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CONSULTOR POLÍTICO: DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA

TeoriaPractica

 

 

 

 

 

 

Si me lo permiten, esta vez quisiera reflexionar en voz alta sobre la figura de un consultor político y, en especial, sobre el trabajo de un consultor político feelance en sus inicios.

De alguna manera, lo que voy a intentar es reflexionar en voz alta sobre un aspecto de nuestro trabajo como consultores políticos que, aunque la teoría lo contemple,  muchas veces surge un aspecto muy concreto en el que, la práctica, supera con creces los planteamientos teóricos que hemos aprendido en nuestros procesos formativos.

En este sentido, hace algunos meses, escribí un artículo sobre lo que entendía que debía de ser la figura y el rol que ha de desempeñar un consultor político. Pasado este tiempo, aunque suscribo todo lo dicho entonces, reconozco que son, “ciertos matices”, los que de alguna manera están terminando por dar forma a aquel concepto que compartía con muchos de quienes, por aquel  entonces, tuvieron la atención y paciencia de leer aquellas notas.

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A primera vista, pareciera que la figura del consultor político se circunscribe, casi exclusivamente,  al ámbito teórico y estratégico de lo que sería  el diseño de campañas electorales  o de lo que sería el asesoramiento relativo a la gestión de gobierno.  Si bien esto es así, lo cierto es que a veces surgen situaciones en la que estos dos escenarios no s encuentran tan definidos.

En definitiva, nuestro trabajo consiste en elaborar propuestas y recomendaciones a nuestros clientes para la consecución de sus objetivos en una u otra materia, planificación de campañas y/o gestión de gobierno. Pero lo cierto es que, aunque “en este negocio”, los roles estén perfectamente claros (cliente, candidato, jefe de campaña, jefe de gabinete, director de comunicación, etc., etc.), al final la sensación que uno tiene es que, empezamos a  “hacer un poco de todo”, desvirtuando ese “rol teórico” que debiera de tener un consultor político. Y mi pregunta es, ¿son sensaciones mías?, o ¿a todos nos ha pasado algo de esto?

Da la sensación que, una vez que con nuestro cliente, vamos a producir ese proceso que da lugar al tránsito entre el diseño de un marco teórico/estratégico de aquel encargo que nos ha hecho, a lo que sería la puesta en funcionamiento, a ese momento de la implementación de las estrategias y acciones previamente diseñadas, entramos en una fase que yo calificaría “de bombero”, en donde, no sé bien porque razón, el cliente asume que esa es nuestra responsabilidad, con lo que pasamos de ocupar una hipotética posición de “imparcialidad” a implicarnos directamente en la ejecución de las acciones y estrategias que previamente hemos diseñado para el propio cliente. .

No digo que no sea una opción válida, que no se deba de asumir ese rol si llegara el momento. Lo que curre es que, si esto es así,  quizás cometemos el riesgo de  llegar a desvirtuar nuestro verdadero  cometido como consultores políticos.  Con lo que, si esto ocurre, podemos llegar a perder la perspectiva que es tan importante en el desarrollo de nuestro trabajo ya que, terminaríamos siendo “juez y parte”.

TxtTP2Siendo conscientes de ello, si se da esta circunstancia, corremos el riesgo de llegar a perder la perspectiva que se nos supone como verdaderos profesionales independientes. No en vano, esta es una de las características fundamentales que diferencian  a un consultor de un asesor político ya que, aunque parecía que son términos parecidos, en el fondo no lo son. Es justo ese matiz de la “independencia” el que marca la diferencia entre ser una cosa u otra.

Por tanto, si llegamos a asumir ciertos roles de nuestro cliente,  podemos entrar en un campo sumamente peligroso ya que, nuestra supuesta “independencia” se verá influenciada y con ello, corremos el riesgo de perder perspectiva, cierta capacidad en el rigor de nuestros análisis, así como en la valoraciones que podamos hacer respecto al trabajo que pudiéramos estar desarrollando para nuestro cliente.

Como habrán deducido, si hago esta reflexión es porque creo que esta situación empieza  a pasarme ya que, en esa obsesión por intentar que mi cliente cometa la menor cantidad de errores posibles y queriendo evitar que, bien por desconocimiento, formación o capacidad del cliente o de su equipo de colaboradores, empiezo a tomar parte activa en la ejecución de alguna de las tácticas y acciones que previamente le he diseñado. Situación esta que empieza a inquietarme. No tanto porque no sea capaz de implementar las propias acciones que he diseñado, sino por correr el riesgo de perder ese punto de neutralidad o de “independencia” que se supone debiera de tener como profesional de la consultoría política.

Al fin y al cabo, parte de nuestro trabajo es asumir parte de los errores que podamos cometer como estrategas o como analistas, dentro de nuestro propio ámbito profesional, pero nunca, asumiendo el papel que le corresponde al cliente. No sólo de los posibles fallos o errores, sino también de los posibles aciertos derivados de esa acción “de bomberos” que, de forma ocasional o permanente hayamos tenido que realizar.

Supongo que estas cosas pasan por “ser novato”, por ser primerizo en estas lides. Sólo espero que, viendo el lado positivo de haberme visto en esta situación, sea capaz de reaccionar a tiempo porque, no creo que sea bueno ni sano, mantener por mucho tiempo esta alteración de roles entre consultor y cliente. Espero que si, en algún momento, se ven en esta situación parecida,  tengan la capacidad de darse cuenta y poder rectificar a tiempo. No sé si como yo lo estoy haciendo en este momento, pero reconducir una situación que, al final, no creo que termine de ser beneficios apara ninguna de la partes.

TxtTP3Por eso, aunque todos conocemos la teoría y sabemos quién es quién en este partido, no está de más, de vez en cuando, detenernos un instante a reflexionar y analizar en qué punto nos encontramos y, si nos damos cuenta que estamos traspasando esa barrera que debe de existir entre el consultor político y su cliente, reaccionemos a tiempo. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de romper esa posición de perspectiva que nos va a permitir analizar aquellos elementos que harán que nuestro servicios de consultoría para con el cliente, sean realmente de calidad, quedando exentos de cualquier tipo de influencia o contaminación del quehacer diario de nuestro cliente, de su equipos de trabajo, o de su propia organización.

Al fin y al cabo, o debemos de olvidar nunca que, como consultores políticos, es fundamental tener bien presente que, en ese tránsito de la teoría a la práctica, nuestro rol ha de estar más del lado de la teoría que de la práctica propiamente dicha porque, si es al revés, dejaremos de llamarnos consultores políticos, para pasar a ser “otra cosa”(jefe o coordinador de campaña, jefe de gabinete, responsable de comunicación, portavoz, community manager, etc.). Dejaríamos entonces de ser consultores políticos. Seríamos “otra cosa”.

CLASE POLÍTICA EN ESPAÑA SIN RUMBO… ¿O NO?

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Hace tiempo que no escribo ningún artículo de reflexión en mi blog. Probablemente sea porque me encuentro inmerso en el que es mi primer trabajo como consultor político, en pleno desarrollo de la primera campaña electoral a la que me enfrento como profesional independiente, asesorando a una formación política que con curre a las elecciones locales y autonómicas que se celebran en España el próximo 24 de mayo de 2015.

En la medida que no es lo mismo ver el toro desde la barrera que bajar al ruedo y experimentar lo que, en el campo de la batalla electoral, es lo que hace que todas mis energías estén concentradas en conseguir el mejor resultado posible para mi cliente o, cuando menos, que cometa la menor cantidad de errores posible.

Y como ahora toca centrarse en aquél lugar donde la teoría ha de pasar a ser práctica, y donde el mínimo fallo puede llegar a dar un traspié que dé al traste con todo el trabajo que hemos realizado, quizás sea por eso que, al estar todos mis esfuerzos concentrados en esta batalla, no haya tenido tiempo para hacer un alto en el camino y reflexionar sobe aquellas cosas que afectan al entorno de nuestra profesión o a todo lo relacionado con el mundo de la política en general.

TxtSR1Con todo ello, lo que sí puedo decirles es que, no sé porque extraño motivo, hoy sí que he decidido compartir con ustedes una percepción que llevo observando desde hace algún tiempo el ámbito de la política en mi país, España. Percepción que no sé si trasciende de un ámbito meramente local u otro más amplio.

Vivimos un momento un tanto convulso, un tiempo en el que parece que aspiramos a un cambio radical en las cosas, en nuestra vida y en la política pero, de alguna manera, nos encontramos como paralizados. Es como si deseáramos cambiar pero no sabemos bien como dar ese paso. Un paso al que hemos de dar solos porque, de una forma u otra, sabemos que nadie nos va a llevar de la mano en ese tránsito que sí o sí sabemos que hemos de dar.

No sabemos si es lo mejor que podemos hacer, desconocemos lo que podemos encontrar pero internamente, en como si un ciclo vitar estuviera terminando y quisiéramos dar ese paso que nos va a permitir abrir el telón a nuevas oportunidades, a nuevas sensaciones a una nueva forma de enfrentarnos a la vida y al entorno que nos rodea.

Desde la posición que ocupo, desde el campo de la dura confrontación política y electoral, he notado que ese proceso de aspiración al cambio que vimos en un ámbito más personal e íntimo, se estuviera dando en las organizaciones políticas que configuran el panorama político en España.
No sé si también ocurre en otros países pero, en mi país, se evidencia hay una especie de falta de rumbo, no se sabe hacia dónde ir, no se sabe qué hacer, tan siquiera, se atreven a improvisar. Es como si estas organizaciones se encontraran paralizadas, a la espera de recibir instrucciones de no se sabe quién y no se sabe cuándo.

Mientras tanto, sus miembros empiezan a tomar decisiones a título individual o conformando pequeños grupos mientras pasas ese tránsito de cambio que supone encontrarse en el andén de espera al que han llegado tras muchos años de hacer lo que mejor sabían hacer, que no pasara nada. Pero ahora, las circunstancia y buen parte del resultado de sus acciones pasadas, las han colocado en una especie de limbo, esperando no se sabe qué y a no se sabe a quién.

En España nos encontramos con una clase política y unas organizaciones políticas más o menos tradicionales que ha comparado un billete de avión pero, una vez pasado el control de seguridad, se encuentra esperando en el aeropuerto a que salga un avión que sufre un retraso tras otro. Y los que no se encuentran en esta situación están pensando comprar o ya han comprado sendos pasajes para dos vuelos que tienen fecha, pero no saben si llegaran a tomar o no.

TxtSR2Es más, aunque han comprado sus billetes (uno es para las próximas elecciones locales y autonómicas y el otro es para las elecciones generales), lo cierto es que, muchos de ellos, lo han hecho demasiada anticipación y de forma precipitada, como si quisieran aprovechar una interesante oferta en el coste del billete. Han abonado ambos billetes, pero se han dado cuenta que la compra la han hecho en una compañía de bajo coste y cualquier cambio o modificación en el billete supone un sobre coste.

El caso es que, a pocos meses de las elecciones (de tomar el vuelo) saben que han de seleccionar asiento y pagar por ello, facturar más de una maleta y pagar por ello, modificar el billete y pagar por ello.

Pero, lo más inquietante es que, todavía no saben si han de comparar más billetes, o deben de anular alguno de los trayectos de esos billetes que ya han comprado y pagado.

TxtSR3Da la sensación que las los políticos en mi país (España) y las formaciones políticas que aspiran a jugar un papel de actor principal, y no de reparto, en las próximas elecciones (bien sean locales o generales), empeñándose en hacernos ver que tienen todo controlado, que saben dónde van pero, en el fondo, la realidad es otra.

De nada que nos adentremos en el corazón de esas organizaciones políticas, especialmente las tradicionales, nos damos cuenta que existe una clara falta de rumbo, no tienen realmente claro que han de hacer y hacia dónde ir porque, ya no basta con querer ganar las elecciones con mayoría absoluta, sino saber qué plan existe para el día después.

Sus bases e incluso, hasta algunos de sus dirigentes pareciera que esperan recibir instrucciones, de nos e sabe quién y no se sabe cuándo. El caso es que bien no llegan o no se sabe a ciencia cierta quién ha de darlas, y lo que es peor aún, pareciera que no está claro que instrucción o instrucciones dar.

TxtSR4Pero como si de un virus se tratara, incluso las formaciones emergentes que aspiran a ser una alternativa y representan ese cambio que parece venir demandando la sociedad desde hace tiempo ya, han de defenderse para no contagiarse de este virus que parece afectar a las organizaciones políticas tradicionales. Y es que, hasta la fecha no se ha descubierto vacuna alguna que mitigue los efectos de esta situación de falta de rumbo que condicionan al mayor parte de las decisiones y acciones que quieren y desean tomar.

Nos encontramos con organizaciones que sabemos que, como un barco, sus integrantes saben que existe un puente de mando, un capitán y unos oficiales pero, en verdad no saben si están ahí, si están haciendo su trabajo, si están pilotando la nave a un destino bien definido y compartido por toda la organización.

TxtSR5Eso sí, hay mucho ruido mediático, ha mucha declaración, hay reacciones cada vez que surge un nuevo sondeo electoral pero, en el fondo, es como si cada uno fuera por su lado, como si nada pasara, mientras la sociedad “va por libre”, esperando a tomar una decisión pero, tampoco supieran a ciencia cierta cuál tomar.

Igual es una percepción muy subjetiva, pero denoto como si o hubiera, en la mayor parte de las organizaciones políticas en España una estrategia bien definida. Es como si hubiera una conjunción de muchas estrategias, como si de astros se tratara, muchos mensajes, mucho ruido y pocas alternativas que permitan al electorado tomar una posición clara acerca de lo que está pasando y, sobre todo, que les ayuden a decidir cuál es el cambio que quieren y desean hacer.

De una forma u otra, pareciera que quienes pretenden ser los actores principales de estas elecciones, están más centrados en librar sus propias batallas internas, que en ofrecer una alternativa de cambio real.

Falta esa necesaria dulce reconciliación de los políticos con los ciudadanos

Mientras tanto, el ciudadano sigue también esperando, quiera votar, quiere participar pero, a fecha de hoy, muchos ciudadanos, una gran mayoría, sigue sin tener clara cuál es la propuesta de las formaciones política a la que están dispuestos a dar su confianza.

Aunque cueste reconocerlo, falta ilusión y liderazgo. Falta esa necesaria dulce reconciliación de los políticos con los ciudadanos que hoy más que nunca se echa en falta.

Falta que los políticos y sus organizaciones políticas nos vuelvan a enamorar. Sí, esa es la palabra, enamorar.

TxtSR7Es justo aquí donde debieran de centrarse todos los esfuerzos. Trabajar para conseguir que los políticos vuelvan a enamorase del electorado y, a su vez, éste, del político.

Es así de simple, basta con una sonrisa, con una mirada honesta y transparente capaz de provocar ese necesario enamoramiento. Un romance que ha de ir más allá de un mero programa político, de una mera declaración de buenas intenciones o de una historia más o menos elaborada.

Somos humanos y las organizaciones políticas también los son. Éstas han de cambiar su mensaje, mirar de frente a los ciudadanos y hablarles de verdad y sin tapujos.

Por eso, las formaciones políticas han de cambiar su mensaje, es necesario que hablen al corazón, pero con honestidad y confianza.

No sé si ustedes perciben esta sensación o son meras apreciaciones mías. Si se fijan no hago mención a ningunaformación política en particular, y es que, ya sean más recientes o lleven más años entre nosotros, creo que tanto una como otras se encuentran en la misma situación. A la espera que el capitán del barco marque el rumbo a segur y dé la orden de zarpar.

Quizás esté equivocado y solo sean desvaríos de un mero espectador y actor de la política en España, pero llevo tiempo dándole vueltas a este asunto y, como si de una catarsis se tratara, he querido compartirlo con ustedes por si piensan igual que yo, o por el contrario, creen que la situación es otra bien distinta.
Esta es la pregunta, ¿en verdad hay un rumbo bien definido en la política de este país, España, en sus políticos y en las organizaciones políticas que aspiran a poder gobernarnos?

La respuesta, nos guste o no, la tendremos que dar cada uno de nosotros en las urnas. En ese momento de intimidad más absoluta que supone el introducir una papeleta en una urna y cambiar o no una situación que compartimos o que deseamos modificar. El resto, no son más que palabras y conjeturas. Ese es el momento donde todo es posible.

UNA DECISIÓN Y UN EJEMPLO A SEGUIR

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He querido detenerme a reflexionar sobre un artículo que vi publicado en periódico El País (España) hace algunos meses, el 8 de septiembre de 2014, bajo el título «¿El último Dalái Lama?», un artículo de Macarena Vidal Liy, publicado el (http://bit.ly/1rf0WRZ).

Me viene a la memoria este artículo precisamente en estos momentos porque, tras ver lo que está ocurriendo en nuestro entorno, especialmente en el ámbito político (dimisiones, imputaciones, nuevos liderazgos o campañas electorales en donde nada parece previsible), creo que resulta interesante volver a leer este artículo. Puede ser este un buen momento y, por eso, les invito a que saquéis vuestras propias conclusiones.

Aparentemente no se trata de una noticia que tenga mucho que ver con la consultoria, el marketing o la comunicación política pero, si realizamos un ejercicio de comprensión que vaya un poco más allá de la noticia en sí, seguramente coincidiréis con migo en que si que tiene mucho que ver.

Ante tanta noticia de corrupción, de falta de buen gobierno, de medidas anticorrupción o del establecimiento de un mínimo de ética en la gestión de los asuntos públicos, conocer decisiones como la que nos muestra este artículo, nos hace albergar cierta esperanza. De una forma u otra, confío en que, con gestos como este, finalmente se van a poder hacer las cosas de otra manera.

Nos contaba Macarena en su artículo que el Dalái Lama, y premio Nobel de La Paz, se está planteando no tener sucesor. Una decisión que rompe con una tradición de más de 500 años de antigüedad y que, de una forma u otra, se nos presenta como un verdadero ejemplo a seguir por quienes, especialmente, se dedican a la vida pública.

Txt1Ya ocurrió con la sucesión en la más alta instancia de la iglesia católica, el Papa, algo que pasado cierto tiempo nos ha parecido un acontecimiento lógico y normal, a pesar de haber tardado muchos siglos para ver un cambio de tal trascendencia.

Ahora se trata de otro cambio y de otra decisión que tampoco no nos ha de dejar indiferentes. No hablo ya de la necesidad de que nuestros políticos solo tengan que asumir esta decisión solo cuando tienen que hacer frente a ciertas responsabilidades inherentes a una supuesta mala práctica política o de gestión, sino que debiera ser algo normal y que forma parte intrínseca de su propia actividad como gestores públicos porque, mire como se mire, tiene que ser normal dar ese paso de retirada, dejar el espacio libre y, con ello, cambiar ese concepto tan arraigado de permanencia en el cargo a toda costa, pensando que somos imprescindibles.

Por ello, la decisión del Papa o, en este caso, la del Dalái Lama, me hace pensar que se trata de una lección que, con independencia del ámbito en el que nos movamos, debiéramos de tomarla como ejemplo a seguir, integrándola como una etapa en nuestra vida que debemos de asumir con total normalidad.

Txt2Tenemos que tomar consciencia de la temporalidad de las cosas y de nuestro momento presente. Y lo hemos de hacer, no solo quienes asesoramos a políticos e instituciones, sino también, especialmente lo han de hacer nuestros clientes: Sí, nuestros clientes, personas de carne y hueso que, por circunstancias de la vida, se dedican a la actividad política de una forma activa. Seres humanos  que, tarde o temprano, deben de ver esta retirada de primera línea como un proceso natural de su actividad y de la vida misma, sin que ello no signifique dejar de seguir aportando su sabiduría y conocimientos desde otro ámbito personal y profesional.

Hemos de entender que, en una sociedad como la que nos ha tocado vivir, tenemos que replantearnos desterrar esa obsesión que ha existido desde siempre de querer perpetuarnos en el poder. Aunque nos cueste hemos de convencernos que, en el caso que nos ocupa, bien sea como asesores, consultores o como políticos, nuestro paso por la política y por la vida pública, ha de ser temporal, debiendo de tener siempre una fecha de entrada y otra de salida. Es algo que nunca se nos ha de olvidar, que debemos de tener muy presente y, por tanto, igual que planificamos nuestra entrada en política, hemos de planificar nuestra salida. Debe de ser este un proceso natural.

Aunque nos cueste asumirlo, hoy estamos aquí para hacer solo el pequeño tramo de historia que nos ha tocado vivir y sólo eso. Por ello, hemos de retirarnos a tiempo, igual que lo está valorando el Dalái Lama, no solo jubilarse y dar paso a un nuevo sucesor, sino ir un poco más allá, no reencarnarse, no dejar sucesor alguno. Un pequeño matiz interesante de analizar y que, en nuestro caso, como consultores políticos, debemos de meditar si ese paso ha de ser tan drástico, e ir más allá de querer retirarnos pero dejando un sucesor. Es por ello que, una decisión tan drástica resulta mucho más interesante de tal manera que al final, dejamos de  lado esa idea de perpetuidad, aunque nosotros ya no estemos.

Porque esa obsesión por perpetuarnos en el poder

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¿Por qué esa obsesión de permanencia?, ¿por qué aferrarnos al poder? Igual les parecerá que soy un poco ingenuo planteando estas cuestiones, pero creo que sería conveniente que reflexionáramos sobre ello. Es un hecho indiscutible que nuestras sociedades están cambiando, las democracias ya no son las que eran hace años atrás, los cauces de relación entre ciudadanos y gobernantes empiezan a seguir pautas diferentes. Todo ello hace que, lejos de aferrarnos a la vieja idea de permanencia, debiéramos replantearnos el querer perpetuarnos en el poder (político, religioso, familiar, etc.) más allá de nuestra propia existencia.

Asesores, consultores y quienes ocupan cargos públicos, debiéramos de dar una mayor ligereza al cargo y al trabajo que desarrollamos. No se trata de hacer una dejación de nuestra responsabilidad, todo lo contrario, lo que debiéramos de ser es más conscientes de nuestro papel en el aquí y ahora.

Txt3Nuestra verdadera motivación ha de ser la del servicio público hacia los demás, pero bajo un criterio de temporalidad porque, en esta vida, aunque a veces nos olvidemos de ello, estamos de paso.

Por eso, esta noticia que me ha llevado a hacer esta reflexión,  puede resultar sorprendente e incluso podemos pensar que se trata de una cuestión intrascendente, pero, en verdad, creo que nos debe de hacernos reflexionar.

Si el Dalái Lama decide finalmente tomar esta decisión, quizás sea este el mejor legado que nos puede dejar. Con el gesto de no querer reencarnarse, elemento fundamental en el budismo, nos está transmitiendo un valioso mensaje. Nos transmite el sentido de la responsabilidad, el sentido de ser, cada uno de nosotros,  los únicos y verdaderos responsables de nuestro destino, tanto en esta vida como en vidas futuras.

Txt4Al fin y al cabo, da igual que seamos budistas o no, nos identifiquemos con cualquier otra religión o filosofía de vida. Lo importante es que debemos de ser nosotros mismos los que seamos capaces de marcar nuestra propia hoja de ruta vital, siendo plenamente conscientes del momento en el que nos encontramos, dejando atrás esa obsesión de querer perpetuarnos en el poder a toda costa.

Tenemos que encontrar el camino que nos lleve a alcanzar el conocimiento, dejando atrás necesidades y deseos inútiles para, finalmente, cada uno de nosotros, en nuestro propio entorno, lograr obtener esa cosa que los budistas llaman  “estado de perfección suprema” o “estado de iluminación”. Da igual como lo llamemos, el caso es que debemos encontrar eso que da sentido a nuestra propia existencia y que he de ser el vehículo que nos guía en nuestra actividad diaria, ya sea como seres humanos, políticos, consultores o gestores públicos.

No digo que con nuestro trabajo pretendamos «alcanzar la iluminación», aunque algunos crean que es esta «su misión» en política, pero sí que hemos de ser conscientes de la temporalidad en el desempeño de nuestro cometido, bien sea como político, como asesor o como consultor político.

MIS PRIMEROS 100 DÍAS

100 días

Este mes de noviembre se han cumplido los primeros 100 días de esta mi nueva aventura empresarial como consultor político e institucional y lo cierto es que, cuando tenemos la fortuna de poder iniciar nuevos proyectos, parece que el factor tiempo dejara de existir. Es cuando nos damos cuenta que el ritmo temporal lo marca esta nueva ilusión. En mi caso ha sido así y, como se suele decir, estos primeros cien días “se han pasado volando”.

Siento no haber tenido tiempo de publicar más artículos de reflexión en este blog, pero la dedicación al arranque de este nuevo proyecto ha sido casi absoluta. Ha sido poco el tiempo disponible para poder compartir mis reflexiones en este blog, pero seguro que quienes han pasado por situaciones como esta, o se encuentran viviendo una experiencia parecida a la mía, saben perfectamente de que estoy hablando.

Llegó el momento de reinventarme

Reinventarse

«No perdemos nada con reinventarnos»

Finalmente, tras muchos años de trabajo “para otros”, sin casi darme cuenta, llegó el momento de reinventarme, de hacer un alto en el camino, actualizar conocimientos y emprender una nueva aventura profesional y empresarial que, para muchos, especialmente en mi país, España, con el clima social y político que vivimos, resulta casi un empeño de locos. Aunque bien mirado, con la que está cayendo, lo cierto es que hay que contar con cierto grado de osadía para emprender un proyecto empresarial de estas características. Pero eso es precisamente lo que me ha motivado a iniciar esta nueva andadura profesional como consultor político e institucional, el clima político que vivimos (no sólo en España, sino en otros muchos países de nuestro entorno), porque es justo en momentos como este en el que nuestra profesión se ha de poner en valor más que nunca.

Pues sí, hay que estar un poco loco, pero bienvenidos sean los locos aventureros que piensan que las cosas se pueden cambiar, que hay otra forma de hacer política, en donde la profesionalidad, tarde o temprano, terminará por hacerse un hueco. Son momentos en los que hemos de dejar atrás esa especie de cordura encorsetada e impuesta, por no sé bien qué tipo de cánones sociales, que nos ha conducido al estado en el que nos encontramos. Por eso, tras estos primeros cien días como nuevo emprendedor en este sector de actividad, me siento orgulloso de ser uno de esos cuantos “locos” que creen que otra forma de hacer política es posible.

Aprender a gestionar el caos

Caos

«Caos, caos y más caos…»

Como cualquier nuevo proyecto, he tenido que convivir y aprender a gestionar el caos inicial de una nueva empresa, de un nuevo proyecto, que ha pasado del papel a la puesta en práctica. No en vano, como consultores políticos, es lo que, de una forma u otra hemos de hacer, gestionar el caos. Lo que ocurre es que, aparentemente nos da la sensación que parece resultar más fácil gestionar el caos de nuestros clientes, que el nuestro propio pero en realidad, aunque no nos parezca en un primer momento, a la larga ese es nuestro caos, es igual de fácil de gestionar. Lo único es que necesitamos es encontrar un método y cuando eso ocurre, aparece un nuevo reto y un nuevo caos. No obstante, pasado este tiempo, me he dado cuenta que ciertamente cien días son suficientes como para empezar a sentir que en verdad empezamos a tomar las riendas de la hoja de ruta que nos habíamos marcado, aunque todavía nos queda mucho camino por recorrer.

Afortunadamente ya cuento con un primer cliente en mi país, España, y con perspectivas para nuevos clientes y con opciones reales de poder colaborar en diversos proyectos en Latinoamérica. Todo un lujo para los tiempos que corren pero, sobre todo, se trata de una oportunidad única para demostrar que las cosas se pueden hacer de otra manera. Que podemos contribuir, aunque sea en pequeña escala, a profesionalizar un poco más nuestro sector y la forma de hacer política que hasta ahora hemos conocido. Los ciudadanos demandan mayor transparencia, una mejor eficaz gestión de sus recursos y que sus representante se deban en verdad a ellos y que una elección no suponga un cheque en blanco. Por eso, a partir de ahora, como consultores políticos, tenemos que trabajar aportando nuevas propuestas, ideas y alternativas para poder afrontar lo que serán las nuevas campañas electorales en años venideros, así como respecto a la nueva forma en la que se han de llevar a cabo las propias acciones de gestión de gobierno que, en poco o en nada, se han de parecer alas que conocemos hasta ahora.

Las cosas se pueden hacer de otra manera

Otra manera

¿Hay otra manera?

Como yo, somos muchos los profesionales que estamos capacitados para que esto sea posible. Somos muchos los que, conscientes de esta nueva realidad, no paramos de informarnos y de formarnos, exigiéndonos cada día un poco más. Lo único que nos falta es que nuestros clientes actuales pero, sobre todo, nuestros clientes potenciales, nos den una oportunidad, confíen en nuestras capacidades y, de una forma u otra, apuesten por entender que las cosas se pueden hacer de otra manera y que, ahora más que nunca, resulta imprescindible poder contar con profesionales independientes, desligados de cualquier tipo de afiliación u organización política, que les ayuden a optimizar sus recursos y poder sacar adelante sus ideas y proyectos políticos en un contexto tan convulso como en que nos ha tocado vivir, donde el ciudadano cada vez exige mucho más a sus representantes políticos. Es cierto que, de una forma u otra, entre consultor y cliente debe de haber cierta afinidad ideológica o de principios éticos, morales y sociales, pero lo que quiero decir y lo que defiendo, es que tenemos que estar alejados de sus propias organizaciones para evitas la contaminación lógica que se produce de ese tipo de vínculo y, de esta amera poder aportar una perspectiva que nos permita ser mucho más objetivos en el desempeño de nuestro trabajo. Sé que esta cuestión es susceptible de opiniones encontradas pero, en mi caso, este es el posicionamiento que he querido tener y con el que mejor me identifico.

Mi primer cliente en España lo ha entendido así, ha confiado en mí para ayudarle a alcanzar sus objetivos, desde esa posición de neutralidad e independencia o, cuando menos, ambos tenemos claro que mi misión nos es tanto ganar, que sí que lo es, pero nos gusta pensar que mi misión como consultor político es estar a su lado para ayudarle a cometer la menor cantidad de errores posibles.

Además, con la situación que se vive en España, trabajar como lo estoy haciendo, preparando las próximas elecciones autonómicas y locales del año 2015 de mi cliente, constituye todo un reto y una experiencia que considero única y que, sin lugar a dudas, para cualquiera de nosotros, constituye un auténtico reto.

Por eso no puedo quejarme, no sólo por este primer cliente y por el trabajo que estamos desarrollando en esta campaña electoral, sino por la ayuda que diversas instituciones en mí país y ciudad natal, me están prestando para sacar este proyecto empresarial adelante. No hay que olvidar que nuestro trabajo cuenta con una doble vertiente, la de prestar nuestros servicios profesionales de consultoría política a nuestros clientes, así como en saber gestionar eficazmente nuestra propia empresa. Dos aspectos de nuestra actividad que, nos guste o no, han de ir cogidos de la mano.

Palabras de agradecimiento

Agradecimientos

«Los apoyos iniciales siempre son importantes»

Y todo esto ha sido posible gracias al apoyo recibido por parte de varias instituciones han creído y apoyado desde un primer momento este “mi extraño proyecto de empresa” y que, desde aquí, he creído que es de justicia darles las gracias por todo este apoyo recibido porque, su ayuda, ha sido decisiva para que mi proyecto pudiera salir adelante.

En este sentido, no tengo más que palabras de agradecimiento para con la Universidad Camilo José Cela (Madrid) y a todo lo que me aporto de positivo mi paso por el Máster en Asesoría de Imagen y Consultoría Política, especialmente al claustro de profesores que han sido todo un lujo, profesionales a los que no hace falta reconocer su valía y prestigio. Pero también a los compañeros, con los que también ha sido un lujo compartir conocimientos, experiencias e ilusiones y que también son auténticos profesionales que a buen seguro, darán mucho que hablar en los próximos años. No en vano, tanto profesores como compañeros son, en buena parte, los culpables de haber iniciado esta nueva a ventura profesional.

Pero también he de agradecer la ayuda que he tenido, en estos primeros cien días, en lo que a la vertiente empresarial de mi proyecto se refiere a la Cámara de Comercio Industria y Navegación de Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias, España), que me ha brindado la posibilidad de integrarme en una startup, denominada “Olympo Creativo”, realmente modélica y poder acogerme a sus servicios de tutorización empresarial. Sin lugar a dudas, una auténtica ayuda para poder sacar adelante esta primera fase de mi proyecto empresarial.

Y, por otro lado, también tengo palabras de agradecimiento para la Sociedad de Desarrollo del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias, España), que me ha ofrecido, de forma gratuita, poder participar en su programa de formación continua en diversos aspectos que afectan a la gestión de una nueva empresa, así como en la ayuda para creación de mi imagen de marca y diseño de página web que en breve verán la luz.

Vocación política y espíritu de emprendimiento

Política

«Al fin y al cabo, política y emprendimiento es la mísma cosa»

Han sido por tanto, cien días en donde la vocación por la política y el espíritu de emprendimiento se han dado la mano. He aprendido muchas cosas y todavía me resta mucho por aprender pero, a pesar de esa cierta soledad con la que suele contar un nuevo y pequeño emprendedor, lo cierto es que han sido días apasionantes cuya intensidad, espero y deseo que no decaiga en los próximos meses.

Quizás, en este post, más que una reflexión sobre un aspecto más o menos relevante de la actualidad política o de nuestra actividad como profesionales que desarrolamos nuestra actividad profesional en este sector, quiero hacer un homenaje a todos los que como yo, hemos decidido iniciar una aventura parecida. Aquellos profesionales de este sector que intentamos hacer ver a nuestros políticos que ya no basta en seguir haciendo las cosa como hasta ahora, que estamos aquí con ganas de ayudarles y aportar nuestro pequeño grano de arena para hacer, entre todos, una sociedad más justa.

Por eso, a todos esos locos que como yo se han aventurado en esta fascinante empresa, les animo a seguir adelante. Les deseo que, pese a las dificultades con las que a buen seguro nos vamos a encontrar, no decaigamos en nuestro empeño de sacar nuestros proyectos adelante, porque estoy convencido que es justo ahora el mejor momento para arrancar con una andadura profesional como esta.