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EUROPA Y EL ABISMO.

¿Un escenario prebélico en Europa es posible?

En este artículo, he querido abordar una cuestión que creo crucial para el futuro de Europa: ¿es posible un escenario prebélico en nuestro continente? A lo largo de varias semanas, he publicado una serie de artículos que analizan las claves del panorama político europeo tras las últimas elecciones al Parlamento Europeo.

En ellos, hemos explorado el papel determinante de los jóvenes en las decisiones políticas, el impacto creciente de la Inteligencia Artificial en la política europea, y la posibilidad de que los fantasmas del pasado, como los de la República de Weimar, resurjan. Además, hemos examinado el inquietante ascenso de los partidos de ultraderecha y sus posibles consecuencias.

En este último artículo, cerramos el ciclo reflexionando sobre un nuevo y preocupante elemento: la posibilidad de que Europa enfrente una situación prebélica en el futuro cercano. Analizaremos los factores que podrían desencadenar esta crisis, sus probabilidades reales y las consecuencias que podría tener para nuestra sociedad. Finalmente, proponemos medidas que podríamos tomar para evitar este sombrío escenario.

Confío en que este análisis nos permita comprender mejor los riesgos que enfrenta Europa y cómo podemos trabajar juntos para asegurar un futuro más estable y pacífico.

Factores clave que podrían influir en la probabilidad de un escenario prebélico en Europa.

La posibilidad de que Europa se enfrente a una situación prebélica o que podamos presenciar un conflicto bélico en territorio europeo en un futuro no muy lejano es una realidad que no podemos ignorar. La concreción de este escenario dependerá de una serie de factores y dinámicas, algunas más complejas que otras.

Determinar la probabilidad exacta de una situación prebélica en Europa es una tarea realmente compleja, por no decir arriesgada. Esto se debe a la gran cantidad de variables y a la incertidumbre que rodea a los distintos eventos geopolíticos y sociales que la pueden desencadenar.

Sin embargo, considero que es posible realizar algunas reflexiones más o menos informadas para establecer un rango de probabilidades basado en una serie de factores que, si bien pueden ser objeto de debate, tienen el objetivo de estimular la reflexión.

Este es el objetivo principal de este artículo: considerar, aunque sea por unos instantes, que este escenario podría ser real y, desde nuestro ámbito de acción, contribuir a que no se materialice, evitando así vernos inmersos en una crisis prebélica de difícil solución.

Factores que podrían contribuir a un escenario prebélico en Europa.

A continuación, se analizan algunos de los factores que podrían contribuir a generar un escenario prebélico en Europa:

1. Tensiones geopolíticas con Rusia.

  • Incremento de hostilidades: La guerra en Ucrania y la respuesta de la comunidad internacional serán dos factores críticos. Si las relaciones con Rusia continúan deteriorándose, podría haber un aumento de las hostilidades en las fronteras de Europa del Este, especialmente en los países bálticos y otros estados miembros de la OTAN que limitan con Rusia.
  • Escalada militar: Movimientos militares adicionales y aumentos en las hostilidades pueden incrementar la probabilidad de conflicto. La guerra en Ucrania podría intensificarse y expandirse, afectando a otros países de la región y provocando una mayor inestabilidad.

2. Incremento del gasto militar y militarización.

  • Carrera armamentista: Un aumento significativo del gasto militar en respuesta a la percepción de amenazas podría desencadenar una carrera armamentista en la región. De hecho, tras la última reunión de la OTAN en Washington y las políticas impulsadas por el nuevo ejecutivo de la Unión Europea para el período 2024-2029, este escenario ya es una realidad.
  • Presencia militar: Un mayor despliegue de fuerzas militares en puntos críticos podría aumentar la probabilidad de incidentes o enfrentamientos. La OTAN no solo quiere reforzar el flanco norte de la UE, sino también el flanco sur, debido a la creciente conflictividad en el continente africano.

3. Cooperación y diplomacia internacional.

  • Esfuerzos diplomáticos: La efectividad de los esfuerzos diplomáticos para reducir las tensiones puede disminuir la probabilidad de conflicto. Sin embargo, si las expectativas no se cumplen, estos esfuerzos podrían incluso agravar la situación.
  • Alianzas internacionales: La solidez de las alianzas con otros países y organizaciones internacionales también será un factor crucial. La falta de cooperación o el debilitamiento de estas alianzas podrían contribuir a una mayor desestabilización y pérdida de influencia de la UE en el contexto internacional.

4. Conflictos internos y tensiones sociales.

  • Tensiones sociales: El nivel de polarización y conflicto interno dentro de los países europeos puede afectar la estabilidad general. La promoción de agendas divisivas puede incrementar las tensiones sociales y políticas, creando un entorno más propenso a conflictos. El aumento del nacionalismo y la xenofobia podría llevar a conflictos internos, con protestas y disturbios que podrían desestabilizar aún más la región.
  • Crisis humanitarias: Las políticas restrictivas y las crisis humanitarias podrían provocar migraciones masivas y situaciones de emergencia que tensen las capacidades de los estados.
  • Desestabilización de la UE: La capacidad de la UE para actuar de manera unificada y efectiva será fundamental. La fragmentación y el debilitamiento de la cohesión dentro de la UE podrían reducir su capacidad para manejar crisis de manera unificada y efectiva. Esto, a su vez, podría terminar por deteriorar las relaciones entre los países miembros de la UE, afectando negativamente la propia cohesión de la Unión Europea.

5. Crecimiento de los partidos políticos populistas y de extrema derecha.

  • Impulso a políticas nacionalistas y aislacionistas: Las políticas más agresivas y aislacionistas promovidas por estos partidos políticos podrían llevar a un aumento de las tensiones internas y externas.
  • Dificultades en la gobernabilidad: Si los partidos de ultraderecha obstaculizan el funcionamiento del Parlamento Europeo, la UE podría enfrentar dificultades significativas en la toma de decisiones y en la implementación de políticas.
  • Mayor control en gobiernos nacionales: A medida que estos partidos ganan influencia en los gobiernos de los Estados Miembros, podrían promover políticas nacionalistas y aislacionistas, aumentando las tensiones entre países.

Rangos de probabilidades para un escenario prebélico en Europa.

Sin lugar a duda, nos encontramos ante un conjunto de factores realmente complejos que, de una manera u otra, cada uno de ellos, puede jugar un papel determinante en este escenario de probabilidades, pudiendo convertirse, en mayor o menor medida, en uno de los detonantes para que se dé una situación prebélica en Europa.

Tras esta primera aproximación, vamos a intentar analizar cómo cada uno de estos factores puede contribuir a desencadenar un escenario prebélico en Europa.

Insisto nuevamente que este análisis no pretende ofrecer un riguroso estudio sobre la cuestión, solo presentar un marco teórico que nos haga reflexionar.

1. Distintos rangos y evaluación de probabilidades.

Tras analizar los diversos factores que podrían contribuir a un escenario prebélico en Europa, propongo establecer cuatro rangos de probabilidades aproximados:

Baja probabilidad (0-20%)

Este rango se aplicaría si se observan las siguientes condiciones:

  • Disminución de las tensiones geopolíticas.
  • Fortalecimiento de los esfuerzos diplomáticos.
  • Reducción en el crecimiento de los partidos populistas y de extrema derecha.
  • Fuerte cohesión y cooperación dentro de la Unión Europea.

Probabilidad moderada (20-50%)

Este rango refleja un escenario en el que:

  • Las tensiones geopolíticas permanecen constantes o aumentan ligeramente.
  • Los partidos populistas y de extrema derecha continúan creciendo, pero sin dominar completamente la política europea.
  • Los esfuerzos diplomáticos tienen un éxito moderado.
  • La Unión Europea mantiene cierto grado de cohesión, pero enfrenta desafíos significativos.

Alta probabilidad (50-80%)

Este rango sugiere un escenario en el que:

  • Las tensiones geopolíticas con Rusia se intensifican significativamente.
  • Los partidos populistas y de extrema derecha aumentan su influencia de manera considerable.
  • Los esfuerzos diplomáticos no logran mitigar adecuadamente las tensiones.
  • La Unión Europea se enfrenta a una fragmentación notable y una polarización interna creciente.

Muy alta probabilidad (80-100%)

Este escenario extremo indicaría:

  • Una escalada rápida y significativa en las hostilidades geopolíticas.
  • Un dominio casi total de los partidos populistas y de extrema derecha en varios países europeos.
  • Un colapso de los esfuerzos diplomáticos y de la cohesión de la Unión Europea.
  • Un disparo en las tensiones sociales internas, llevando a una situación prebélica inminente.

2. Probabilidad más realista.

Teniendo en cuenta estos cuatro rangos de probabilidades, considero que, en el momento actual, una probabilidad moderada (20-50%) es la más realista. Esta evaluación se basa en los siguientes factores:

  • Las tensiones con Rusia siguen siendo altas debido a la guerra en Ucrania. Este conflicto ha generado una gran inestabilidad en la región y ha puesto a prueba las relaciones entre Rusia y Occidente, pero, por el momento, parece que está estabilizado o, cuando menos, no ha ido a más.
  • El resultado de las elecciones en los Estados Unidos podría cambiar radicalmente la situación actual. Si Donald Trump fuera elegido presidente y aplicara las políticas anunciadas de cortar el suministro de armas y dinero a Ucrania, así como de replantearse el papel de Estados Unidos en la OTAN, esto podría tener un impacto significativo en la seguridad europea.
  • Los partidos populistas y de extrema derecha están creciendo, pero aún no dominan completamente el panorama político europeo. Existe cierta división entre estos partidos en cuanto a su postura hacia Rusia, lo que se ha visto reflejado en la composición de los grupos parlamentarios en el Parlamento Europeo.
  • Los esfuerzos diplomáticos continúan, aunque enfrentan desafíos significativos. Los partidos tradicionales están adaptándose al nuevo escenario político interno en Europa y al nuevo contexto geopolítico que se está gestando.
  • La cohesión de la UE está siendo probada, pero todavía se mantiene cierta unidad. La Unión Europea se enfrenta a importantes desafíos, pero hasta ahora ha logrado mantener un cierto grado de unidad frente a las tensiones externas.

En conclusión, considero que la probabilidad de un escenario prebélico en Europa es moderada, pero no puede descartarse por completo. Es importante seguir de cerca la evolución de los factores mencionados anteriormente, ya que podrían cambiar significativamente la situación en el futuro.

Consecuencias de un escenario prebélico en Europa.

Tras haber determinado que, aunque parezca improbable, existe una posibilidad, aunque moderada, de que se dé una situación prebélica en Europa, la pregunta que surge es qué consecuencias podrían derivarse en un contexto tan complejo.

Si las relaciones de Europa con Rusia se complicaran aún más debido a la guerra en Ucrania o se entrara en una situación de crisis bélica latente, al mismo tiempo que se confirma una tendencia al alza del crecimiento e influencia política de los partidos populistas y de extrema derecha en Europa, las implicaciones para la sociedad europea podrían ser realmente complicadas. Nos encontraríamos en un escenario político que, a día de hoy, cuesta imaginar, pero que no podemos obviar.

Por otra parte, las formaciones de ultraderecha en Europa, con diferentes posturas ante Rusia, presentan divisiones significativas. Por ejemplo, la línea ideológica de Giorgia Meloni, que defiende la posición de la UE respecto a Ucrania, difiere de la impulsada por Viktor Orban y Marine Le Pen, más próximos a mantener cierto acercamiento a Rusia. Esta diversidad de posturas despierta interrogantes importantes en el contexto actual, especialmente en caso de que la guerra en Ucrania se agrave, lo que podría hacer que Europa se enfrente a una crisis prebélica.

Incluso los partidos de ultraderecha más abiertos a mantener buenas relaciones con Rusia tendrían que afrontar un difícil dilema: ¿cómo conciliarían su exaltado nacionalismo?, ¿cómo justificarían ante sus votantes su respaldo a Rusia?, ¿cómo armonizarían el patriotismo con la identidad nacional?

Es muy posible que, en caso de un conflicto real, estas fuerzas políticas de ultraderecha den prioridad al sentimiento de patriotismo europeo sobre sus alianzas estratégicas con Rusia. Para evitar tensiones con sus votantes y asegurar su supervivencia, tendrían que posicionarse y es probable que el nacionalismo europeo prevalezca sobre las relaciones internacionales preexistentes.

Sea como fuere, si confluyeran todos estos factores y Europa entrara en una situación de crisis bélica latente, ¿con qué escenario nos podríamos enfrentar?

Para responder a esta pregunta, creo que lo más indicado es determinar cuáles han de ser los síntomas de alarma previos a esa situación prebélica en Europa. Es decir, qué cosas han de ocurrir para darnos cuenta de que nos encaminamos a una situación que puede ser irreversible.

A continuación, paso a detallar aquellos síntomas que nos deberían hacer saltar todas las alarmas.

1. El recrudecimiento del nacionalismo y la xenofobia.

1.1. Intensificación del nacionalismo.

Esto nos llevaría a ver cómo los discursos y las posiciones políticas se radicalizan en torno a dos cuestiones:

  • Patriotismo exacerbado: La percepción de una amenaza externa puede intensificar el sentimiento nacionalista, impulsando políticas aún más restrictivas y proteccionistas.
  • Discurso anti-inmigrante: La retórica contra los inmigrantes podría endurecerse, culpándolos injustamente de los problemas internos y de seguridad.

1.2. Xenofobia y tensión social.

La sociedad europea puede verse en medio de una compleja espiral de descontento y exacerbada polarización social, cuyas consecuencias podrían traducirse en:

  • Aumento de incidentes xenófobos: Incremento en los actos de violencia y discriminación contra extranjeros y minorías, alimentados por el discurso político.
  • División social: Mayor polarización entre grupos étnicos y culturales, deteriorando la cohesión social.

2. Las consecuencias económicas de posibles sanciones.

2.1. Sanciones económicas.

Una situación tan compleja como esta, conduciría inevitablemente a una fuerte recesión en la zona euro.

  • Repercusiones económicas severas: Si se intensifica aún más las sanciones contra Rusia y a aquellos países que refuercen sus alianzas con el Kremlin, como podría ser China, esta nueva situación podría llevar a contramedidas que afecten negativamente las economías europeas, especialmente en sectores dependientes de la energía y el comercio, no solo con lo que respecta a Rusia, sino en especial, con respecto al gigante asiático.
  • Desempleo y precariedad: Como quiera que una cosa lleva a la otra, el impacto negativo que este nuevo escenario puede provocar en Europa, llevaría a un aumento del desempleo y a una mayor precariedad laboral, exacerbando hasta límites insospechados las desigualdades económicas.

2.2. Políticas proteccionistas impuestas.

Aunque a fecha de hoy pudiera resultar impensable, la situación nos llevaría a un auténtico aislamiento económico.

Si en los Estados Unidos implementa políticas de excesiva protección de su mercado interior y China se alinea con Rusia, las políticas proteccionistas de estos dos grandes ejes de la economía mundial podrían aislar aún más a Europa, lo que la podría llevar a experimentar un severo aumento en los costos de bienes y servicios.

3. Impacto en la seguridad y la defensa.

Una escalada en el conflicto en Ucrania haría que Europa entrara en una situación de crisis bélica latente. Es por ello que, en este complejo contexto político y social, los partidos tradicionales que siguen sustentando el poder en los principales países miembros de los UE, en los últimos meses, han intensificado su discurso en materia de seguridad y defensa.

De hecho, a pesar de no encontrarnos en un escenario prebélico, en la reciente cumbre de la OTAN en Washington en julio de 2024, el principal acuerdo que han tomado los países integrantes de la Alianza Atlántica es incrementar el gasto militar y, en principio, el propósito de que, tarde o temprano, Urania sea un miembro más. Dos medidas que tienen que ver mucho la una con la otra ya que, muy probablemente, en este foro ya se esté contemplando el escenario de probabilidades que intento mostrar en este artículo.

Además, a fecha de hoy el resultado de las próximas elecciones norteamericanas aún es incierto, aunque, dados los últimos acontecimientos, incluida la retirada de Joe Biden de la carrera electoral, las posibilidades de que el nuevo presidente sea Donald Trump son muchas. Es de todos conocido su posición respecto a la retirada de fondos destinados a dar cobertura a Urania en el conflicto bélico con Rusia y reducir la aportación de los Estados Unidos al presupuesto de la OTAN, o quizás su salida de la alianza.

Sea como fuere, en este nuevo e hipotético escenario que estamos contemplando, nos llevaría a:

3.1. Incremento del gasto militar.

  • Aumento del presupuesto de defensa de la UE: Presión para aumentar significativamente el gasto militar, desviando fondos de otros sectores críticos como la salud y la educación.
  • Militarización de la sociedad europea: Como ya está ocurriendo en algunos países en Europa, volveríamos a la implantación del servicio militar obligatorio y a una mayor presencia militar en la vida cotidiana y en las fronteras.

3.2. Políticas de seguridad interior mucho más estrictas.

  • Refuerzo de la seguridad interior: Implementación de políticas de seguridad más estrictas, incluyendo vigilancia masiva y restricciones a las libertades civiles en el marco de la UE.
  • Estado de vigilancia: Aumento en la vigilancia y control de la población, con potenciales abusos de poder. Un estado de vigilancia en la UE apoyado en las nuevas tecnologías, en especial de la inteligencia artificial.

4. Relaciones internacionales y política exterior.

En este ámbito el cambio sería espectacular porque la historia de Europa podría volver a repetirse, quedando atrapada en una situación marcada por conflictos dentro y fuera de sus fronteras.

Por tanto, en este ámbito la situación vendría marcada por:

4.1. Nuevas alianzas y nuevos conflictos.

  • Alianzas internacionales: Reconfiguración de alianzas internacionales, posiblemente alejándose de la cooperación con potencias globales tradicionales y buscando nuevas alianzas estratégicas. En este contexto Europa cuenta con poco margen de maniobra ya que, aunque la alianza con los Estados Unidos se ha mantenido muy sólida en el tiempo, debido a los conflictos internos que puedan darse en este país en los próximos años, puede hacer peligrar la alianza atlántica surgida tras la II Guerra Mundial. Por otra parte, la relación con China seguirá siendo una incógnita y, se resuelva como se resuelva, no creo que Europa salga bien parada. África seguirá siendo un continente complejo y que dará más problemas que soluciones. Y aunque resultará más fácil redefinir la relación de Europa con este continente, lo cierto es que tanto China como Rusia no se lo van a poner fácil. Por todo ello, el panorama es bastante incierto.
  • Conflictos regionales: Potencial aumento de conflictos regionales dentro de Europa y en sus fronteras debido a la inestabilidad geopolítica. Si ya la configuración de alianzas internacionales será complicada, estos conflictos regionales dificultarán aún más la situación.

4.2. Políticas de refugiados.

Europa se vería avocada a una importante crisis de refugiados cuyo impacto podría tener unas consecuencias negativas muy importantes. Un hipotético incremento en el número de refugiados, debido a posibles conflictos internacionales o regionales, conduciría a la UE implementar políticas restrictivas en materia de gestión de estos refugiados, llevando a una crisis humanitaria en suelo europeo y a unos desafíos logísticos realmente significativos. Las consecuencias serían:

  • Crisis humanitaria: Aumento del número de refugiados en Europa, con condiciones de vida precarias y falta de acceso a necesidades básicas como la alimentación, la vivienda o la atención sanitaria.
  • Desafíos logísticos: Dificultad para gestionar la llegada masiva de refugiados, lo que podría provocar caos y colapso en los sistemas de acogida y atención.
  • Tensiones sociales: Aumento del racismo, la xenofobia y la discriminación hacia los refugiados, lo que podría derivar en conflictos sociales y violencia.
  • Impacto económico: Costes elevados asociados a la acogida y atención de los refugiados, lo que podría suponer una carga importante para las economías europeas.
  • Desestabilización política: Crecimiento de los movimientos populistas y de extrema derecha que podrían capitalizar la crisis de refugiados para obtener rédito político.

En definitiva, la crisis de refugiados que se podría desencadenar en este hipotético escenario tendría un impacto profundo en las relaciones internacionales y la política exterior de Europa. La Unión Europea se vería obligada a reconfigurar sus alianzas, gestionar una crisis humanitaria de gran magnitud y afrontar importantes desafíos logísticos, económicos y sociales.

5. Impacto en la crisis humanitaria y los derechos humanos.

Será esta la principal consecuencia del escenario futuro que estamos contemplando si el conflicto en Ucrania deriva en una situación prebélica en Europa y los partidos de ultraderecha siguen creciendo y ocupando espacios de poder e influencia. Los derechos humanos estarían en riesgo. Una situación que afectaría a dos cuestiones principales:

  • Violaciones de derechos humanos: Aumento en las violaciones de derechos humanos tanto dentro como fuera de las fronteras europeas, con restricciones en libertades civiles y trato injusto a minorías y refugiados.
  • Retroceso democrático: Peligro de retroceso en las normas democráticas, con un incremento en el autoritarismo y la erosión de instituciones democráticas.

Como consecuencia de la crisis humanitaria y las violaciones de derechos humanos que se podrían desencadenar en este hipotético escenario son desafíos que Europa deberá afrontar con firmeza y determinación. La defensa de los derechos humanos y la consolidación de la democracia son valores fundamentales que no pueden ser puestos en riesgo y que, en una situación prebélica si que lo estarán.

La necesidad de tomar conciencia sobre la posibilidad de una situación prebélica en Europa.

En un escenario donde las relaciones de Europa con Rusia se deterioran aún más y se confirma el crecimiento de los partidos populistas y de extrema derecha, las consecuencias para la sociedad europea podrían ser profundas y multifacéticas.

La combinación de nacionalismo exacerbado, tensiones económicas, militarización y crisis humanitarias podría llevar a un entorno altamente polarizado y conflictivo.

Ante esta posibilidad, como sociedad solo hemos de actuar desde tres ámbitos muy concretos:

1. Más diplomacia y más diálogo.

La Unión Europea ha de redoblar los esfuerzos diplomáticos para alcanzar una situación, lo menos dañina posible, del conflicto de Ucrania. Hay que encontrar la manera de abrir un camino de diplomacia activa y de diálogo continuado con Rusia y entre los estados miembros de la UE. Esto será crucial para evitar una escalada hacia un conflicto bélico mayor.

También la UE, si es necesario, ha de abrir nuevos mecanismos de resolución de conflictos y mediación a nivel europeo e internacional.

2. Más cooperación internacional.

Europa no tiene otra alternativa más que fortalecer alianzas estratégicas con otras potencias globales para equilibrar las dinámicas de poder y prevenir conflictos. En este sentido, será esencial la relación que, con una visión estratégica a largo plazo, termine por establecerse con China.

De igual manera, la UE ha de jugar un papel mucho más proactivo que el que ha venido desempeñando hasta ahora en el ámbito de las organizaciones internacionales, como la ONU y la OSCE, para gestionar y mitigar tensiones.

3. Más fortalecimiento de la democracia y los derechos humanos.

Asegurar la protección de los derechos humanos y las libertades civiles para prevenir abusos y represión será fundamental para evitar alimentar la violencia y el descontento. En este ámbito, será determinante cómo la UE sea capaz de gestionar las crisis migratorias y las políticas de integración.

Además, las instituciones europeas deben fomentar una mayor participación ciudadana y el compromiso cívico para fortalecer la democracia y la cohesión social. Deben activarse nuevos instrumentos encaminados a potenciar un gobierno participativo, donde los ciudadanos logren reconciliarse con la clase política y sientan una mayor implicación con el proyecto europeo.

Nada es inevitable, ¿o no?

La posibilidad de un escenario prebélico en Europa, si bien inquietante, es una realidad que no podemos ignorar. En este artículo, he querido desglosar los factores clave que podrían desencadenar tal situación, desde las tensiones geopolíticas con Rusia y el incremento del gasto militar, hasta el crecimiento de los partidos populistas y de extrema derecha, y las tensiones sociales internas.

Aunque determinar con precisión la probabilidad de este escenario es una empresa ciertamente compleja, debido a la incertidumbre y la multitud de variables involucradas, es vital considerar que la combinación de estos factores podría llevarnos a un entorno de alta inestabilidad y conflicto.

Recapitulando, los factores que podrían llevar a Europa al abismo pueden ser:

  • Tensiones geopolíticas: La guerra en Ucrania y el deterioro de las relaciones con Rusia podrían incrementar las hostilidades en Europa del Este y más allá.
  • Militarización y gasto militar: La carrera armamentista y el despliegue de fuerzas militares en puntos críticos aumentan la probabilidad de incidentes y enfrentamientos.
  • Conflictos internos: La polarización social, el aumento del nacionalismo y la xenofobia podrían desestabilizar aún más la región, sumado a crisis humanitarias y la desestabilización de la UE.
  • Crecimiento de la ultraderecha: Las políticas nacionalistas y aislacionistas promovidas por estos partidos podrían llevar a un incremento de las tensiones internas y externas, dificultando la gobernabilidad de la UE.

Ante esta realidad, como ya hemos apuntado, en la actualidad, una probabilidad moderada (20-50%) de un escenario prebélico parece la más realista. Las tensiones con Rusia siguen siendo altas, los partidos populistas y de extrema derecha están en crecimiento, y aunque los esfuerzos diplomáticos continúan, enfrentan desafíos significativos. La cohesión de la UE está siendo probada, pero aún se mantiene cierta unidad.

En resumen, si bien el riesgo de un conflicto prebélico en Europa es moderado, no es inevitable, aunque, sí que podemos tomar medidas para evitarlo. La diplomacia activa, la cooperación internacional y el fortalecimiento de la democracia serán esenciales para navegar estos tiempos inciertos y asegurar un futuro estable y próspero para Europa.

La responsabilidad está en nuestras manos, en nuestras decisiones, en nuestra capacidad de movilización y participación democrática. El futuro de Europa depende de nosotros.

Fotos: Imágenes generadas con IA.

MENOS EUROPA Y MÁS POPULISMO.

El auge de los populismos y partidos de ultraderecha en Europa.

Las recientes elecciones al Parlamento Europeo de 2024 han dibujado un panorama político diverso y cambiante en Europa. Si bien los grupos políticos tradicionales han logrado mantenerse, se enfrentan a nuevos desafíos derivados del fortalecimiento de partidos populistas y de extrema derecha en varios países de la Unión Europea.

Este fenómeno no es reciente ni puntual, sino que ha experimentado un crecimiento lento pero constante durante años, especialmente desde las elecciones europeas de 2014. Se trata de una respuesta de amplios sectores de la sociedad europea a una serie de factores socioeconómicos y políticos, entre los que destacan:

  • Los efectos de las sucesivas crisis económicas: La crisis financiera de 2008 y la reciente crisis provocada por la pandemia de COVID-19 han generado un clima de incertidumbre y malestar social, especialmente entre los sectores más vulnerables de la población.
  • Desconfianza hacia las elites urbanas y los medios de comunicación: Una combinación de factores económicos, culturales y de percepción, acompañado de cierto conservadurismo social, ha llevado a que en las áreas rurales prolifere una sensación de abandono y de marginación frente a los grandes núcleos urbanos, con mayor diversidad y acceso a oportunidades.
  • La precariedad laboral: El aumento del desempleo, la temporalidad y los bajos salarios han alimentado la sensación de descontento y frustración entre los trabajadores.
  • El encarecimiento de la vivienda: El acceso a una vivienda digna se ha convertido en un problema cada vez más acuciante en muchas ciudades europeas, lo que ha generado un sentimiento de exclusión y resentimiento entre la población.
  • La inmigración: La llegada de inmigrantes a Europa ha generado debates y controversias, siendo utilizada por algunos partidos populistas como un elemento para exacerbar los miedos y prejuicios de la población.
  • La desilusión con los partidos tradicionales: Muchos ciudadanos europeos se sienten desencantados con la actuación de los partidos políticos tradicionales, a los que perciben como alejados de sus preocupaciones y necesidades.

Este conjunto de factores ha creado un caldo de cultivo propicio para el auge de los populismos y partidos de ultraderecha, que ofrecen soluciones simples y directas a problemas complejos, apelando a menudo a emociones como el miedo, la ira o el nacionalismo.

El auge de la ultraderecha en Europa.

El panorama político europeo ha experimentado una transformación significativa en las últimas décadas, caracterizada por el crecimiento constante del voto a la ultraderecha. Esta tendencia se ha materializado en las sucesivas elecciones al Parlamento Europeo, desde 1990 hasta 2020.

El notable incremento en el porcentaje de votos a partidos de ultraderecha en la mayoría de los países europeos, especialmente a partir de la década de 2010, es un fenómeno que no puede pasarse por alto. Países como Francia, Italia, Alemania y España presentan picos significativos en los últimos años, lo que indica un crecimiento sostenido de la popularidad de estas formaciones políticas.

1. Factores que impulsan el auge de los populismos.

El ascenso de los partidos populistas, especialmente de extrema derecha, se puede atribuir a una combinación de factores clave:

  • Descontento económico y social: Amplios sectores de la sociedad europea experimentan un creciente malestar debido a factores como la precariedad laboral, la desigualdad económica, la falta de oportunidades y la sensación de exclusión social.
  • Tensiones migratorias: La llegada de inmigrantes a Europa ha generado debates y controversias, siendo utilizada por algunos partidos populistas como un elemento para exacerbar los miedos y prejuicios de la población.
  • Escepticismo hacia la Unión Europea: Muchos ciudadanos europeos se sienten desencantados con la actuación de la Unión Europea, a la que perciben como alejada de sus preocupaciones y necesidades.
  • Reacción contra las políticas ambientales: Algunos sectores de la población se oponen a las medidas tomadas para combatir el cambio climático, considerando que estas afectan negativamente a su estilo de vida y a la economía.
  • Fragmentación y declive de los partidos tradicionales: La pérdida de confianza en los partidos políticos tradicionales ha abierto un espacio para que nuevas fuerzas políticas, con discursos más radicales y propuestas más simples, ganen terreno.

2. Un nuevo panorama político europeo.

El auge de los populismos no es una causa única, sino un conjunto de factores interconectados que han contribuido a este fenómeno. Es importante comprender las raíces del malestar social para poder abordar este desafío de manera efectiva.

La nueva realidad política europea, impulsada por el descontento económico, las preocupaciones sobre la inmigración, el escepticismo hacia la Unión Europea y la resistencia a las políticas medioambientales se traduce en una mayor fragmentación y polarización política en el continente.

Nueva radiografía del Parlamento Europeo.

El resultado de las elecciones al Parlamento Europeo de 2024 ha redefinido el panorama político europeo, con un fortalecimiento significativo de las formaciones de ultraderecha. Estas fuerzas políticas obtuvieron un total de 205 escaños, lo que representa el 28,47% de la representación en la nueva Eurocámara.

La ultraderecha logró ser la primera fuerza política en países de gran relevancia para la Unión Europea, como Francia, donde el partido Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen duplicó en votos al partido de Emmanuel Macron; Italia, donde Hermanos de Italia, liderado por Giorgia Meloni, se convirtió en la primera fuerza con el 28,8% de los votos; Bélgica, donde el Vlaams Belang obtuvo el 15,2%; y Austria, donde el FPÖ alcanzó su mejor resultado desde 1996 con más del 25% de los votos. En Alemania o en los Países Bajos, la ultraderecha se posicionó como la segunda fuerza política más votada.

1. Tres grupos de ultraderecha en la Eurocámara.

Este auge se ha materializado en una nueva composición del Parlamento Europeo, donde tres de los ocho grupos parlamentarios, se identifican con formaciones políticas populistas y de extrema derecha:

  • Patriotas por Europa (PPE), promovido por el húngaro Viktor Orbán y su partido Fidesz, liderado por Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen y que integra también a Vox de España. Es el grupo de extrema derecha más grande con 84 escaños.
  • Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), liderado por Giorgia Meloni y Hermanos de Italia. Considerado como el grupo «más moderado» dentro de la ultraderecha por su apoyo a Ucrania en la guerra contra Rusia. Cuenta con 78 escaños.
  • Europa de las Naciones Soberanas (ESN), impulsado por Alternativa para Alemania (AfD) tras su expulsión de Identidad y Democracia. Es el grupo más radical de los tres e incluye partidos de Bulgaria, Chequia y Polonia, sumando 25 escaños.

Se trata de un bloque heterogéneo con un denominador común, la oposición al statu quo.

A pesar de sus diferencias y fuertes liderazgos, estos grupos comparten una postura crítica hacia la Unión Europea y sus políticas, defendiendo posiciones nacionalistas, antiinmigratorias y proteccionistas. La cuestión del apoyo a Ucrania o Rusia ha sido un punto de fricción que ha impedido su unión en un solo grupo parlamentario.

Si se suman los 11 eurodiputados de extrema derecha no adscritos a ningún grupo parlamentario, la cifra total asciende a 196, lo que representa el 27,5% de los escaños de la Eurocámara.

2. Un Parlamento Europeo más fragmentado.

La composición del nuevo Parlamento Europeo tras las elecciones de 2024 queda definida de la siguiente manera:

  1. Partido Popular Europeo (EPP): 188 escaños
  2. Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D): 136 escaños
  3. Patriotas por Europa: 84 escaños
  4. Conservadores y Reformistas Europeos (ECR): 78 escaños
  5. Renovar Europa (Renew Europe): 77 escaños
  6. Los Verdes/Alianza Libre Europea (Greens/EFA): 53 escaños
  7. Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica (GUE/NGL): 46 escaños
  8. Europa de las Naciones Soberanas (ENS): 25 escaños

Hay que indicar que, en el Grupo de Eurodiputados no adscritos, lo conforman 33 eurodiputados, entre los que se encuentran los 11 eurodiputados de extrema derecha no adscritos a ningún grupo parlamentario.

Es evidente que nos encontramos ante un nuevo escenario supone todo un desafío para la democracia y la cohesión europea.

Primeras complicaciones.

La presencia de estos tres grupos parlamentarios de extrema derecha en el Parlamento Europeo y sus marcadas diferencias, en conjunto, van a tener varios efectos en la toma de decisiones en el ámbito de las políticas europeas.

1. Mayor polarización y fragmentación ideológica.

Esta presencia en el Parlamento Europeo facilitará a los grupos de extrema derecha amplificar su discurso, ya que esta institución se convertirá en una excelente plataforma para difundir su discurso populista.

Lo que sí resulta una incógnita saber es si la actual división entre estos grupos se va a mantener en el tiempo. Dentro de cinco años, podrían confluir en la formación de coaliciones más fuertes y coherentes dentro de este ámbito ideológico.

Otra incógnita será saber cómo la sobreexposición del discurso de extrema derecha va a influir en el resto de los grupos parlamentarios en la Eurocámara. Si se mantendrá un bloque compacto frente a estas formaciones políticas o terminará por generar también división entre ellos.

2. Influencia limitada, ¿o no?

Aunque el frente de eurodiputados de ultraderecha cuente con un número significativo de escaños, muchos analistas creen que sus diferencias internas limitarán su capacidad de acción o influencia en la toma de decisiones en la política europea.

En principio, el grupo liderado por Giorgia Meloni (ECR) quiere marcar diferencias con Patriotas por Europa (Viktor Orbán, Marine Le Pen, Santiago Abascal) y puede que adopte posturas más moderadas para acercarse a otros partidos tradicionales y ganar influencia. Sin embargo, esto está por ver, ya que en esta ecuación no hay que olvidar que la distribución de cargos en las instituciones europeas puede condicionar este tipo de acercamiento. Además, aparentemente existe un “cordón sanitario” frente a la ultraderecha y que este tipo de acercamiento a partidos tradicionales en el seno de la Unión Europea puede influir en la política interna italiana.

3. Tensiones internas y externas.

Creo que cinco años son muchos años y se avecinan acontecimientos tanto a nivel interno como en el ámbito internacional que podrían cambiarlo todo.

Muchos de los países miembros de la Unión Europea han de afrontar procesos electorales en los que el resultado que obtengan estas formaciones políticas puede incidir en las decisiones que tomen en Europa.

Por otro lado, el devenir de la Guerra de Ucrania, los posicionamientos frente a un hipotético acercamiento a Rusia y el resultado de las elecciones norteamericanas pueden generar tensiones y afectar la cohesión en la política exterior de la Unión Europea. Sin embargo, lo que hoy separa a estos grupos parlamentarios de extrema derecha podría unirlos más adelante.

¿Pueden continuar creciendo los partidos populistas y de extrema derecha en Europa?

Quizás sea esta la pregunta que muchos nos hacemos tras el crecimiento que han experimentado en los últimos años.

En principio, creo que nadie duda de que las posibilidades de que este tipo de formaciones políticas continúen creciendo en Europa en los próximos cinco años son significativas. Sin embargo, pienso que ello dependerá de ciertas limitaciones y de los desafíos a los que han de enfrentarse.

1. Factores que pueden favorecer el crecimiento de los partidos de ultraderecha en Europa.

  • Contexto Político y Económico: Los efectos derivados de una posible crisis económica, la evolución de la inflación, la precariedad laboral, la inmigración y la inseguridad pueden continuar alimentando el descontento con los partidos tradicionales, impulsando el apoyo a opciones más radicales.
  • Normalización y Adopción de Retóricas: Muchos partidos políticos de corte conservador o centristas están adoptando retóricas y políticas de ultraderecha, especialmente en temas como la inmigración y la identidad nacional, lo que está llevando a normalizar las posturas de los partidos de ultraderecha. Esto, más que beneficiar a estos partidos tradicionales, lo que pueden hacer es facilitar el crecimiento y una mayor legitimación de las políticas de ultraderecha.
  • Estrategias Electorales: La habilidad de los partidos de ultraderecha para formar coaliciones estratégicas y su participación en gobiernos nacionales y/o regionales, les ha proporcionado mayor visibilidad y legitimidad. Si esta tendencia continúa, acentuará su poder y recursos económicos, lo que les permitirá financiar su crecimiento.

2. Desafíos y limitaciones al crecimiento de los partidos de ultraderecha en Europa.

  • Divisiones Internas: Las significativas diferencias ideológicas entre los partidos de ultraderecha presentes en la nueva Eurocámara, especialmente en temas como el apoyo a Ucrania o las relaciones con Rusia, dificultan la formación de un frente unido. Esto limita su capacidad para ejercer una influencia cohesiva en el Parlamento Europeo, lo que restringe su influencia política efectiva.
  • Reacción de otros grupos políticos tradicionales: Los partidos centristas y de izquierda continúan oponiéndose a la integración de la ultraderecha en coaliciones gobernantes y, a menudo, establecen «cordones sanitarios» para limitar su influencia.
  • Impacto en la gobernabilidad a largo plazo. Si bien hay un aumento en el apoyo a los partidos de ultraderecha, su capacidad para mantener y consolidar ese apoyo a largo plazo depende de su habilidad para gobernar de manera eficaz y resolver los problemas que los votantes perciben como prioritarios.

Sea como fuere, las perspectivas futuras de crecimiento para los partidos de ultraderecha en Europa son muy favorables. Su influencia está destinada a seguir creciendo, al menos en el corto plazo.

Si estos partidos políticos logran superar sus diferencias internas y formar coaliciones efectivas, podrían aumentar significativamente su poder e influencia en la política europea. Sin embargo, la resistencia de los partidos tradicionales y las dinámicas cambiantes del panorama político europeo serán factores críticos que determinarán la magnitud de este crecimiento.

Dada la convergencia de todos estos factores, es relativamente alta la probabilidad de que estos partidos experimenten un aumento significativo en su influencia durante los próximos cinco años.

Si bien no se trata de un análisis riguroso, considerando la información disponible y los análisis de varias fuentes, creo que podemos estimar que, la probabilidad de que se confirme un incremento significativo en la influencia de los partidos de ultraderecha en Europa en los próximos cinco años, se puede situar en un rango de entre el 70% y el 80%. Un rango de probabilidades que toma en cuenta tanto los factores favorables como los desafíos mencionados anteriormente.

¿Qué podemos esperar del crecimiento de los partidos populistas y de extrema derecha en las elecciones al Parlamento Europeo de 2029?

Para responder a esta pregunta, es necesario realizar un ejercicio de «política ficción».

Como apuntara anteriormente, insisto en que la proyección que voy a realizar no tiene una base científica o metodológica, sino que se basa en mi experiencia.

Hecha esta puntualización, considero que, si las circunstancias les son favorables, los partidos políticos de ultraderecha en Europa podrían alcanzar una tasa de crecimiento anual en torno al 5% durante los próximos 5 años.

Si se confirmara esta tendencia de crecimiento anual del 5%, los partidos populistas y de extrema derecha, aplicando la fórmula de la tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR), podrían aumentar su representación en el Parlamento Europeo de un 28,47% en 2024 a aproximadamente un 35,58% en 2029. Esto implicaría un incremento significativo en su influencia política y su capacidad para afectar las políticas y decisiones dentro de la Unión Europea.

Si los factores que favorecen este crecimiento, descritos anteriormente, se comportan de tal forma que compensen los desafíos o limitaciones que estos partidos deben afrontar, y si la estimación de crecimiento se confirma, y logra superar ese crecimiento del 5% anual que hemos estimado, la representación de los partidos populistas y de extrema derecha en el Parlamento Europeo en 2029 podría alcanzar entre 349 y 369 eurodiputados (actualmente son 205). En el caso más favorable para estas fuerzas políticas, esto supondría una representación de entre el 48.4% y el 51.2% de la Eurocámara (actualmente representan el 28.47%).

Esto significa que los partidos de ultraderecha podrían llegar a constituir casi la mitad, o incluso la mayoría, del Parlamento Europeo si la tendencia actual de crecimiento se mantiene.

Un futuro marcado por la ultraderecha.

Llegados a este punto, la pregunta que nos surge es: si tuviera lugar este incremento de los partidos populistas y de extrema derecha en Europa, ¿cuáles serían las posibles consecuencias para la sociedad europea?

Por un momento, imaginemos que, sin llegar a las cifras indicadas anteriormente, las que hemos marcado como probables en el mejor de los casos, esta tendencia continúa y, del 28,47% actual, en las elecciones del año 2029, estas formaciones políticas logran alcanzar aproximadamente un 38,3% de representación en el Parlamento Europeo.

Si esto ocurre, estaríamos hablando de una mayor influencia y podría tener consecuencias realmente significativas para la sociedad europea.

A continuación, apunto algunas de las posibles implicaciones que creo que podrían surgir.

1. Cambios en la política migratoria.

Los partidos populistas y de extrema derecha podrían influir en la toma de decisiones políticas, impulsando políticas migratorias más restrictivas. Esto supondría cambios significativos que implicarían:

  • Restricciones más severas: Implementación de políticas más duras para la admisión de inmigrantes y refugiados.
  • Repatriaciones: Aumento de las deportaciones y medidas para facilitar el retorno de inmigrantes a sus países de origen.
  • Seguridad fronteriza: Mayor inversión en controles fronterizos y medidas de seguridad.

2. Impacto en la integración europea.

Estos partidos tienden a ser euroescépticos, una posición ideológica que dudamos que cambien a lo largo de estos cinco años. De hecho, si se produce este crecimiento electoral, es una postura que se reforzará y podría materializarse en:

  • Descentralización del poder: Propuestas para devolver más poder a los estados miembros, reduciendo la autoridad de las instituciones centrales de la UE.
  • Referendos nacionales: Aumento de la demanda de referendos para decidir sobre la permanencia en la UE o sobre tratados específicos.
  • Bloqueo de la integración: Obstaculización de iniciativas para una mayor integración política y económica.

3. Políticas económicas y sociales.

Quizás sea este el ámbito donde sus posturas ideológicas van a ser más efectivas y se implementarán casi de inmediato. Esto implicaría:

  • Proteccionismo económico: Mayor énfasis en políticas económicas proteccionistas para proteger las industrias nacionales frente a la competencia extranjera.
  • Desregulación: Posible reducción de regulaciones laborales y ambientales para favorecer el crecimiento económico nacional en cada uno de los Estados miembros de la UE.
  • Políticas sociales restrictivas: Reducción de programas de bienestar social dirigidos a inmigrantes y posibles cambios en las políticas de igualdad de género y derechos LGBTQ+.

4. Impacto en la cohesión social.

Sin lugar a duda, este sería uno de los impactos más significativos, lo que implicaría:

  • Aumento de la polarización: Mayor división entre diferentes grupos sociales y políticos dentro de los países y entre los estados miembros de la UE.
  • Conflictos sociales: Posibles aumentos en la tensión social y en incidentes de xenofobia y racismo, impulsados por retóricas nacionalistas y excluyentes.
  • Movilización de la sociedad civil: Reacciones y movilizaciones de organizaciones de derechos humanos, grupos progresistas y comunidades afectadas para contrarrestar las políticas restrictivas.

5. Influencia en la política exterior.

Quizás este aspecto sea el más complejo de analizar porque, en política internacional es donde existen las mayores diferencias entre las distintas familias de la extrema derecha en Europa, pero, en caso de que se acerquen posturas podríamos asistir a cambios sustanciales en dos frentes donde, tradicionalmente, ha existido un amplio consenso en la Unión Europea, que son:

  • Relaciones con países no europeos: Posible realineación de las relaciones exteriores, incluyendo una postura más dura frente a países de fuera de la UE y cambios en las políticas comerciales.
  • Relaciones con Rusia y Estados Unidos: Influencia en la política exterior de la UE respecto a potencias globales como Rusia y Estados Unidos, posiblemente buscando un enfoque más aislacionista o de cooperación selectiva.

6. Agenda verde, medio ambiente y cambio climático.

En este tema sí hay un amplio consenso dentro de este grupo ideológico, lo que nos llevaría a tomar decisiones que implicarían:

  • Retroceso en políticas ambientales: Posible debilitamiento de las políticas y compromisos ambientales, con un menor enfoque en la lucha contra el cambio climático y la sostenibilidad.
  • Conflictos sobre el Green Deal: Bloqueo o dilución de iniciativas como el Pacto Verde Europeo, afectando los esfuerzos de la UE para liderar en la acción climática global.

En definitiva, el incremento en la representación de los partidos populistas y de extrema derecha en el Parlamento Europeo podría acarrear cambios significativos en las políticas migratorias, la integración europea, las políticas económicas y sociales, la cohesión social, la política exterior y las políticas ambientales. Estos cambios podrían intensificar la polarización dentro de los estados miembros y en la UE en general, creando un entorno político y social más conflictivo y dividido.

Entre el auge de la ultraderecha y la incertidumbre.

La reciente evolución política en Europa ha puesto de relieve un cambio significativo en el panorama parlamentario: el ascenso de los partidos de ultraderecha. Con 205 escaños en el Parlamento Europeo, lo que representa el 28,47% de la representación total, estos partidos han alcanzado una presencia notable que refleja un descontento creciente con las políticas tradicionales y una mayor aceptación de posturas radicales.

Este crecimiento se ve favorecido por una convergencia de factores económicos, sociales y políticos. La persistente crisis económica, la percepción de una gestión inadecuada de la inmigración y la inseguridad han alimentado el descontento popular, impulsando el apoyo a opciones políticas más extremas. Además, la normalización de las retóricas de ultraderecha por parte de algunos partidos centristas ha contribuido a legitimar sus posturas.

Sin embargo, el auge de la ultraderecha no está exento de desafíos. Las divisiones internas y las diferencias ideológicas significativas entre estos partidos, especialmente en temas como el apoyo a Ucrania o las relaciones con Rusia, limitan su capacidad para formar un frente unido y ejercer una influencia cohesiva. Asimismo, la resistencia continua de los partidos tradicionales y la implementación de cordones sanitarios siguen siendo barreras importantes para su avance.

Las proyecciones más optimistas, si las tendencias actuales se mantienen, indican que estos partidos políticos podrían llegar a representar entre el 48,4% y el 51,2% del Parlamento Europeo en 2029, con un número de eurodiputados que oscilaría entre 349 y 369. No obstante, este escenario está sujeto a múltiples variables y desafíos que podrían modificar estas previsiones.

La política europea se encuentra en constante cambio, y aunque las señales actuales apuntan a un incremento en la influencia de los partidos de ultraderecha, el futuro no está escrito. La capacidad de estos partidos para superar sus divisiones internas, las respuestas de los partidos tradicionales y los eventos socioeconómicos y políticos futuros jugarán un papel crucial en determinar la configuración del Parlamento Europeo en los próximos años. En este contexto dinámico y en evolución, la incertidumbre permanece, y el desarrollo de los acontecimientos continuará siendo observado con atención.

Estos resultados hipotéticos subrayan la importancia de la participación democrática y la necesidad de un diálogo continuo y constructivo entre diferentes fuerzas políticas y la sociedad civil para abordar los complejos desafíos que enfrenta Europa. El fortalecimiento de la ultraderecha en el Parlamento Europeo supone un reto para la democracia y la cohesión europea. Es fundamental comprender las causas de este fenómeno y promover el diálogo y la cooperación entre las diferentes fuerzas políticas para defender los valores fundamentales de la Unión Europea.

Se requiere un análisis profundo y una respuesta firme por parte de las instituciones europeas y los gobiernos nacionales para hacer frente a este complejo fenómeno y defender los valores fundamentales de la democracia, la cohesión social y el respeto a los derechos humanos en Europa.

El futuro de Europa, en definitiva, está en manos de sus ciudadanos y líderes políticos. Si bien las tendencias actuales son significativas, el curso final de la historia aún está por decidirse.

El futuro de Europa no está escrito, pero depende de las acciones que se tomen hoy para asegurar un futuro próspero, democrático y respetuoso con los derechos humanos para todos los europeos.

Fotos: Imágenes generadas con IA.

EUROPA Y LOS FANTASMAS DEL PASADO.

La Europa contemporánea ante los fantasmas del pasado: El auge del populismo y de la extrema derecha como reflejo de la República de Weimar.

Europa se encuentra en una encrucijada histórica. La creciente influencia de partidos populistas y de extrema derecha, combinada con una serie de tensiones económicas, sociales y políticas, en algunos ámbitos, ha generado preocupaciones sobre la posible repetición de los mismos errores del pasado.

Una encrucijada histórica que nos enfrenta a desafíos que, aunque nos resistamos a considerarlo, en cierto modo, evocan inquietantes paralelismos con los tiempos de la República de Weimar, aquella que surgió en Alemania tras la Primera Guerra Mundial y colapsó bajo el peso del nazismo.

A pesar del espacio-tiempo que nos separa de aquel momento histórico, los acontecimientos sociales y políticos a los que Europa debe enfrentarse tras los resultados de las últimas Elecciones al Parlamento Europeo y el crecimiento de corrientes populistas y de extrema derecha en buena parte de los estados miembros de la Unión Europea, resulta inevitable e inquietante tomar como referente este triste momento de la historia como referencia para el análisis del presente.

Hace tiempo que ando dando vueltas a esta idea y, ahora, en este artículo, quisiera explorar las similitudes y diferencias entre ambos contextos, así como reflexionar sobre los riesgos a los que nos enfrentamos y las posibles estrategias para evitar que Europa vuelva a caer en los abismos de la historia.

Estableciendo ciertas similitudes y diferencias entre ambos períodos históricos, no pretendo otra cosa que intentar comprender los factores que pueden influir en el destino futuro de nuestro continente.

Aunque de forma muy somera, intentaré explorar cómo el auge de los partidos populistas y de extrema derecha, así como el descontento social y económico, la desconfianza en las instituciones democráticas por amplios sectores de la sociedad, en especial los más jóvenes y aquellos que residen principalmente fuera de los núcleos urbanos y desconfían de una élite burguesa que les menosprecia, están configurando el panorama político europeo contemporáneo, y qué lecciones podemos extraer del colapso de la República de Weimar para evitar repetir los errores del pasado.

República de Weimar vs. Europa actual.

Como punto de partida, sin pretender realizar un análisis exhaustivo, quiero abordar algunos aspectos clave que nos permitirán establecer ciertas comparaciones entre la República de Weimar y la Europa actual.

Si bien no se trata de establecer paralelismos absolutos, resulta ineludible analizar las similitudes y diferencias entre ambos contextos históricos para comprender los desafíos que enfrenta Europa en la actualidad.

La República de Weimar.

Para comprender a fondo los desafíos que enfrentó la República de Weimar, es necesario contextualizarla en su época. Surgida en 1919 tras la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial y la abdicación del emperador Guillermo II, la República de Weimar nació en un panorama marcado por la humillación nacional.

El Tratado de Versalles, firmado tras la guerra, impuso a Alemania severas condiciones que exacerbaron este sentimiento de humillación. Las exorbitantes reparaciones económicas y las drásticas restricciones militares generaron un profundo resentimiento y descontento entre la población alemana, caldo de cultivo perfecto para el surgimiento de movimientos extremistas.

La humillación nacional tras la Primera Guerra Mundial no fue el único factor que contribuyó a la inestabilidad de la República de Weimar. A ella se sumaron dos elementos cruciales: una profunda crisis económica y social, y una marcada inestabilidad política.

La República de Weimar se vio azotada por crisis económicas de gran magnitud, siendo la hiperinflación de 1923 la más devastadora. Este fenómeno destruyó los ahorros de la clase media y provocó un sufrimiento generalizado en la población. Además, la Gran Depresión de 1929 agravó aún más la situación, llevando a un desempleo masivo y a un colapso económico que devastó la sociedad alemana. La pobreza generalizada se convirtió en un caldo de cultivo para el descontento social y político.

Y a todo ello se sumaría una profunda inestabilidad política derivada de la fragmentación del panorama político y de la ausencia de una mayoría estable en el Reichstag, lo que dio lugar a gobiernos débiles y de corta duración, así como a coaliciones inestables.

Además, la polarización y la violencia política fueron problemas recurrentes durante este periodo. Intentos de golpe de Estado, como el Putsch de Kapp en 1920 y el Levantamiento Espartaquista en 1919, evidenciaron la fragilidad del sistema democrático de Weimar.

La combinación de estos tres factores, humillación nacional, crisis económica y social, e inestabilidad política, crearon una tormenta perfecta que permitió el ascenso de movimientos extremistas, como el nazismo, que finalmente acabaron con la República de Weimar.

La Europa Actual.

Tras analizar el contexto histórico de la República de Weimar, surge una pregunta inevitable: ¿qué similitudes podemos encontrar con la Europa actual? Para responderla, es necesario elaborar una «foto fija» de la Europa Contemporánea, identificando los factores de inestabilidad que la caracterizan.

La Europa actual se encuentra en un momento crucial de su historia. Para comprender los desafíos que enfrenta, es necesario analizar a fondo la situación actual del continente que pasa por identificar aquellos factores clave que configuran esa «foto fija» de la Europa Contemporánea.

En principio, creo que estos factores de inestabilidad son los que enumero a continuación.

(1) Inestabilidad económica y social.

Las últimas décadas han estado marcadas por una serie de crisis económicas, desde la crisis financiera de 2008 hasta las consecuencias económicas de la pandemia de COVID-19. Estas crisis han tenido un impacto devastador en la sociedad europea, exacerbando la desigualdad y precarizando el empleo.

El descontento social generado por estas crisis se ha visto amplificado por la polarización social, creando un terreno fértil para el surgimiento de movimientos populistas y de extrema derecha.

(2) Desconfianza en las instituciones.

La desconfianza en las instituciones, tanto de la Unión Europea como de los gobiernos nacionales, ha ido creciendo en los últimos años. Un fenómeno se ha alimentado de la percepción de ineficacia y la desconexión de las élites políticas, económicas y financieras con respecto a las necesidades de los ciudadanos.

Esta desconfianza ha llevado a muchos ciudadanos a sentir que estas no son capaces de resolver sus problemas y que están desconectadas de sus necesidades básicas. Una situación ha sido hábilmente explotada por partidos populistas y de extrema derecha, que se presentan como alternativas viables a la política tradicional.

(3) Auge del populismo y la extrema derecha.

La desconfianza en las instituciones tradicionales y el auge de movimientos nacionalistas y de extrema derecha suponen una amenaza para la democracia en Europa.

El auge de partidos populistas y de extrema derecha es un fenómeno que se ha ido gestando de forma gradual en gran parte de los países europeos. Han logrado capitalizar el descontento social, la inseguridad y el nacionalismo para ganar apoyo electoral y que se presentan como defensores de los intereses nacionales frente a una élite política percibida como corrupta e ineficaz.

El éxito de estos partidos en las últimas elecciones al Parlamento Europeo, así como su cada vez mayor representación muchos de los Estados miembros de la Unión Europea, representa un desafío importante para la política europea en los próximos años.

(4) Crisis migratoria.

La llegada masiva de refugiados y migrantes ha generado tensiones sociales y políticas en algunos países europeos.

La gestión de los flujos migratorios y la integración de los recién llegados se han convertido en retos complejos que requieren soluciones conjuntas y coordinadas a nivel europeo.

Este es uno de los importantes retos a los que se enfrenta la Europa actual, que no es otro que la necesidad de abordar las causas profundas de la migración, como la pobreza, la guerra y la persecución, para lograr una gestión sostenible y humana de los flujos migratorios.

(5) Un aparente debilitamiento de la Unión Europea.

Aunque pareciera superada la crisis del euro y el Brexit que, en su momento, pusieron en jaque la unidad y el futuro de la Unión Europea, cada vez surgen nuevas corrientes políticas que, en los últimos años, generan dudas sobre el proyecto europeo, impulsando y han dado lugar a movimientos euroescépticos y nacionalistas en algunos países miembros, por lo que resulta necesario fortalecer la cohesión interna de la Unión Europea, profundizar en la integración y abordar los desafíos comunes de forma conjunta para garantizar el futuro del proyecto europeo.

(6) Amenazas geopolíticas.

La creciente influencia de Rusia y China en el escenario internacional, así como el auge de grupos terroristas, representan nuevas amenazas para la seguridad de Europa.

La guerra en Ucrania, así como los efectos a inestabilidad en algunas regiones del mundo, como Oriente Medio y el norte de África, también supone un riesgo para la seguridad europea que requiere la necesidad de reforzar la defensa común europea, promover la cooperación internacional y luchar contra el terrorismo para garantizar la seguridad de los ciudadanos europeos.

Similitudes entre la República de Weimar y la Europa Actual.

El análisis de los factores de inestabilidad en la Europa Contemporánea nos lleva a observar, de forma inevitable, algunas similitudes con la República de Weimar.

Ante este panorama, surge la necesidad de comprender cuáles son esos «fantasmas del pasado» que asechan a la nueva Europa. Para ello, propongo realizar un ejercicio de reflexión que establezca paralelismos entre la Europa actual y la República de Weimar en la Alemania previa a la Segunda Guerra Mundial.

En este sentido, considero que existen cinco inquietantes similitudes bien delimitadas.

Inestabilidad política y amenazas geopolíticas.

Quizás sea este el primero de los elementos en el que podemos establecer ciertas similitudes entre ambos períodos de la historia de Europa.

Si por algo se caracterizó la República de Weimar, fue por una gran inestabilidad política, con frecuentes cambios de gobierno, coaliciones inestables.

Hoy en día, especialmente tras las últimas elecciones al Parlamento Europeo en la actual Europa, tanto el auge de movimientos populistas y de extrema derecha en muchos países miembros de la Unión Europea, como si capacidad de influencia en la toma de decisiones, hace que rememoremos el periodo marcado por la República de Weimar.

En la Europa actual, esta nueva situación, probablemente se materializará en gobiernos cada vez más débiles, legislaturas más complejas y una mayor fragmentación política que va a dificultar la gobernabilidad, de tal modo que, .al igual que lo ocurrido durante la República de Weimar, podrían llevar a una inestabilidad política similar, con gobiernos ineficaces y crisis económicas derivadas de políticas aislacionistas y proteccionistas.

Y si esto no fuera suficiente, hay que añadir las amenazas geopolíticas que, en el caso de la República de Weimar, ésta estuvo seriamente amenazada por potencias extranjeras, y en la Europa actual, vienen de cómo puede evolucionar la guerra en Ucrania, la creciente influencia de Rusia y China o el impacto de la inestabilidad en algunas regiones del mundo, como Oriente Medio y el norte de África, que también suponen un riesgo para la seguridad de Europa.

En definitiva, inestabilidad política y las amenazas geopolíticas, desafíos que comparten la República de Weimar y la Europa actual.

Abordar estos desafíos de manera efectiva requiere de un esfuerzo conjunto por parte de los gobiernos, las instituciones y la sociedad civil. Un esfuerzo que en el caso de la República de Weimar no dio sus frutos y, en la Europa actual, toma forma de desafío.

Igual que lo ocurrido durante la República de Weimar, estos factores, pueden llevar a Europa actual a una inestabilidad política similar, con gobiernos ineficaces y crisis económicas derivadas de políticas aislacionistas y proteccionistas. Una inestabilidad que, en ambos contextos históricos, es capaz de crear un terreno fértil para el surgimiento y la consolidación de movimientos extremistas.

Descontento social y polarización.

Tanto en la República de Weimar como en la Europa contemporánea, los efectos nocivos de la economía en amplios sectores sociales, es el principal combustible que alimenta un creciente descontento social. Sin embargo, es justo decir que la propia integración económica de la Unión Europea, así como las redes de seguridad social existentes en la actualidad, nos ofrecen un contexto diferente.

El descontento social y una creciente polarización política y social es otro de los fantasmas del pasado que se cierne sobre Europa.

Durante la República de Weimar, el descontento social y la polarización fueron intensos, con una sociedad dividida entre extremos políticos y una creciente radicalización. Las crisis económicas y la humillación del Tratado de Versalles alimentaron este descontento. Pero, salvando la distancia histórica, en la Europa de hoy, especialmente la que ha surgido tras las últimas elecciones al Parlamento Europeo, el aumento de la polarización social y las tensiones étnicas y culturales podrían reflejar una situación similar a la vivida durante la República de Weimar, donde el descontento con las políticas tradicionales y los problemas económicos fomentan la radicalización y el apoyo a partidos extremos.

Si bien, durante la República de Weimar, la hiperinflación de 1923 y la Gran Depresión de 1929 devastaron la economía alemana, fomentando un profundo descontento social, de manera similar, la crisis financiera de 2008, la pandemia de la COVID-19 y la guerra entre Rusia y Ucrania, incluyendo los efectos colaterales de la crisis en Oriente Medio, poco a poco y como si de un goteo constante se tratara, a pesar de la fortaleza económica y la capacidad de resiliencia de la Unión Europea, ha causado importantes efectos económicos negativos en amplios sectores de la sociedad europea, generando altos niveles de desigualdad, ampliando la brecha social y económica entre una élite de pocos «ricos» y amplios sectores de una sociedad cada vez más empobrecida, con cada vez menor capacidad de ahorro y menos perspectivas de futuro. Un contexto que, en la Europa de hoy, como ocurriera en el pasado, ha sido el caldo de cultivo que ha alimentado el descontento social y ha facilitado el ascenso de partidos populistas y de extrema derecha que, repitiendo el mismo manual, aunque adaptado a los nuevos tiempos y las nuevas tecnologías de la información, han logrado calar en estos sectores de la sociedad europea, con sus promesas de soluciones rápidas y radicales a problemas complejos.

Crisis de confianza en las instituciones.

Otro de los elementos que comparte la Europa actual con la República de Weimar es la creciente desconfianza de los ciudadanos hacia sus instituciones, tanto las propias de la Unión Europea como las nacionales de los estados miembros.

En ambos períodos, la desconfianza en las instituciones democráticas es un factor clave. Sin embargo, es importante matizar que la Europa contemporánea cuenta con una estructura institucional más sólida y resiliente que la existente durante la República de Weimar. La propia existencia de instituciones como la Unión Europea y la OTAN, proporcionan un marco de estabilidad y seguridad que no existía en aquel periodo de la historia de Europa.

No obstante, la desconfianza en las instituciones democráticas sigue siendo un problema preocupante en la actualidad. Un ejemplo claro es el ascenso de partidos políticos populistas y de extrema derecha que explotan este sentimiento para ganar votos.

Durante la República de Weimar, la desconfianza en las instituciones democráticas, sumada a la percepción de que no podían resolver los problemas del país, contribuyó decisivamente al ascenso del Partido Nazi. De forma similar, en la Europa actual, la desconfianza hacia las instituciones de la Unión Europea y los gobiernos nacionales, alimentada por factores como la nunca olvidada crisis del euro, el Brexit o la gestión de la pandemia de la COVID-19, podría llevar a un escenario similar.

Es importante recordar que la desconfianza hacia las instituciones no es un fenómeno inevitable. Es posible revertir esta tendencia mediante políticas públicas que respondan a las necesidades de los ciudadanos y fortalezcan la transparencia y la rendición de cuentas de las instituciones.

En definitiva, la desconfianza institucional fue un serio desafío para la República de Weimar y que, la Europa actual, ha de tener que enfrentar.

Si bien la Europa contemporánea cuenta con una estructura institucional más sólida, la desconfianza sigue siendo un problema preocupante que debe ser abordado de manera efectiva para preservar la democracia y el bienestar de los ciudadanos.

Crecimiento de partidos políticos populistas/extremistas.

Solo hemos de hacer un poco de memoria y recordar que, durante la República de Weimar, la ineficacia del sistema político y el descontento social permitieron el ascenso de partidos extremistas, como el Partido Nazi, que prometían soluciones radicales a los complejos problemas del país.

Un fantasma del pasado que parece resurgir en la Europa actual, donde los partidos populistas y de extrema derecha podrían seguir creciendo en los próximos años y que, al igual que se hicieran en el pasado, centran su «propaganda» en prometer soluciones simplistas y radicales a los problemas complejos que tiene la Europa de hoy, ganando apoyo entre una población cada vez más desilusionada y desesperada por reemplazar a la actual clase política, a los partidos políticos tradicionales que sienten les han abandonado.

Una tipología de partidos políticos que, en ambos casos, han sabido y saben gestionar eficazmente su comunicación, basada en fuertes liderazgos una retórica suficientemente emotiva como para lograr más y más adeptos a sus postulados.

En este sentido, nos viene a la memoria cómo, durante la República de Weimar, los nazis fueron los maestros en la utilización de una propaganda extremadamente eficaz, con una retórica capaz de movilizar el apoyo de las masas, aprovechando principalmente el resentimiento y el miedo.

Han pasado los años, la tecnología al servicio de la comunicación de masas ha avanzado hasta niveles impensables y, en la Europa de hoy, ha vuelto a ocurrir. Los partidos populistas y de extrema derecha han sabido adaptarse a los tiempos y a la tecnología del momento, sabiendo utilizar como nadie las redes sociales al servicio de la propaganda emocional para captar la atención del electorado, especialmente de los jóvenes y otros grupos de descontentos, empleando tácticas similares de manipulación y movilización.

Además, en la Europa actual, tenemos figuras como Giorgia Meloni en Italia, Viktor Orbán en Hungría, o el tándem Marine Le Pen y Jordan Bardella en Francia que han sabido entender las claves de la sociedad europea actual, en especial, en sus países. Con la ayuda de la nueva tecnología, en especial, las redes sociales y la inteligencia artificial, han logrado adaptar su discurso, trabajado eficazmente por intentar «desdemonizar» sus posiciones radicales ligadas a momentos del pasado, dando un “aire nuevo» a sus formaciones políticas.

Su éxito ha estado en la capacidad de presentarse como una alternativa viable para esos sectores de la población descontentos con las instituciones y élites políticas que no les perciben como opciones tan radicales y, hasta cierto punto, son percibidas como «moderadas» frente a otros partidos tradicionales.

El caso más paradigmático es Jordan Bardella que, a pesar del resultado obtenido en las últimas elecciones legislativas en Francia, ha contribuido de manera decisiva a renovar la imagen de su partido, Rassemblement National, atrayendo a un electorado más joven y utilizando eficazmente las redes sociales para movilizar a sus seguidores.

Estos líderes han aprovechado el descontento social y económico, la desconfianza en las instituciones y el temor a la inmigración para construir una base de apoyo sólida, tal y como lo hiciera en su momento el Partido Nazi en la Alemania de Weimar. Mismos objetivos, misma estrategia y utilizando los canales de comunicación emergentes en cada momento.

Sin embargo, a diferencia del liderazgo del Partido Nazi, estas formaciones populistas y de extrema derecha no abogan por una agenda expansionista o genocida, lo que marca una diferencia significativa y radical en términos de ideología y objetivos políticos. Pero eso sí, en ambos casos, ambos se presentaban como una alternativa viable y enfrentada a la decadencia de los partidos tradicionales y de las instituciones del momento. Su enfoque en la soberanía y la identidad nacionales, ligada a liderazgos fuertes y carismáticos, ha resonado con amplios sectores del electorado.

Con todo ello, vemos que, el auge del nacionalismo y del populismo es otra de las características principales compartidas por la República de Weimar y por la Europa actual. Las sucesivas crisis económicas, el empobrecimiento de amplios sectores de la sociedad, la precariedad en los trabajos, la desconfianza en las instituciones y la inmigración han impulsado el crecimiento de estos movimientos en Europa. Los partidos populistas y de extrema derecha han ganado terreno en las últimas elecciones europeas y nacionales, poniendo en riesgo la estabilidad democrática en algunos países.

Exacerbado nacionalismo y actitudes anti migratorias/xenófobas.

Quizás, el tercer paralelismo que podemos encontrar es el sentimiento de nacionalismo y xenofobia, elementos comunes, aunque el contexto y la intensidad varían.

En la Europa actual, en general, los partidos de corte populista y de extrema derecha promueven un discurso euro escéptico, potenciando la soberanía nacional, al tiempo que centralizan sus propuestas en impulsar políticas anti inmigración. Factores ambos comunes con los tiempos de la República de Weimar, aunque, por el momento, no abogan por la violencia extrema y la expansión territorial como ocurrió durante aquel periodo histórico.

El nacionalismo y la xenofobia es ese complejo fantasma del pasado que ofrece similitudes importantes y sumamente inquietantes que, casi siempre suelen ir muy unidos de la mano.

El nazismo promovió un nacionalismo extremo y una xenofobia intensa, culpando a minorías como los judíos de los problemas de Alemania. De manera similar, muchos partidos de extrema derecha en Europa hoy en día abogan por políticas estrictas de inmigración y se oponen vehementemente a la multiculturalidad, culpando a los inmigrantes de la inseguridad y los problemas económicos, posturas que, de forma preocupante, parece que también están asumiendo partidos políticos tradicionales de corte conservador y no tan radical.

Diferencias fundamentales entre la República de Weimar y la Europa actual.

A pesar de las similitudes, hay diferencias fundamentales entre ambos contextos que podrían actuar como barreras contra la repetición de los errores del pasado.

(1) Contexto internacional diferente.

La situación geopolítica y las alianzas internacionales actuales son muy diferentes a las de la época de la República de Weimar, con una mayor interdependencia económica y mecanismos internacionales más robustos para la resolución de conflictos.

El hecho de que la economía de la Unión Europea esté profundamente integrada en el sistema económico global y su participación en una alianza como la OTAN, es lo que proporciona un nivel adicional de disuasión contra posibles conflictos en suelo europeo y, salvando la situación en Ucrania, que aspira a ser país miembro de la Unión Europea, hace que una hipotética guerra a mayor escala sea extremadamente costosa y perjudicial para todas las partes involucradas.

(2) Instituciones europeas y globales.

Como ya hemos apuntado, la existencia de la Unión Europea y otras instituciones globales proporciona un marco para la cooperación y la resolución de conflictos que no existía en el período de entreguerras, lo que podría actuar como un amortiguador contra una crisis similar.

Las instituciones democráticas en Europa hoy son más fuertes y resilientes que las de la República de Weimar. La Unión Europea, con todos sus desafíos, proporciona un marco de cooperación política y económica que promueve la estabilidad y la resolución pacífica de disputas.

(3) Conocimiento histórico.

Aunque para las generaciones más jóvenes la experiencia histórica del ascenso del nazismo y la Segunda Guerra Mundial les resulte algo ajeno o que solo sea parte de una historia que no les incumbe. Lo cierto es que esta mirada hacia el pasado proporciona a la sociedad europea y a los líderes actuales, una lección importante sobre los peligros de los extremismos, lo que podría ayudar a prevenir una repetición exacta de eventos similares a aquellos.

De alguna forma, la memoria histórica del nazismo puede seguir constituyendo una poderosa advertencia contra los movimientos extremistas. Y ello en la medida que, la mayor parte de la sociedad europea es plenamente consciente de los peligros del autoritarismo y del fascismo, lo que puede contribuir a una mayor vigilancia y resistencia frente a estas tendencias.

Las lecciones aprendidas de la Segunda Guerra Mundial que han llevado a la creación de salvaguardias legales e institucionales para prevenir el ascenso de regímenes autoritarios en Europa, es la otra gran diferencia respecto al período de entreguerras.

Posibles escenarios futuros en la Europa actual.

El futuro de Europa en este contexto es incierto. A corto y medio plazo, creo que se presentan tres escenarios que lo condicionarán todo y que, a mi juicio, son los que indico a continuación.

La evolución del conflicto entre Rusia y Ucrania.

Un conflicto que, a su vez, presenta varios escenarios posibles. Un escenario de guerra prolongada de desgaste, que podría llevar a un estancamiento prolongado con altos costos humanos y económicos. Otro escenario podría implicar una congelación del conflicto con una resolución diplomática forzada por terceros países, lo que podría traer una paz inestable. También existe la posibilidad de que el conflicto se intensifique, involucrando a más países y desestabilizando aún más la región.

Sea como fuere, se trata de una situación y un dilema muy complejo de dirimir ya que, si la guerra entre Rusia y Ucrania se intensifica, las tensiones en Europa podrían ir en aumento, exacerbando de esta forma nuevos problemas económicos y sociales, fortaleciendo aún más a los partidos populistas y de extrema derecha que, por lo general, son más afines a Rusia.

El impacto del populismo y del auge de la extrema derecha en la política europea.

Estoy convencido que, en los próximos años, esta situación va a influir, y mucho, en cuál va a ser la nueva política internacional de la Unión Europea. En especial, sobre cuál va a ser la posición de Europa frente al conflicto de Ucrania, las futuras relaciones con Rusia, China y unos Estados Unidos de Norteamérica con un previsible Donald Trump como inquilino en la Casa Blanca.

Pero también van a alimentar un incremento en las tensiones migratorias y posiciones euro escépticas que pueden impedir el impulso tan necesario que requiere la Unión Europea para no perder influencia en un cada vez más complejo contexto de influencia internacional y de fuerte cambio tecnológico. De igual modo, podemos asistir a un retroceso de derechos sociales alcanzados en todos estos años, pero habrá que esperar a las medidas que, en el ámbito de cada país, van a tomar estas fuerzas políticas en sus gobiernos nacionales y la influencia que puedan tener en las políticas europeas.

Sea como fuere, el auge de los partidos populistas y de extrema derecha podría influir en la estabilidad política en Europa.

Si estos partidos ganan mayor influencia y capaz de influir en las políticas europeas, quizás podríamos ver una reducción al apoyo a Ucrania que puede terminar por fortalecer la posición de Rusia, desestabilizar la cohesión política y de seguridad de la Unión Europea, al tiempo que condicionarían la construcción del proyecto europeo.

Estrategias para la resiliencia democrática de las instituciones europeas.

Nos referimos a una resiliencia democrática capaz de hacer frente y resistir el embate de esta corriente populista y de extrema derecha que recorre toda Europa y que también tiene lugar más allá de sus fronteras territoriales.

Quizás nos viene a la mente lo ocurrido en la segunda vuelta de las últimas legislativas europeas que, contra todo pronóstico, el Nouveau Front Populaire, integrado por diversas fuerzas políticas progresistas, lograron, por sorpresa para todos, relegar a una tercera posición a la ultra derecha.

Pero me refiero más a las propias instituciones europeas y a las instituciones nacionales. En especial, a la capacidad de los partidos políticos tradicionales y la actual clase política tradicional para hacer una verdadera autocrítica, elaborar un acertado diagnóstico de la situación y, de forma inmediata, proponer y ejecutar estrategias concretas para fortalecer las instituciones democráticas, promover la inclusión y la justicia social, corregir los desequilibrios territoriales, gestionar los imparables flujos migratorios, mantener la cohesión y la estabilidad en Europa.

Por ese motivo, para evitar los errores del pasado, las políticas europeas han de enfocarse en promover la inclusión y la justicia social, así como aumentar la confianza en las instituciones a través de la transparencia y la rendición de cuentas.

Además, la cooperación y la integración europeas deben fortalecerse para enfrentar los desafíos comunes. Los líderes europeos deben permanecer vigilantes y actuar proactivamente para asegurar un futuro basado en la cooperación y la resiliencia democrática, promoviendo el fortalecimiento de las instituciones democráticas, recuperar la confianza perdida de buena parte de los ciudadanos europeos y lograr mantener la estabilidad que va a permitir alejar los fantasmas del pasado, el fantasma de la República de Weimar.

Sin embargo, si las estrategias para la resiliencia democrática de las instituciones no son las adecuadas y no logran tener un impacto positivo capaz de prevenir un hipotético y quizás probable colapso democrático, similar al de la República de Weimar, el proyecto de Europa habrá fracasado con consecuencias que no queremos ni imaginar.

La resiliencia de las instituciones democráticas, la integración europea y las lecciones del pasado ofrecen una esperanza para evitar la repetición de los errores históricos.

En este sentido, es crucial que los líderes europeos trabajen juntos para abordar las causas subyacentes del descontento social y económico, promoviendo la inclusión, la justicia social y la confianza en las instituciones democráticas y, con ello, hacer frente al crecimiento de posiciones populistas y extremistas que tanto daño pueden hacer a la Europa de los próximos años.

Probabilidades de repetición de la historia.

Llegados a este punto, propongo hacer un ejercicio de política-ficción. En función de los escenarios posibles que he planteado, vemos qué probabilidad puede existir para que los fantasmas del pasado se materialicen en la Europa de los próximos diez, quince o veinte años.

Para hacer este ejercicio, vamos a centrarnos en las probabilidades de que Europa experimente eventos similares a los vividos en la República de Weimar y que llevaron al ascenso del Partido Nazi, con las consecuencias que ya todos conocemos.

Aunque es un tema abierto a debate y todo es discutible, a mi juicio creo que podemos distinguir entre cuatro rangos de probabilidad, basados en los factores de riesgo y escenarios probables que he querido remarcar en este artículo.

Baja Probabilidad (0-20%).

Este rango, el más deseable por todos, sería posible solo si se toman medidas efectivas para abordar los factores de riesgo descritos, tales como fortalecer las instituciones democráticas, promover la cohesión social y manejar las tensiones geopolíticas.

Moderada Probabilidad (20-50%).

Aquí, ya estamos contemplando una situación en la que los principales actores políticos, sociales y económicos no son capaces de abordar adecuadamente algunos factores de riesgo, permitiendo que continúe el crecimiento de partidos populistas, bien de extrema derecha como de extrema izquierda. Además, que no sean capaces de frenar una mayor polarización política y social.

Alta Probabilidad (50-80%).

En este rango entramos en un panorama mucho más preocupante. Un panorama que solo puede ser el resultado de que, queriendo que todo siga igual, nuestros políticos y la sociedad en general no seamos capaces de gestionar adecuadamente la mayoría de los factores de riesgo, todos esos fantasmas que se ciernen sobre la Europa actual, lo que nos llevaría a una inestabilidad política y social significativa en el continente. Esto sí que nos llevaría a aproximarnos peligrosamente a un escenario similar al vivido en la República de Weimar, con el riesgo que ello conlleva.

Muy Alta Probabilidad (80-100%).

Esta sería nuestra peor pesadilla, un escenario extremo que indicaría un colapso casi total de la cohesión y de la gobernabilidad en el contexto de la Unión Europea, con una polarización y radicalización masiva, haciendo casi inevitable la repetición de eventos históricos trágicos, muchos de ellos ya vividos en el pasado.

¿Y qué pasará?

No tengo la respuesta, solo especulaciones, pero, honestamente creo que nos encontramos en un espacio de cierto riesgo sobre el que debemos reflexionar y sobre los que he querido llamar la atención en este artículo.

Personalmente creo que, a fecha de hoy, basándome en las tendencias observadas y los factores de riesgo identificados, la probabilidad de repetir en Europa los mismos errores del pasado se podría situar en un rango de moderado a alto, es decir, podemos encontrarnos en un rango del 20% al 50% de probabilidades de que esto ocurra.

Evidentemente, no hay una base científica para establecer estos porcentajes, pero, sinceramente, creo que dependiendo de la respuesta que los gobiernos, políticos e instituciones europeas den a los desafíos descritos, esta realidad podría ser muy probable y, de ser así, tenemos motivos para preocuparnos.

Medidas preventivas para hacer frente a los fantasmas del pasado.

Llegados a este punto, confieso que no lo he podido evitar. Quiero compartir una serie de medidas que, a mi juicio, pueden ser determinantes para que no se repitan los mismos errores del pasado. Son las medidas que detallo a continuación.

Fortalecer y blindar las instituciones democráticas para recuperar la confianza de la ciudadanía.

Para ello, hemos de reforzar la transparencia, la rendición de cuentas y la eficiencia de las instituciones de la Unión Europea, pero también, es un proceso que ha de darse en los gobiernos nacionales y locales.

Esta es la gran asignatura pendiente de la Unión Europea, que solo se resuelve con una comunicación más eficaz y próxima al ciudadano. Aplicar pedagogía de hoy con las herramientas y la tecnología de hoy, así como con la que está por venir, me refiero a la inteligencia artificial. Es la única forma de protegernos de quienes quieren desestabilizar el modelo democrático y de gobierno que nos hemos dado.

Promoción de la cohesión social en una Europa más justa e inclusiva.

Sin lugar a duda, es una cuestión realmente compleja porque, en este tema, nuestros dirigentes políticos, económicos y sociales han de estar por encima de planteamientos ideológicos os dogmáticos.

Es difícil, pero creo que no imposible. Europa ha de dar un paso más allá de lo que ha hecho hasta ahora para implementar políticas realmente efectivas que reduzcan las desigualdades económicas y sociales, que den respuesta a una inmigración ordenada que compense el creciente envejecimiento poblacional y dé sostenibilidad a nuestro modelo de sociedad del bienestar.

Hablamos de políticas que fomenten la inclusión y sean capaces de combatir la discriminación.

Promover una educación en valores europeos y conciencia cívica.

Para el futuro de Europa es urgente aumentar la educación cívica y la conciencia histórica para evitar la manipulación y la propaganda extremista, más allá de nacionalismos que no van a ninguna parte. Tomar medidas eficaces encaminadas a fomentar la defensa de un modelo justo de sociedad.

Se trata de una apuesta a largo plazo en la que debe de existir un auténtico consenso institucional en el seno de la Unión Europea y en la que han de estar implicados todos sus países miembros.

Más diálogo y diplomacia internacional.

En esto no hay ciencia, no nos queda otra que hablar, hablar y seguir hablando.

Desde el respeto, los diferentes hemos de ser capaces de entendernos, de llegar a consensos por el bien de todos.

Europa ha de redefinir cuál quiere ser su papel en el mundo. Ha de fortalecer las alianzas internacionales y reforzar los esfuerzos diplomáticos para manejar las tensiones geopolíticas y prevenir conflictos.

En este sentido, la guerra en Ucrania va a ser un factor clave porque, la forma en que la diplomacia europea contribuya a resolver este conflicto así será el futuro que le espera a la nueva Europa.

Regulación de las redes sociales y de la inteligencia artificial.

Sé que estamos ante un tema sumamente complejo y que no podemos “poner puertas al campo” pero, aunque la tecnología avance a pasos agigantados, sin que las sociedades y las instituciones sean capaces de adaptarse al mismo ritmo.

Europa ha de ser capaz de afrontar los desafíos que representan las redes sociales y la inteligencia artificial porque, más allá de establecer algún tipo regulación, no podemos permanecer como meros espectadores mientras, quienes quieren desestabilizar nuestras instituciones e influir en la sociedad, utilizan sin control estas plataformas y esta tecnología para alcanzar sus objetivos.

Es por eso por lo que, desde el más absoluto respeto a la libertad, han de implementarse regulaciones específicas encaminadas a combatir la desinformación, el uso malintencionado de las redes sociales y de la inteligencia artificial por parte de actores extremistas.

Todo depende de cómo sepamos gestionar los fantasmas del pasado.

La sombra de la historia se cierne sobre la Europa actual. Los fantasmas del pasado, en forma de populismo y extremismo de derecha, resurgen y evocan inquietantes paralelismos con la República de Weimar, preludio del nazismo. Si bien la historia no se repite exactamente, las lecciones del pasado son invaluables para comprender los riesgos del presente.

Como he querido plantear en este artículo, existen similitudes preocupantes entre el escenario actual en Europa y la situación de la República de Weimar antes del ascenso del Partido Nazi. La desconfianza en las instituciones, el descontento social y económico, y la polarización política son elementos que comparten ambos contextos históricos, creando un terreno fértil para el populismo y el extremismo.

Sin embargo, también hay diferencias significativas que podrían influir en el resultado. La Europa actual cuenta con un marco institucional más sólido, una memoria histórica más robusta y una mayor interdependencia global que la República de Weimar. La Unión Europea, como institución, representa un factor clave en este sentido, ofreciendo un marco diferente que puede ayudar a evitar la repetición de los errores del pasado.

La comprensión de nuestra historia es fundamental para prevenir que los fantasmas del pasado se repitan. La memoria histórica nos permite identificar los errores cometidos y aprender de ellos para construir un futuro mejor. En este sentido, la educación cívica y la conciencia histórica son herramientas fundamentales para construir un futuro basado en la tolerancia, la inclusión y la resiliencia democrática.

Solo la comprensión de nuestra historia, el fortalecimiento de las instituciones europeas y una mayor interdependencia global son factores que podrían ayudar a mitigar el riesgo de un colapso similar al ocurrido en la República de Weimar.

Pero, además de la memoria histórica, la acción proactiva por parte de los líderes europeos es crucial para proteger la Europa de los derechos y del bienestar que hemos logrado construir tras la Segunda Guerra Mundial. Es necesario que surjan nuevos líderes capaces de confrontar la corriente populista y de extrema derecha, defendiendo los valores democráticos y promoviendo la cohesión social.

En última instancia, el destino de Europa dependerá de su capacidad para aprender de la historia, adaptarse a los nuevos desafíos y promover un futuro basado en la cooperación, la inclusión y la resiliencia democrática. Otra cuestión es si esta nueva corriente política populista y de extrema derecha lo va a permitir y, hasta qué punto, va a ser capaz de tensar la sociedad europea durante los próximos cinco, diez o veinte años.

La responsabilidad recae en los líderes y ciudadanos europeos, quienes deben trabajar juntos para combatir el populismo y los extremismos, establecer medidas para promover la tolerancia y educar a las nuevas generaciones sobre los peligros del extremismo.

Nos enfrentamos ante un futuro incierto y, aunque buena parte de la responsabilidad de evitar los errores del pasado recaerá en las nuevas generaciones, dese ya, cada uno de nosotros puede contribuir para disipar estas incertidumbres.  

El futuro de Europa no está escrito. Es un camino que se debe construir con determinación y responsabilidad, tomando como guía las lecciones del pasado y los valores de la democracia, la libertad y la justicia. Solo así se podrá exorcizar definitivamente los fantasmas del pasado y construir una Europa más fuerte, unida y próspera para las generaciones venideras.

Fotos: Imágenes generadas con IA.

EUROPA: EL PODER DE UNA MINORÍA.

Mi análisis de las Elecciones Europeas 2024. Segunda parte.

Continuando con esta serie de artículos que me he propuesto compartir a modo de reflexión a partir de los resultados de las últimas elecciones al Parlamento Europeo, les invito a compartir esta nueva entrega.

En mi primera entrega, realicé un breve resumen de los resultados de las últimas Elecciones al Parlamento Europeo 2024, reflexionando sobre los datos de participación y las consecuencias que pueden tener para el futuro a corto plazo en la política de la Unión Europea en la nueva legislatura. De forma especial, hice hincapié en intentar profundizar en los factores que pueden haber contribuido al auge de los partidos populistas y de extrema derecha en Europa, principalmente de ámbito socioeconómico, político y cultural.

En esta segunda entrega, les invito a explorar los efectos que puede tener la irrupción del voto joven en estas elecciones, así como el incremento de sus preferencias por partidos políticos de corte populista y de extrema derecha, una circunstancia que no es ajena a la mayoría de los países miembros de la Unión Europea.

La incidencia de los electores jóvenes en las elecciones al Parlamento Europeo de 2024.

La participación de los jóvenes en las elecciones al Parlamento Europeo de 2024 es y será un tema de sumo interés que requerirá un análisis más profundo. No obstante, si bien aún no contamos con datos suficientes, me gustaría analizar esta cuestión a partir de su comportamiento en elecciones pasadas y llegar a alguna conclusión sobre cuál podría haber sido su comportamiento en estas últimas elecciones.

Lo que sí sabemos es que, que hubo un aumento de la participación juvenil en las elecciones de 2019.Ese aumento se tradujo en un aumento del 50% en la participación del electorado más joven en comparación con las elecciones del año 2014. Sin embargo, este incremento no fue uniforme en toda Europa. Por ejemplo, en Francia, la participación de los jóvenes fue significativamente menor que en países como Dinamarca, Alemania y Bélgica, donde la participación juvenil osciló entre el 60% y el 90%.

Por otra parte, en aquellas elecciones de 2019, se observó una tendencia notable hacia partidos políticos que abordan directamente las preocupaciones más urgentes de los jóvenes, como el cambio climático, las condiciones laborales y la representación democrática. Los partidos verdes y de izquierda encontraron un apoyo considerable entre los votantes jóvenes, quienes buscan políticas más progresistas y sostenibles. No obstante, en ese entonces ya se vislumbraba que los partidos populistas y de extrema derecha también comenzaban a captar la atención de muchos de estos jóvenes europeos.

Y en este contexto, surge la pregunta: ¿han continuado estas tendencias en los últimos cinco años? ¿Se han mantenido las preferencias electorales del electorado más joven?

Para intentar dar respuesta a estos dos interrogantes, quisiera comenzar compartiendo los datos de la pirámide de población europea más actualizada que nos ofrece Eurostat, correspondiente al año 2023.

Análisis de la pirámide de población de Eurostat (2023).

Todos sabemos que nuestra estructura demográfica presenta un notable envejecimiento de la población. La pirámide poblacional tiene una base más estrecha y se ensancha en las edades avanzadas, lo que indica una menor proporción de jóvenes y un aumento de la población mayor de 65 años. En este contexto, me surge la siguiente reflexión: ¿qué sucede si los electores más jóvenes acuden a votar mientras que los de mayor edad se abstienen?

Según Eurostat, la población de la UE en 2023 era de alrededor de 448,8 millones de personas, con una edad promedio de 44,5 años. Más de una quinta parte de la población, el 21,3%, tiene 65 años o más. Entonces, siendo esto así, vuelvo a replantear mi pregunta, si los electores de mayor edad han participado en las elecciones, ¿cómo ha sido su comportamiento de voto? ¿Han votado mayoritariamente por los partidos tradicionales?

También según datos de Eurostat, en 2023, la población de la Unión Europea entre 18 y 35 años, aunque decreciente, sigue representando una parte significativa de la estructura demográfica. El grupo de edad de 20 a 34 años constituye aproximadamente el 20% de la población total de la Unión Europea. En este contexto, surgen nuevas interrogantes: ¿estos electores entre 18 y 35 años acudieron a votar o se abstuvieron? Y, en caso de haber votado, ¿por qué partido se inclinaron? ¿Acaso lo hicieron por formaciones políticas populistas o de extrema derecha?

La influencia de un grupo minoritario.

Sin entrar en detalle sobre los aspectos más relevantes en este grupo de electores más jóvenes de la Unión Europea, en lo que respecta a factores demográficos como su distribución por género y edad, aspectos como su educación, independencia económica o empleo, así como su cada vez mayor movilidad dentro del territorio de la Unión Europea, sí quiero confortar la idea de que, quizás, este grupo «minoritario» de electores sea el que ha condicionado el resultado final de las elecciones al Parlamento Europeo de 2024 y, con su voto, puede que haya condicionado lo que será la Unión Europea a corto, medio y largo plazo.

Lo cierto es que aún no contamos con datos exactos sobre la participación de la franja de edad de 18 a 35 años en las elecciones europeas de 2024, ya que las elecciones se celebraron entre el 6 y el 9 de junio de 2024. Será necesario esperar a la publicación de los resultados oficiales y los análisis poselectorales que realiza Eurostat y otros organismos.

Sin embargo, lo que sí sabemos es que, en las elecciones al Parlamento Europeo de 2019, la participación de los jóvenes de 18 a 24 años aumentó en comparación con años anteriores, aunque seguía siendo más baja que la participación de los grupos de mayor edad. Según los datos proporcionados por el Parlamento Europeo, la participación de este grupo de edad fue del 42%, lo que representó un incremento notable respecto al 28% registrado en las elecciones de 2014.

Este aumento de la participación se analizaba entonces como resultado de un aumento de la conciencia y la participación de los jóvenes en el proceso electoral. Sin embargo, pocos analizaron en ese momento si se apreciaban ciertas preferencias de este electorado hacia formaciones políticas populistas o de extrema derecha. Ahora es necesario realizar este análisis y reflexión.

Por lo tanto, para tener una idea sobre cuál ha podido ser la participación de los jóvenes en las elecciones al Parlamento Europeo de 2024, a partir de los datos publicados y encuestas realizadas por el Parlamento Europeo y Eurostat, presento esta gráfica con la participación de los jóvenes de 18 a 24 años en las elecciones de 2019 por países miembros de la Unión Europea. Cabe destacar que este grupo de jóvenes, en las elecciones de 2024, se encuentra en la franja de edad de 23 a 29 años.

Participación e influencia de los electores más jóvenes.

Esta fue la participación en el año 2019 y, suponiendo que haya sido muy similar en junio de 2024, seguro que estos datos nos ayudan a entender, país por país, qué posible binomio han conformado los jóvenes y los partidos populistas y de extrema derecha.

Lo que sí es un hecho, al menos hasta el año 2019, es que la participación de los votantes jóvenes en los partidos populistas y de extrema derecha ha mostrado una tendencia al alza elección tras elección.

En las elecciones al Parlamento Europeo del año 2009, los partidos populistas y de extrema derecha ya comenzaban a ganar terreno. Sin embargo, el apoyo de los jóvenes no era tan significativo como lo sería a partir de las elecciones del año 2014. En estas últimas elecciones, hubo un notable incremento en el apoyo juvenil a los partidos populistas de derecha en varios países europeos. Por ejemplo, el Frente Nacional (ahora llamado Reagrupamiento Nacional) en Francia y el Partido de la Libertad de Austria experimentaron un aumento en sus bases de votantes jóvenes.

En las elecciones del año 2019, la participación de los jóvenes en partidos populistas y de extrema derecha experimentó un continuo ascenso. En Francia, se estima que el 32% de los jóvenes de 18 a 25 años mostraban su preferencia por el partido Reagrupamiento Nacional. En Alemania, el 14.5% de los jóvenes de 14 a 29 años apoyaba a Alternativa para Alemania (AfD). En Bélgica, el partido Vlaams Belang recibió un notable apoyo juvenil, especialmente entre los hombres jóvenes (se estima que llegó a alcanzar hasta un 32% de apoyos).

Entonces, ¿nos extrañan los resultados electorales al Parlamento Europeo 2024 en estos tres países?

Un resultado y una tendencia.

Teniendo en cuenta que se trata de resultados aún preliminares, este ha sido el resultado en cada uno de estos países. Me ha parecido oportuno, por su relevancia, incorporar los datos de Francia e Italia.

  • Alemania: Alternativa para Alemania (AfD): 15 escaños (15,9%). Ha incrementado 6 escaños.
  • Bélgica: Interés Flamenco (VB): 3 escaños (14,5% de votos).
  • Austria: El Partido de la Libertad de Austria (FPÖ): 6 escaños (25,4% de votos). Ha incrementado 3 escaños.
  • Francia: La Agrupación Nacional (RN), liderada por Marine Le Pen: 30 escaños (31,4% de votos). Ha incrementado 12 escaños.
  • Italia: Hermanos de Italia (FdI), liderado por Giorgia Meloni: 24 escaños (28,8% de votos). Ha incrementado 14 escaños. También tenemos a La Liga, de Salvini: 8 escaños (9% de votos). Ha perdido 14 escaños.

Sin lugar a duda, estos resultados reflejan una tendencia mucho más amplia en toda Europa, donde los partidos de derecha y populistas han ganado terreno, como se observa en varios estados miembros. Este cambio señala una transformación profunda en el paisaje político dentro de la Unión Europea.

Aún es pronto para responder a todas estas preguntas con datos exactos. Habrá que esperar algún tiempo. Sin embargo, lo que sí podemos hacer es, en mi caso, una aproximación muy personal a esta cuestión: ¿y si el futuro de Europa estuviera en manos de una minoría, la de los más jóvenes?

Quizás sea esta pregunta ya se la formularon hace tiempo las formaciones políticas populistas y de extrema derecha. No solo se la han formulado, sino que han encontrado su respuesta. Una respuesta que pasa por un concepto muy simple y conocido por todos: la propaganda, pero adaptada a los nuevos tiempos.

Y con esto enlazo con el otro elemento sobre el que hemos de reflexionar a la hora de analizar los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo 2024: la utilización de la inteligencia artificial en este proceso electoral por parte de estas formaciones políticas.

Hasta aquí esta segunda reflexión. Una vez más, quiero agradecerles su interés y les invito a una próxima entrega.

Fotos: Imágenes generadas con IA.

EUROPA: PUNTO Y SEGUIDO.

Mi análisis de las Elecciones Europeas 2024. Primera parte.

Las elecciones al Parlamento Europeo de 2024 han marcado un punto de inflexión en la política europea, reflejando cambios significativos en el panorama político y, dados los previsibles y hasta casi habituales datos de participación, un menor compromiso de los ciudadanos con el proceso democrático o, por lo menos, cierta indiferencia por lo que, en verdad, nos estábamos jugando en estas últimas elecciones del nueve de junio.

Tras los resultados, han sido muchos los análisis de todo tipo que, de algún modo, han querido explicar lo que ha ocurrido y que, no por sorpresivos, más allá de las encuestas, eran bastante previsibles.

En mi caso, como suelo hacer tras finalizar una campaña, pasado unos días, suelo reflexionar sobre aquello que más me ha llamado la atención o la experiencia vivida, pero, en este caso, mi reflexión quizás sea más una preocupación.

Se trata de una preocupación que no es nueva. Ya hace cinco años, en julio del año 2019, escribía un artículo titulado «Política: Mediocridad o Excelencia», en el que reflexionaba sobre el deterioro de la política y el creciente desinterés de los ciudadanos, una situación que, en la actualidad, lo vemos como algo «normal», cuando en verdad no es nada «normal».

Entonces planteaba que la política había dejado de escribirse en MAYÚSCULAS y, visto el resultado de lo vivido en esa última campaña de las elecciones europeas, no andaba demasiado equivocado.

Pues bien, dicho esto, en este mi análisis de las elecciones al Parlamento Europeo de 2024, objeto de esta publicación, quiero centrarme en tres aspectos que, coincidiendo con la opinión de otros analistas, son probablemente los más relevantes y preocupantes de los resultados de estas elecciones.

Y lo haré compartiendo una serie de artículos en los que abordaré mis propuestas para la reflexión en tres entregas independientes, cada una enfocada en un aspecto específico.

En esta primera entrega, intentaré profundizar en los factores que, a mi juicio, han contribuido al auge de los partidos populistas y de extrema derecha en Europa. Analizaré las condiciones socioeconómicas, políticas y culturales que han creado un caldo de cultivo favorable para estas ideologías.

Estos tres elementos para la reflexión los estructuraré en tres artículos que iré compartiendo en diferentes entregas.

En este artículo intentaré profundizar en los factores que han impulsado el crecimiento de los partidos populistas y de extrema derecha.

En la segunda entrega, exploraré la participación y las preferencias de los jóvenes votantes en relación con estas formaciones políticas. Examinaré las razones que motivan a los jóvenes a apoyar a estos partidos y las implicaciones de este fenómeno para el futuro de la democracia en Europa.

En la tercera entrega, me centraré en el impacto que ha tenido la inteligencia artificial (IA) en las últimas elecciones y en las nuevas dinámicas que ha generado. Evaluaré cómo la IA ha sido utilizada por los partidos populistas y de extrema derecha para difundir sus mensajes y movilizar a sus bases electorales.

Eso sí, dejo para un artículo aparte, haciendo uso de lo que podría ser un ejercicio de “política ficción”, realizaré una profunda reflexión sobre los posibles escenarios futuros que podrían derivarse de estos resultados electorales. Exploraré posibles escenarios futuros que, a mi juicio, podrían complicar la estabilidad de Europa si no se toman las medidas adecuadas para abordar el auge de los populismos.

Resultados de las Elecciones al Parlamento Europeo 2024.

Como primera aproximación decir que, como es conocido, en este tipo de elecciones suele haber una baja participación electoral, pero en esta ocasión, en España ha sido realmente preocupante, pasando del 60,72% del año 2019 al 49,21%. Es decir, una caída de ni más ni menos que 11,51 puntos.

Un dato que ilustra a la perfección lo que ha ocurrido en estos últimos cinco años y que, en parte, tiene que ver con aquellos aspectos que ya mencionaba en mi artículo de julio de 2019.

Pero, aunque esto sea así en términos generales, uno de los aspectos más destacados de estas elecciones ha sido el aumento en la participación ciudadana en el conjunto de los países de la Unión Europea. Según los datos que tenemos a la fecha, la participación se ha situado en el 51,08%, frente al 50,66% del año 2019. Sin embargo, para ser francos, un incremento de 0,42 puntos tampoco es algo para estar demasiado contentos, aunque no es el 42,61% del año 2014 o el 42,97% del año 2009.

Aunque no voy a entrar en detalle en las cifras, lo que sí me ha resultado llamativo, aunque no me ha extrañado, es que ha habido una mayor movilización de los votantes jóvenes, que ha sido generalizada en la mayor parte de los países de la Unión Europea, especialmente en aquellos países donde los partidos políticos populistas o de extrema derecha han tenido un resultado relevante. Una circunstancia de la que hablaré más adelante y donde hemos asistido a campañas electorales mucho más efectivas en el ámbito de estas formaciones políticas y ligadas a esa combinación perfecta que ha sido: polarización extrema, redes sociales e inteligencia artificial.

El auge de los partidos populistas y de extrema derecha.

Pasemos ahora a lo que considero el aspecto más destacado y que guarda una estrecha relación con el título de este artículo: el auge de los partidos de corte populista y de extrema derecha.

Entre los factores que pueden explicar su crecimiento, y en los que coincidirán conmigo, se encuentran varios elementos clave que reflejan ciertas tendencias y preocupaciones socioeconómicas en todo el continente. A mi juicio, estos son los que detallo a continuación:

(1) Descontento Económico y Social.

Muchos ciudadanos europeos se sienten abandonados por las políticas tradicionales y los partidos establecidos, percibiendo una falta de respuesta adecuada a sus problemas económicos cotidianos. Esta situación ha reavivado el clásico debate entre Macroeconomía y Microeconomía, donde las grandes cifras no siempre se traducen en mejoras tangibles para el ciudadano común. El descontento es especialmente patente en regiones afectadas por la desindustrialización, zonas agrícolas perjudicadas por el cambio climático, y áreas que aún sufren las consecuencias de la última crisis financiera. En estos lugares, el desempleo, los costes de la vivienda, de la cesta de la compra y la precariedad laboral son elevados. Los partidos populistas han sabido capitalizar este descontento, prometiendo cambios radicales y una mayor atención a las necesidades de la población local. Sin embargo, estas promesas no distan mucho de las estrategias que, en otros periodos históricos, ya han demostrado ser poco efectivas.

(2) Crisis migratoria y temas de seguridad no resueltos.

Sea o no de nuestro agrado, la crisis migratoria continúa siendo un tema candente en Europa, y los partidos populistas de derecha han capitalizado la preocupación pública sobre la inmigración y la seguridad. Una vez más, han demostrado su astucia al aplicar y actualizar las viejas estrategias presentes en el manual de campaña de estas formaciones políticas. La culpabilización del «otro» siempre ha sido una táctica efectiva. En este sentido, estos partidos no solo promueven políticas más estrictas de control fronterizo y deportación, argumentando que son necesarias para proteger la identidad y la seguridad nacional, sino que su mensaje ha resonado entre muchos ciudadanos europeos. Un mensaje que, si bien suele funcionar en otras latitudes, también ha calado hondo en el corazón de la vieja Europa. Basta con observar los resultados en países como Italia, Francia, Alemania o los Países Bajos.

(3) El escepticismo y la oposición a las políticas de la Unión Europea.

Ya sé que es un clásico, elección a elección. Aunque resulte increíble, como nuevamente ha quedado demostrado en estas elecciones europeas, nos encontramos ante una de las asignaturas pendientes y no resuelta de la Unión Europea.

El creciente escepticismo hacia la Unión Europea y sus políticas ha sido, una vez más, otro factor crucial y determinante de estos resultados.

Muchos votantes perciben que la Unión Europea es demasiado burocrática y distante, imponiendo políticas sin considerar las realidades locales. Los partidos populistas han utilizado este sentimiento para promover una agenda euroescéptica, proponiendo la recuperación de la soberanía nacional y la reducción de la influencia de la Unión Europea en los asuntos internos de los Estados miembros.

(4) Reacción en contra de las políticas ambientales.

La resistencia a las políticas ambientales de la Unión Europea, aunque nos resulte incomprensible, también ha jugado un papel significativo en el resultado de estas elecciones.

Las medidas propuestas para combatir el cambio climático, si bien cuentan con el apoyo de muchos, han encontrado oposición entre quienes las ven como una carga económica, especialmente en sectores como la agricultura y la pesca.

Los partidos populistas han prometido frenar estas políticas, ganando apoyo entre los votantes que se sienten perjudicados por ellas, pero, contra todo pronóstico, también entre el electorado más joven, un sector que, según todos los estudios, estaba más concienciado con estos temas. Sin embargo, a tenor de los resultados electorales, parece que este compromiso no es tan fuerte como se pensaba.

(5) La fragmentación y el declive de los partidos tradicionales.

Nos encontramos ante una realidad en ebullición, fruto de un proceso lento que se ha ido gestando durante años. Un patrón recurrente en la historia Europa.

Este fenómeno no es nuevo. Se trata de una realidad que se ha ido gestando poco a poco. Lo hemos presenciado en estas elecciones europeas, pero también en los diversos procesos electorales nacionales que se han desarrollado en los últimos cinco años. La fragmentación del panorama político y el declive de los partidos tradicionales han facilitado el ascenso de los populismos.

Tampoco es nuevo que esta situación se repita una vez más en suelo europeo. La incapacidad de los partidos tradicionales para formar coaliciones estables y responder a las preocupaciones de los votantes ha impulsado una mayor fragmentación y ha creado un espacio político más favorable para los partidos populistas.

Esta tendencia se ha observado en casi todos los estados miembros de la Unión Europea, pero ha sido particularmente evidente en países como Francia y Alemania, donde los partidos de centro, conservadores o moderados han perdido terreno frente a sus contrapartes más radicales.

Y, en el ámbito de los partidos de izquierda, la situación es similar. La socialdemocracia ha experimentado un serio revés en la mayoría de los países de la Unión Europea, excepto en algunos como Suecia, Rumanía o Portugal, donde parece resistir. Sin embargo, los partidos políticos más a la izquierda de la socialdemocracia parecen sumidos en un proceso de fragmentación imparable.

Lo mismo podría decirse de los partidos verdes. Si bien tuvieron su momento de auge, estas elecciones han supuesto un severo revés para ellos en muchos Estados miembros de la Unión Europea.

Un panorama incierto y lleno de desafíos.

Una vez vistos los factores que, a mi juicio, han contribuido al extraordinario resultado de los partidos políticos populistas o de extrema derecha, ¿cuál puede ser su impacto en la política europea?

Por lo pronto, han supuesto un adelanto por sorpresa de las elecciones legislativas en Francia. Un movimiento del actual presidente, Emmanuel Macron, que muchos consideran temerario o de alto riesgo. También nos hemos sorprendido con la dimisión del primer ministro belga, Alexander De Croo.

Nos queda por ver cómo se organizarán las distintas familias políticas en el nuevo Parlamento Europeo y qué poder de facto pueden llegar a alcanzar las fuerzas populistas y de extrema derecha. También nos queda por ver si finalmente se materializará una alianza entre conservadores, socialdemócratas y liberales que permita un gobierno posible para la Unión Europea y si Ursula von der Leyen continuará como presidenta de la Comisión Europea y cómo será el reparto de los distintos comisarios.

Tenemos también un elemento que merece especial consideración: la nueva composición del Parlamento Europeo va a coincidir con la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea que ejercerá Hungría, con la presencia de Viktor Orbán, primer ministro de Hungría.

Pero más allá de estas cuestiones, los interrogantes surgen en torno a cómo impactará la notable presencia de los partidos populistas y de extrema derecha en la composición del Parlamento Europeo y el impacto que van a tener en la política europea. Porque de lo que sí estoy seguro es que, aunque aún es pronto para asegurarlo, terminarán por influir en la agenda legislativa y en las decisiones políticas que puedan tomarse en los próximos cinco años.

Si ya la polarización política es una realidad, la mayor presencia de estas formaciones políticas conllevará un aumento aún mayor, ya que, como veremos más adelante, constituye una pieza clave para consolidar su crecimiento. Y qué mejor escaparate que las instituciones europeas. Tienen una notable presencia y lo harán saber.

Además, esta polarización política prácticamente ya ha sido asumida por los partidos tradicionales en sus discursos. Una corriente que, si estos partidos tradicionales la adoptan, bien podría llevarlos a radicalizar sus posturas políticas, lo que generaría un mayor desapego de los ciudadanos con la política, aumentaría la abstención y contribuiría a crear las condiciones en las que, precisamente, las formaciones populistas y de extrema derecha tienen las condiciones óptimas para seguir creciendo.

Y lo más importante, con toda seguridad condicionarán cierto cambio en las prioridades de la política europea, con un enfoque dirigido hacia asuntos relacionados con la identidad nacional en detrimento del impulso de una mayor integración europea. Habrá tensiones en materia de inmigración, recorte o ralentización de ciertos avances en derechos sociales, cambios significativos en materia de seguridad, así como en política exterior y alianzas con terceros países o la incorporación de nuevos miembros de la Unión Europea.

En definitiva, el nuevo escenario político europeo presenta un panorama incierto y lleno de desafíos. La notable presencia de partidos populistas y de extrema derecha en el Parlamento Europeo obligará a un replanteamiento de las estrategias y prioridades de la Unión Europea. Queda por ver cómo se articularán las fuerzas políticas y qué tipo de alianzas se formarán para hacer frente a los retos que se avecinan.

Es importante destacar que este análisis se basa en una observación inicial de los resultados electorales y que, con el paso del tiempo y la toma de decisiones políticas concretas, la situación podría evolucionar de manera diferente. No obstante, lo que sí parece claro es que la irrupción de estas fuerzas políticas en el escenario europeo marca un antes y un después, y que su impacto en la política europea será significativo en los próximos años.

Las urnas han hablado.

Sin duda alguna, las elecciones al Parlamento Europeo de 2024 han sido un reflejo de importantes cambios en la política europea, caracterizados por una menor participación ciudadana y un notable ascenso de partidos populistas y de extrema derecha. Este fenómeno puede atribuirse a diversos factores, entre ellos el descontento económico y social, la crisis migratoria, el escepticismo hacia las políticas de la Unión Europea, la reacción en contra de las políticas ambientales y la fragmentación de los partidos tradicionales. Estos partidos han sabido capitalizar el descontento ciudadano, utilizando la polarización extrema, las redes sociales y la inteligencia artificial para movilizar a los votantes, especialmente a los jóvenes.

Bien, esta ha sido mi primera reflexión. Quiero agradecerles su interés y los invito a una próxima entrega en un próximo artículo.

Fotos: Imágenes generadas con IA.