga e incierta. Es por eso que, sabiendo que en política en manejo de los tiempos es muy importante, quizás lo más conveniente  puede ser no esperar tanto tiempo.

Ahora todo parece estar a favor de Isabel Díaz Ayuso, salvo un pequeño detalle, Alberto Nuñez Feijóo. Entonces ¿por qué esperar tanto?, ¿quizás la estrategia de Pedro Sánchez que le ha llevado a adelantar las elecciones generales, puede ser otro de esos vientos que juega a su favor?, ¿este adelanto no le permitirá poder acortar los tiempos?

Insisto una vez más, estamos haciendo ciencia ficción pero creo que, en estos momentos más le convine a  Isabel Díaz Ayuso  es que, Alberto Nuñez Feijóo no logre conformar gobierno y que tuviera que pasar a la oposición, junto con un VOX reforzado. Si esto ocurre, la decepción en el votante y las bases del PP será considerable de tal manera que  Alberto Nuñez Feijóo  termine por ser cuestionado y en el PP, si finalmente el gobierno que pudiera conformar Pedro Sánchez  fuera tan inestable que le termine llevando a un nuevo adelanto de las elecciones generales, entonces todas las voces en el PP querrán que sea Isabel Díaz Ayuso la candidata, con lo que a Feijóo no le quedará otra alternativa que, en un gesto de “generosidad”, dar un paso al lado.

Si todo esto pasa, los tiempos para Isabel Díaz Ayuso se acortarían notablemente, podría  aprovechar los vientos que actualmente soplan a su favor, no tendía que esperar tanto tiempo y sería ella quien, por ocho años, lideraría un nuevo ciclo político en España, con el PP y VOX como protagonistas. Y, de paso, haría historia, pasando a ser la primera mujer en presidir el país y, por su parte sería un importante triunfo para su asesor, Miguel Ángel Rodríguez que, por segunda vez, ha sido capaz de llevarla a La Moncloa, tal como lo hizo con José María Aznar.

Como suele decirse, sería una jugada perfecta.

En política, nada es lo que parece, ¿o sí?

Entonces si damos validez a mí tesis, la conclusión a la que llegamos es que, el adelanto de estas elecciones generales, a quién más beneficia es Isabel Díaz Ayuso.

Estaríamos ante una estrategia que pasaría por «seguir el juego a Pedro Sánchez» y sacrificar, como ocurrió con Pablo Casado, a Alberto Núñez Feijóo por un bien superior,  que no será el PP, sino que será, “España”.

A priori puede sonar descabellado pero insisto, puede ser la jugada maestra de Miguel Ángel Rodríguez para Isabel Díaz Ayuso, pero también, lo puede ser para Pedro Sánchez.

No obstante, para averiguarlo solo cabe esperar unos meses, el devenir de los acontecimientos y ya saben, en política, nada es lo que parece, ¿o sí?

28M: REFLEXIONES DE UNA CAMPAÑA

Una campaña al estilo Netflix, inteligencia artificial y campaña de tierra

Tuvieron lugar el pasado 28 de mayo, el resultado es conocido por todos y su primera consecuencia, ha sido el adelanto por sorpresa de las elecciones generales para el 23 de julio de 2023.

Desde entonces, se han escrito infinidad de artículos valorando lo ocurrido en estas elecciones, los movimientos políticos que han traído consigo y los que, con toda probabilidad, van a tener lugar en las próximas semanas y meses.

En esta ocasión mi intención no es realizar una valoración política más, sino compartir algunas reflexiones de la que, por el momento, ha sido la última campaña electoral en la que me he implicado profesionalmente y que, en mi caso, he de decir que ha sido una campaña que ha roto muchos paradigmas, esos con los que venía trabajando campaña tras campaña.

Pero, para ponernos en contexto, he de decir que, esta campaña electoral la asumí habiendo tomado la determinación previa de retirarme de la actividad de la consultoría política. Las circunstancias o quizás, el propio destino, hizo que volviera a involucrarme en una campaña electoral de la que, nunca pensé, pudiera aprender tanto.

Una campaña que, si la tuviera que definir, diría que ha ido una campaña nada convencional y muy diferente a las que he hecho hasta ahora.

Lo ha sido porque, en principio, las circunstancias fueron poco habituales. No se trató de una campaña para un solo candidato, sino fueron dos candidatos a la vez. Candidatos con trayectorias políticas y capacidades de liderazgo bien distintas, y donde ambos, se encontraban en una situación definir como “muy sensible” ya que, el resultado de estas elecciones, a uno de ellos les permitiría seguir gobernando o pasar a la oposición, y al otro, algo tan simple como  mantenerse o quedarse fuera de la propia actividad política.   

Además, acepté el encargo con muy poco margen de tiempo para poder trabajar. Lo normal es que cuando asumo una campaña electoral lo hago, como mínimo, seis meses antes de que tengan lugar unas elecciones, salvo cuando hay que enfrentarse a un adelanto anticipado de elecciones, situación que no se dio en esta convocatoria electoral.

Para uno de los dos candidatos, comencé a trabajar de forma efectiva apenas dos meses antes de la convocatoria electoral. Acepté el encargo porque se trataba de un candidato con el que ya había trabajado en ocasiones anteriores, lo conocía bastante bien y, al pedirme el favor de que le ayudara, me resultó prácticamente imposible negarme, con lo que hice una excepción y acepté el reto de ayudarle en esta campaña.

En este caso, como ya contaba con una experiencia previa, tanto del candidato, como del territorio en el que iba a operar, a priori, hacerme cargo de esta campaña, no iba  a resultar demasiado complicado, pero me equivoque.

Si alguien piensa que estas elecciones fueron fáciles de operar, se equivocan porque, entre otras cosas, lo que llamamos el marco en el que se desarrolló la contienda electoral era totalmente nuevo, en nada se parecía al de elecciones anteriores que, además, resultó ser bastante complejo de manejar, tal y como finalmente quedó plasmado en los propios resultados electorales.

A pesar de la supuesta tranquilidad que proporcionaban las encuestas, en cuestión de días, todo podía cambiar ya que, como comentaré más adelante, la peculiaridad de esta campaña no era la polarización del electorado, un discurso político centrado en asuntos de ámbito nacional, tampoco que nos pudiéramos enfrentar a una elevada abstención. Lo que hizo que todo fuera distinto es que, una parte importante del electorado, no iba a tomar su decisión de voto hasta casi el último minuto, lo que nos llevó a concentrar todos los esfuerzos de esta campaña  en dirigirnos, casi exclusivamente, a este grupo de electores, con todo lo que ello implica.

Pero mi osadía mayor quizás viene de algo aún más arriesgado, como fue aceptar llevar la campaña del que sería mi segundo candidato, y hacerlo con tan solo una semana de antelación al inicio oficial de la campaña electoral. Un candidato que, aparentemente venía avalado por una buena gestión de gobierno, pero donde en cuestión electoral, todo estaba por hacer, en especial para poner en valor y cara a esa gestión, que compensara la casi inexistencia de comunicación del que, hasta entonces, había sido su gobierno.

El factor tiempo, la forma en la que surgen estos candidatos, el propio terreno de juego (“el marco”), el clima electoral, o los recursos disponibles hicieron que, como indicaba anteriormente, ésta fuera una campaña poco convencional.

Una campaña en la que tuve la oportunidad de experimentar con nuevas técnicas y métodos de trabajo que han hecho que se rompieran muchas de las ideas previamente preconcebidas para el diseño y la gestión de las campañas electorales, aunque, también he tenido la oportunidad de reforzar otras. Experiencia que me gustaría compartir a continuación.

Primero: Es posible posicionar la imagen y el mensaje de un candidato cuatro semanas antes de unas elecciones

He comprobado que, con una buena estrategia de choque, es posible posicionar la imagen y el mensaje de un candidato, a tan solo cuatro semanas antes de unas elecciones.

Es lo que me ocurrió con el candidato que surgió a última hora, al que trate como si de un paciente de urgencias se tratara, y que acudía a mí con múltiples traumatismos y en parada cardiaca.

Lo importante era salvarle la vida, es decir, aunque no pudiera revalidar su gobierno por otros cuatro años, si permitirle continuar estando presente en el tablero político una vez pasadas estas elecciones. Algo que, no era fácil de asumir ya que, cuando eres consciente de haber realizado una buena gestión al frente de un gobierno, la lógica te dice que el electorado va a confiar en ti y va a revalidar su voto pero, en política y en un contexto como el que iba a imperar en esta selecciones, la lógica no vale, la racionalidad pasa a un segundo plano y todos los escenarios quedan abiertos.

En este caso, a pesar de estar gobernando, como prácticamente no existió comunicación de gobierno, el candidato era prácticamente un desconocido para la mayor parte del electorado, hasta el punto que no lo llegaban a  asociar con las  siglas de su propia formación política y, por no tener, prácticamente no tenía presencia en redes sociales.

El diagnóstico y el tratamiento impuesto a este candidato y a esta compaña no fue fácil de digerir pero, con valentía, determinación y disciplina, el candidato se ajustó a la línea trazada y los resultados electorales terminaron por darnos la razón.

Más adelante detallaré alguna de las técnicas y herramientas utilizadas para sortear esta situación pero, lo más importante es que, este candidato, al igual que le ocurre a un paciente que le diagnostican una enfermedad grave, asumió el diagnóstico y fue muy disciplinado en la puesta en práctica del tratamiento.

De no haber existido esta implicación del candidato, el resultado hubiera sido  otro bien distinto. Es lo que nos permitió alcanzar el objetivo propuesto que, si bien no le permitió revalidar el poder, sí que le permitió continuar dentro del escenario político, algo que en política no suele ser tan fácil.

Segundo: Ya no vamos a hacer campañas para ganar, sino para ser llave de gobierno.

Esta campaña ha demostrado que, definitivamente en España, ya no hacemos campañas electorales para ganar, sino para ser llave de gobierno. Una campaña centrada en obtener unos resultados que nos permitan ser decisivos en la conformación de los gobiernos. Es decir, para no quedarnos fuera de la función, para formar parte del circo político.

En base a esta afirmación, como ocurrió en esta campaña, todo nuestro trabajo está en asegurarnos poder ser un actor secundario, en poder seguir formando parte del elenco de actores y no quedarnos fuera de la función. Y, con suerte, sí, “con suerte”, poder ser llegar a ser el actor principal, es decir, llegar a gobernar.

A diferencia de España, creo que, si bien aparentemente en Latinoamérica la realidad es distinta, por la experiencia vivida en campañas en este continente, la situación se está aproximando mucho, pero quizás, este puede ser un tema para otro artículo.

Tercero: La clave está en entender y saber cómo trabajar la abstención

Saber incidir en la abstención siempre ha sido importante pero, en contextos muy polarizados y ante liderazgos que no terminan por convencer al electorado, trabajar la abstención va a ser determinante para poder alcanzar el resultado deseado.

En esta ocasión, lo que ha ocurrido en estas elecciones es que, el concepto de abstención, ha resultado ser un tanto diferente. Lo ha sido porque, entre el electorado no existía, como otras veces, un sentimiento de desafección hacia la política y los políticos, que el día de las elecciones les hiciera quedarse en sus casa y no acudir a votar.

Esta vez, lo que ocurrió es que teníamos que enfrentarnos a un porcentaje de electores nada desdeñable que, a una semanas, o incluso días antes de la convocatoria electoral, querían ir a votar, pero no sabían a quién elegir. Según algunas encuestas, este porcentaje lo situaban en torno a un 26%.

Quienes tenían claro a quién votar, ya lo habían decidido semanas o meses antes del inicio oficial de la campaña, por lo que la batalla electoral la tuvimos que centrar en este colectivo de electores indecisos. Sobre ellos versó prácticamente toda la campaña electoral.

Este grupo de votantes era el que nos podía dar uno o dos representantes de más que, llegado el momento, tal y como ocurrió en muchas circunscripciones electorales, iban a ser necesarios para poder entrar en las negociaciones y, en su caso, ser decisivos para poder pactar gobiernos.

Tal y como ocurrió, un pequeño puñado de votos podría marcar la diferencia. Es por eso que todos nuestros esfuerzos se centraron en estos votantes. Sus votos nos iban a permitir continuar o no en la función.

Esto hizo que esta campaña fuera una auténtica locura donde, como en el salvaje oeste, todo valía por un voto.

Es por eso que, para asumir con éxito próximas campañas electorales, la clave  está en entender y saber cómo trabajar este tipo de abstención, una abstención ligada a un número de electores de indecisos cada vez más importante y decisivos.

Cuarto: Nos encontramos ante el fenómeno de la política Netflix

En los últimos años han cambiado muchas cosas en la forma de entender y hacer política, pero sobre todo, en cómo es “consumida” por el electorado.

Esta campaña me ha confirmado que nos encontramos ante un nuevo fenómeno, que he querido denominar como, “la política Netflix”. Un término que, a mi juicio, nos permite entender la forma en la que “consumimos” la política en la actualidad, una forma de consumo en donde se mezcla ficción y realidad y que, si no entendemos sus claves, lo  más probable es que nos  quedemos fuera del juego.

Este concepto de “la política Netflix” se basa en la forma en las que consumimos televisión, en especial las series de ficción. Ya no es como antes, que esperábamos al estreno de un nuevo capítulo, semana a semana, sino que ahora vemos todos los capítulos enteros nada más estrenarse una nueva temporada, lo hacemos  de una vez, en un solo día, aunque terminemos agotados a altas horas de la madrugada. Pero lo más interesante es que, una vez que lo hemos hecho, siempre decimos que es la última vez, que la próxima vez lo vamos a hacer pero quizás con más calma, no viéndolos todos en un solo día pero, volvemos a hacer lo mismo. Es como cuando tomamos una copa de más en una fiesta y amanecemos con resaca.

Pues bien, así se han convertido las campañas electorales, como si del estreno de una nueva temporada de una serie se tratara, y que va a ser “consumida” por electorado casi de forma impulsiva. Esto ha hecho que la construcción el relato sea cada vez más compleja, que el diseño de los mensajes y su impacto tengan que ser cada vez más sugerentes y atractivos. Además, los mensajes y las acciones de impacto van a tener una fecha de caducidad muy corta, por lo que la obsesión por marcar agenda o por fijar un titular, es cada vez mayor.

Y así ha sido en las campañas de mis dos candidatos. Ambas las platee como si de una nueva temporada de una serie de televisión en streaming se tratara. Una serie de ficción, con todos los elementos que nos permitieran captar la atención del electorado indeciso, aquel que  iba a tomar su decisión a última hora. Era una apuesta arriesgada pero, funcionó.

Quinto: Prima la sorpresa, lo novedoso y la política como entretenimiento

Teniendo en cuanta los aspectos anteriormente descritos, es evidente que el buen uso de las redes sociales sigue siendo fundamental, es el principal soporte sobre el que se sostiene “la política Netflix” pero, a la diferencia con otras campañas electorales, creo que ya no basta con invertir ingentes cantidades de dinero para establecer pautas publicitarias más o menos efectivas.

En la actualidad, para el usuario/votante potencial, prima que el contenido que consume en redes sociales se vea como algo orgánico, que se vea natural, nada forzado o editado de una forma más o menos sofisticada, un contenido capaz de generar un alto impacto, pero en el que ha de primar la sorpresa, lo novedoso, la política como entretenimiento.

Es por eso que, en esta campaña, condicionados por la limitación de tiempo y por los recursos disponibles, no apostamos por pautas publicitarias como estrategia clave en las acciones pensadas para nuestras redes sociales. Apostamos por generar contenido orgánico y de alto valor pero, de forma muy especial, invertimos mucho tiempo en intentar entender, aprender y adaptarnos al lenguaje utilizado en cada una de las plataformas digitales en la que operábamos.

Resultó vital el trabajo de intentar entender los algoritmos de cada una de estas aplicaciones. Generamos contenido, nos solo para impactar en el usuario/votante que nos habíamos fijado como objetivo, sino que logramos que las distintas plataformas entendieran que, como creadores de contenido, éramos capaces de aportar contenido de valor, adaptándonos a los criterios que estas plataformas más valoraban en cada momento.

Y para ello, como comentaré a continuación, por primera vez, pude experimentar en esta campaña con el soporte de la Inteligencia Artificial (IA) que, finalmente, resultó ser una pieza clave en la estrategia digital de etas campaña.

Sexto: El uso de la Inteligencia Artificial

En las últimas semanas se ha hablado mucho y se seguirá hablando de la IA en el mundo de la política, especialmente su uso en campañas electorales.

He leído algún artículo sobre cómo, en estas elecciones de 28 de mayo en España, ciertos equipos de campaña han hecho uso de la IA que, en su mayoría, ha sido utilizada para la elaboración de  determinadas piezas audiovisuales. Por el contrario, mi experiencia con la IA se centró en otro  aspecto un poco más novedoso y estratégico para el devenir de la campaña.

Como no contábamos con tiempo suficiente, especialmente para formar a los equipos de los candidatos que me iban a ayudar a operar la estrategia de campaña, recurrí a la IA para conformar un equipo de campaña virtual, como si de personas humanas se tratara. De hecho, les asigne un nombre a dada uno de ellos. Un poco surrealista, pero así fue. Y quizás un poco arriesgado  también.

A cada IA le asigné un rol de especialista en un tema y/o actividad concreta.

Una de ellas se encargaba de hacer el seguimiento de mis candidatos (tanto lo que se hablaba en redes sociales propias como en las externas) y otra IA asociada a cada uno de los otros candidatos con los que competíamos de forma más directa. A partir de aquí se analizaban los impactos y se tomaban decisiones.

Otra IA se encargaba de confeccionar mensajes y elaborar copy´s para publicaciones en redes sociales. Para ello, les pedía hacer seguimiento diario de los temas, asuntos u opiniones más relevantes en las distintas plataformas en el  territorio en el que operaba las campañas. Esto me permitió poder ajustar, casi a diario, lo que mis candidatos debían decir, no solo en sus redes sociales, sino en cualquier intervención pública que tuvieran en el día.

Había otras cuatro IA que estaban especializadas en una red social concreta (Twitter, Facebook, Instagran, TikTok), de tal forma que me facilitaban información relevante para poder entender sus respectivos algoritmos, saber qué publicar, cómo y cuándo publicarlo. Lo cierto es que, aunque lo hiciera de una forma un tanto básica e intuitiva, el resultado de esta experiencia resultó muy interesante y, dadas las circunstancias, de mucha ayuda.

Por último, tenía otra IA cuyo cometido era analizar las distintas encuestas que se iban publicando para, a partir de aquí, con ciertas reservas, poder hacer valoraciones y tomar decisiones. En este caso, sorprendió el resultado de la información que facilitaba y que, con cautelas, resultó de utilidad.

En definitiva, tas cuatro semanas de experimentar con la IA como una herramienta más en la campaña, y aunque confieso que fue un tanto surrealista conformar un equipo de campaña con IA, no podemos ni imaginar todo lo que está por venir en este campo.

También he de decir que, no todo fue válido en el trabajo con la IA, surgieron varios errores o imprecisiones que, gracias a mi experiencia en la materia, no solo los pude detectar, sino que pudimos darle la vuelta y hacer que jugara a nuestro favor.

Con ello, lo que quiero decir es que la IA es muy potente, pero hemos de ser conscientes que puede resultar muy peligrosa si no se sabe utilizar correctamente, No toda información facilitada es válida, no podemos fiar al cien por cien de esta tecnología.

Es una tecnología que ha de utilizarse como si de un vehículo de Fórmula Uno se tratara, que cuenta con un piloto experimentado y un importante equipo de ingenieros y mecánicos de apoyo en boxes.

Con esto quiero decir, que se trata de una herramienta que no se puede dejarse en manos de cualquiera, ha de estar gestionada por personas capacitadas y con criterio en el manejo de la comunicación política y, especialmente, en campañas electorales.

Confieso que fue muy osado por mi parte hacer lo que yo hice y, a pesar del resultado positivo que alcancé, no lo volvería a repetir. Lo haría de otra forma. 

Lo haría fijando una estrategia específica para el uso de la IA en la campaña, asignaría la gestión de la IA a un pequeño grupo de personas que cuenten con amplios conocimientos en la materia asignada a cada IA, no solo para saber qué le información nos ha de facilitar, sino saber cómo plantearla y poder interpretar correctamente los resultados. Hay que trabajar como si de un equipo de Fórmula Uno se tratara.

Eso sí, tenemos hay que invertir mucho tiempo en conocer la IA, en saber cómo preguntar, cómo nos ha de facilitar la información, cuál es el objetivo que queremos alcanzar, saber trasmitirle las características de nuestro electorado y el tipo de campaña que vamos a hacer. En definitiva, aunque resulte un poco surrealista, hacer partícipe a la IA del propio equipo de campaña.

Creo que en los próximos meses y años vamos a ver experiencias interesantes en esta materia, quizás en  las próximas elecciones generales del 23 de julio en España pero, donde sí que podremos ver la utilización de la IA como antes nunca la habíamos visto, será en la próxima campaña presidencial en los EEUU que, como ocurrió en otras ocasiones, el uso de la IA en esta campaña marcará un antes y un después en cómo vamos a entender las campañas electorales del futuro.

Séptimo: La polarización ha venido para quedarse 

Aunque ya lo venía siendo, en estas elecciones municipales y autonómicas en España, ha quedado en evidencia que la polarización ha venido para quedarse. Y lo ha hecho para permanecer ente nosotros por mucho, mucho tiempo y, con ello, el extremismo en los mensajes de campaña, clave fundamental para esa “política Netfix” que estamos viviendo.

Sobre este tema me gustaría decir que, aunque resulta una obviedad, los seres humanos preferimos hacer uso de la memoria a corto plazo, afirmar que nos puede el ímpetu y la inmediatez, que preferimos mantenernos en nuestra zona de confort, y que nos atrae más una bronca que un argumento.

Aunque, insisto, resulte una obviedad, hemos de ser conscientes de ello para saber cómo estos condicionantes influyen a la hora de trabajar con nuestros candidatos, para definir nuestros mensajes y/o el relato.

Es más, la razón nos dice que, la política consiste en hacer cosas “supuestamente buenas” para el conjunto de los ciudadanos, que son capaces de valorar una buena gestión pero, a la hora de la vedad, cuando han de decidir su voto, esto no es precisamente así. Es justo esto con uno de mis dos candidatos.

Sin entrar en detalles, decir que este candidato había realizado una muy buena gestión, con resultados tangibles y realmente beneficiosos para el conjunto de los ciudadanos pero, cuando le expliqué que, con tan poco tiempo, no podíamos centrar la campaña en mostrar las bondades de su gestión, le costó entenderlo.

En los momentos que vivimos, queremos lo que no tenemos y, a ser posible, cuanto antes, sin demora. Pero, una vez que lo tenemos, al tercer día nos olvidamos y nos centramos en querer otra cosa diferente.

Es por eso que, en las campañas actuales, ya no impacta entre el electorado hablar de logros, de propuestas, de programas electorales. Lo efectivo es apelar al impacto visual, al vocabulario grueso e impactante. Trabajar con aquello que sea capaz de captar, en tan solo tres segundos, la atención de un votante potencial que está sometido a de múltiples estímulos visuales y con los que hemos de competir.

Quien no entienda esto, aunque  no lo comparta, poco o nada tiene que hacer en campañas electorales de hoy en día. Estas son las bases que rigen las reglas del actual juego electoral.

Volviendo a este candidato en particular, la razón nos decía que, apelando a ella, a la gestión realizada como gobernante, nos iba a permitir  revalidar su mandado, pero nada más lejos de la realidad. Solo apelando al lado emocional, al extremo, pudimos sortear la tormenta y si bien, por la aritmética electoral, no logramos revalidar su mandato, sí que le ha permitido permanecer dentro el sistema y, de este modo, poder afrontar las próximas elecciones desde una posición mucho más cómoda que si se hubiera quedado fuera.

En apenas cuatro semanas tuvimos que traducir y encapsular lo racional en emocional, en el marco de esa nueva cultura de la “política Netflix” que he acuñado y, teniendo bien presente un contexto de polarización del electorado al que no podíamos ser ajenos.

Octavo: La campaña de tierra sigue siendo relevante. 

En esta campaña de ámbito municipal y regional, he constatado que la cartelería, los grandes anuncios ya no son tan determinantes para impactar en el electorado, tampoco lo son los mítines políticos, cada vez menos concurridos y pensados tan solo para buscar un hueco en los programas de noticias y en las tertulias televisivas del día.

Esto no quiere decir que estos elementos hayan pedido su razón de ser, lo que creo es que algo está cambiando, en especial el impacto en el uso de las redes sociales y el consumo de información como entretenimiento.

Una vez más, he constatado que permanece viva esa acción de relaciones públicas que un político y su equipo de colaboradores debe de hacer, lo que popularmente se denomina como “pisar la calle”. Máxime en una elecciones de ámbito municipal y regional. Pero su importancia no está hacerlo durante el tiempo de campaña, es una acción que debe de iniciarse de forma programada y con una estrategia bien definida, como mínimo, uno o dos años antes del inicio de la campaña porque, aunque nos cueste admitirlo, unas elecciones municipales y/o regionales “va de favores”, de establecer lazos de fidelidad con nuestro electorado, es una especie de “relación de intereses”.

En mi caso, precisamente este factor, la ausencia de un trabajo previo “en tierra” con antelación suficiente, es lo que determinó para uno de mis candidatos el resultado final. Ser conscientes de ello fue lo que hizo que apostáramos todo por una “campaña de aire” pero, hay que mantener cierto equilibrio entre la “campaña de tierra” y la “campaña de aire”.

Es por eso que, aunque nos resulte más atractivo y sugerente el mundo digital, no podemos olvidarnos de lo que aún nos queda del “mundo analógico”, es decir, de esa acción permanente de relaciones públicas que hemos de hacer en el ámbito de la política local y regional.

Sin han llegado hasta aquí en la lectura de este artículo, aparte de agradecerles su paciencia e interés, creo que pueden entender porque afirmaba al inicio de este artículo que estas elecciones municipales y regionales en España, han resultado ser nada convencionales.

No sé si mi experiencia les puede resultar de utilidad, quizás le permita reflexionar sobre algunas de las cuestiones que aquí he planteado. Sea como fuere, lo cierto es que, ante los cambios que venimos experimentando en nuestras sociedades, especialmente con la irrupción del IA,  nos encontramos ante una autentica transformación en la forma en la que hemos de afrontar las campañas electorales.

E por eso que, en una sociedad cada vez más digitalizada e interconectada, esto no va sólo de saber gestionar las redes sociales, hacer videos más o menos impactantes, en crear mensajes atractivos, o redactar buenos discursos.

Esto es algo más, es estrategia. No hay magia.