2024: UN DEBATE PARA LA HISTORIA.

Análisis del primer debate televisado entre los candidatos presidenciales Joe Biden y Donald Trump en CNN.

Finalmente, el tan esperado primer enfrentamiento electoral entre el presidente en ejercicio Joe Biden y el expresidente Donald Trump tuvo lugar.

Debate celebrado en los estudios de la CNN de Atlanta, moderado por Jake Tapper y Dana Bash y que, más allá del propio interés de los ciudadanos norteamericanos, ha sido seguido, textualmente, por medio mundo.

Un interés derivado de un contexto de “desorden mundial”, en que importa, y mucho, quién va a ser el próximo inquilino de la Casa Blanca.

Lo primero que podemos decir es que hemos asistido a un debate en el que los candidatos, no solo tuvieron la oportunidad de exponer sus políticas y responder con propuestas concretas a los problemas críticos a los que se enfrentan los ciudadanos norteamericanos, sino que hemos asistido a la constatación del punto al que hemos llegado como sociedades democráticas.

Ha sido la constatación de cómo una democracia tan consolidada como es la norteamericana y que se ha convertido en el espejo del “nivel político” que impera en buena parte de nuestro planeta y que, entre todos, hemos contribuido a crear.

Pero vayamos por partes. Veamos punto por punto lo que, quizás sea lo más destacado en este debate que ha marcado un antes y un después en esta campaña. Un debate para la historia.

¿CUÁLES HAN SIDO LOS TEMAS PRINCIPALES DEL DEBATE?

1. Políticas económicas e impuestos.

Uno de los temas principales discutidos fue la economía, donde, como era de esperar, ambos candidatos presentaron visiones marcadamente diferentes. Trump, en su discurso populista, exagerado y efectista, acusó a Biden de querer «cuadruplicar» los impuestos. Lo cierto es que Biden aclaró, sin demasiado entusiasmo, que su propuesta es la de aumentar los impuestos solo en un 7% durante la próxima década, enfocándose en los estadounidenses más ricos y las grandes corporaciones. Hizo hincapié en la necesidad de un sistema tributario equitativo para apoyar la estabilidad económica y el crecimiento, en contraste con el énfasis que puso Trump en los recortes de impuestos implementados durante su administración, que, según él, son esenciales para la creación de empleo y la expansión económica.

2. Inmigración.

Aquí otro asunto que, si bien era esperado, no por ello menos polémico. Aunque en el fondo ambos candidatos comparten una misma filosofía, lo cierto es que presentaron puntos de vista opuestos. Biden destacó la disminución de los cruces fronterizos ilegales, atribuyéndola a los esfuerzos diplomáticos con el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador. Defendió las políticas migratorias de su administración, centrándose en el trato humano y la gestión eficaz de las fronteras.

Por su parte, Trump utilizó su retórica habitual para presentar la inmigración ilegal como una amenaza importante. Un discurso similar al que han asumido muchos líderes y formaciones políticas de extrema derecha en Europa, y que, según ellos, les está dando buenos resultados. En este caso, de forma engañosa, Trump hizo varias declaraciones en el debate sobre el impacto de la inmigración, no solo en aspectos de seguridad ciudadana, sino también en la seguridad social y la disponibilidad de empleo para los ciudadanos estadounidenses.

3. Atención sanitaria.

Una vez más, se constata que, si bien hubo un amplio debate, la atención sanitaria sigue siendo una asignatura pendiente. Biden criticó el enfoque de Trump respecto de la Ley de Atención Sanitaria Asequible (ACA), acusándolo de querer desmantelarla. Destacó los esfuerzos de su administración por reducir los precios de los medicamentos recetados y ampliar la cobertura sanitaria. En cambio, Trump prometió hacer que la ACA sea «mucho mejor, más fuerte y mucho menos costosa», pero, más allá de esta declaración, no proporcionó detalle alguno sobre cómo lograr estas mejoras.

4. Aborto.

Otro tema complejo en el que las posiciones de los dos candidatos marcaron sus diferencias ideológicas más amplias, poniendo de relieve la profunda división que existe sobre este tema en la sociedad. Biden abogó por los derechos reproductivos de las mujeres, advirtiendo que las políticas de Trump restringirían severamente estos derechos. En cambio, Trump se posicionó como un defensor de los valores tradicionales, sin entrar en detalles sobre cómo conciliaría su postura con el derecho al aborto.

5. Política exterior.

Quizás, junto con la economía y la inmigración, la política exterior sea el tema que más pueda afectar a los ciudadanos del resto del mundo. En este tema, el debate reveló diferencias significativas en los enfoques de cada candidato.

Biden enfatizó una estrategia «equilibrada» hacia China, combinando sanciones económicas con esfuerzos diplomáticos. Como era de esperar, reiteró el apoyo a Ucrania en su conflicto con Rusia, destacando la importancia de alianzas internacionales como la OTAN. Por su parte, Trump marcó una postura de política exterior fuertemente aislacionista, criticando el enfoque de Biden hacia China por ser demasiado indulgente y sugirió reevaluar el apoyo financiero a Ucrania.

Sobre el otro frente abierto de conflicto, en Medio Oriente, Biden defendió las políticas implementadas por su administración y los esfuerzos diplomáticos para alcanzar la paz y la estabilidad en la zona. En cambio, Trump criticó fuertemente las políticas y acciones de Biden en el conflicto israelo-palestino, elogiando el éxito de su administración con los Acuerdos de Abraham.

¿CUÁLES HAN SIDO LAS PRIMERAS REACCIONES DEL DEBATE?

En un debate que duró unos 90 minutos, podemos concluir que, finalmente, lo que trascendió no fueron las propuestas y los temas sobre los que ambos candidatos tuvieron la oportunidad de debatir. Lo que ha trascendido en todos los medios y en los análisis posteriores al debate ha sido más el «continente» que el «contenido». Es decir, la edad, el estado físico y de salud de ambos candidatos, en especial de Joe Biden, así como el impacto que esto pueda tener en el electorado tras este debate. Pero, junto a estas dos reacciones iniciales, yo añadiría una tercera, que es el resurgir del nombre de Michelle Obama como posible alternativa de los Demócratas en el caso de que Biden se viera forzado a retirarse de la carrera electoral tras los efectos de este debate en la campaña.

1. El factor edad y estado físico/salud de los candidatos.

Si bien este es un tema del que se viene hablando desde hace tiempo, en este debate ha quedado expuesto, en directo, ante millones de votantes norteamericanos. Buena parte, por no decir la mayoría, de las reacciones post debate se han centrado en las edades de Joe Biden, de 81 años, y Donald Trump, de 78, temas de conversación destacados durante y después de este primer debate presidencial.

Tras ver las principales reacciones y evaluaciones sobre esta cuestión, las inquietudes y críticas se han centrado principalmente en la figura de Joe Biden, en ciertos deslices verbales, una debilidad física que resultó más que evidente y cierta vulnerabilidad para el desempeño de sus funciones como presidente y su capacidad para implementar sus propuestas políticas.

Lo cierto es que, antes del debate, en el seno de las filas demócratas, existía mucha preocupación sobre la edad de Biden, en especial por si cometía algún desliz verbal o parecía físicamente fatigado.

Pues bien, en cierta forma, Joe Biden logró hacer todo lo posible por mantener la compostura, pero lo cierto es que, tras el debate, los demócratas tienen motivos para estar más preocupados.

Por su parte, Donald Trump no tuvo que esforzarse demasiado para evidenciar lo que los espectadores podían ver en la televisión. Aunque solo les separan tres años, Trump logró mostrarse un poco más joven y capaz de cumplir su mandato sin que la edad o su condición física pudiera ser un obstáculo para ello. Sus problemas de salud pasados ​​y el estrés de sus batallas legales en curso pasaron a un segundo plano.

La estrategia del equipo de Biden se centró en intentar proyectar una imagen serena y estable para contrarrestar las preocupaciones sobre su edad y minimizar el temor de los votantes sobre su capacidad para manejar las exigencias de la presidencia.

Por su parte, el enfoque dado por Trump ha sido confiar en que su mejor aliado de campaña es precisamente el propio Biden y su edad. Una estrategia centrada en evidenciar en el propio debate la vulnerabilidad política de Biden, enfatizando su percepción de declive en la agudeza verbal y vitalidad física. Y, para ser honestos, Biden contribuyó a ello, con momentos que ya están circulando por todas las redes sociales y medios de comunicación. Momentos en los que Biden parecía menos agudo o atento al ritmo del debate, con deslices verbales y mostrando ciertos signos de fatiga, circunstancia que, sin apenas esfuerzos, Trump ha sabido aprovechar.

Aunque los Demócratas y quienes le dan soporte quieren remarcar la resiliencia y la capacidad de Biden para afrontar las demandas de una nueva presidencia, tras el debate, como ya indicaba, va a resultar muy difícil mantener esta argumentación, ya que han sido muchos los espectadores que, aunque están decididos a dar su voto a Joe Biden, tienen serias dudas sobre si su edad y salud podrían afectar su capacidad para servir a la nación de manera efectiva.

Por otro lado, Donald Trump ha logrado en este debate que su edad y condición física no le resten a su candidatura, ya que consiguió sacar adelante un debate con cierta energía y asertividad, proyectando a sus 78 años una imagen de vitalidad frente a Biden. De alguna manera, es como si durante el debate hubiera dejado atrás las situaciones de estrés que le generaron sus procesos legales.

2. El posible impacto en las percepciones de los votantes.

Si hay algo en lo que hay total unanimidad tras este primer debate electoral, es en cuál puede ser el impacto inmediato que puede tener en las percepciones de los votantes.

Joe Biden mantuvo la compostura durante todo el debate y ofreció un discurso político más enfocado en el detalle y las propuestas. En cambio, Donald Trump no dejó de mostrar ese estilo agresivo que tan eficaz le resulta para captar la atención de los medios.

Por su parte, Biden, con una actitud tranquila y firme, creo que solo atrajo la atención de los votantes demócratas más fieles. Aquellos que ven en él, ya no solo una cierta estabilidad de gobierno, sino la única opción para poder hacer frente a Trump. De alguna manera, no convenció a estos votantes de nada que no estuvieran ya convencidos.

En cambio, en la otra tribuna, pudimos ver a un Donald Trump enérgico y asertivo que se empeñó en reforzar su base de electorado. Aunque no tan histórico como podría haberlo sido, manejó perfectamente el manual polarizador que tan bien le funciona. Si bien es cierto que, la sensación es que las cosas pueden cambiar mucho en el próximo debate electoral, donde vamos a poder ver a un Donald Trump en estado puro y más enfocado al ataque y el descrédito de Biden. Todo ello dependerá de cómo evolucionen las encuestas a partir de este primer debate.

La gran pregunta que todos nos hacemos es si el debate va a influir significativamente o no en los votantes indecisos. Sin embargo, en lo que sí coincidimos es que las opiniones de aquellos electores que ya se inclinaban por un candidato u otro se han solidificado.

Eso sí, lo que sí quedó claro es que el debate mostró el marcado contraste entre ambos estilos de liderazgo, la fuerte polarización política que representan y ese enorme vacío que representan los votantes indecisos.

3. Surge el nombre del Michelle Obama.

En medio del debate, pero especialmente en horas posteriores, han surgido todo tipo de especulaciones sobre una posible participación de Michelle Obama en las elecciones de 2024 como una figura hipotética que podría salvar a los Demócratas tras la imagen de debilidad que Biden mostró en este primer debate.

Si bien, en ningún momento, ella no ha declarado ninguna intención de presentarse como candidata, varias encuestas la han señalado como una alternativa popular, situándola por delante de figuras tan conocidas como la actual vicepresidenta, Kamala Harris, Hillary Clinton o el gobernador de California, Gavin Newsom.

Hemos conocido una encuesta flash de la CNN tras el debate y, al preguntar a los encuestados quién creen que ha sido el ganador del debate, el 67% afirma que Donald Trump y el 33% que ha sido Joe Biden.

Cierto es que aún es pronto, pero en los próximos días, el equipo de campaña de Biden contará con datos más exactos y, mucho me temo que las noticias no van a ser muy alentadoras.

Imagino que desde hace tiempo tienen contemplado un «Plan B». La pregunta es si ese plan pasa por el nombre de Michelle Obama y su activación dependería del resultado de este primer debate electoral.

Técnicamente es posible que los Demócratas puedan sustituir al candidato. Otra cosa es que, a pocos meses de la elección, sea apropiado hacerlo.

Lo que está claro es que un candidato y un liderazgo no se improvisan, pero si hay que tomar esta medida, creo que esa persona es Michelle Obama.

Las razones son muchas. Entre ellas, destacan las siguientes:

  • Su amplia notoriedad y reconocimiento tanto entre el electorado demócrata como republicano. Goza de una gran popularidad y es conocida por ambos partidos políticos.
  • Su edad, energía y preparación la convierten en una candidata ideal para enfrentar a Donald Trump, especialmente en el segundo debate antes de las elecciones. Es joven, tiene mucha energía y está bien preparada para competir contra Trump.
  • Cuenta con el apoyo singular de su esposo y expresidente, Barack Obama. Ambos podrían trabajar juntos de manera muy efectiva en la campaña electoral en todo el país. Además, contaría con el apoyo incondicional del actual candidato, Joe Biden. De esta manera, unirían la fuerza de tres figuras destacadas contra Trump.
  • Una figura como Michelle Obama puede animar a muchos sectores de la población a participar en las elecciones y evitar así una abstención que perjudicaría a los Demócratas. Su presencia podría motivar a muchos votantes a acudir a las urnas.
  • También puede tener un gran atractivo en los estados que son cruciales para ganar estas elecciones, ya que es posible que la presidencia se decida nuevamente por un número reducido de votos. Su popularidad en estos estados clave podría ser decisiva para la victoria demócrata.

Es posible que todo esto sea solo una especulación o un deseo de algunos sectores del Partido Demócrata tras la decepción experimentada en este debate, pero lo cierto es que Michelle Obama reúne las condiciones necesarias para ser una candidata presidencial formidable.

Es una especulación que añade una capa intrigante a la dinámica electoral, lo que sugiere que su influencia podría convertirse en un factor significativo a medida que avanza la campaña. O tal vez sea solo un globo sonda que surge de las filas demócratas para ver cómo reacciona su electorado.

Hace años, en enero de 2017, hice dos publicaciones en mis redes sociales en las que planteaba la posibilidad de que, ante la falta de líderes notables en las filas demócratas, Michelle Obama podría ser esa figura en la que aquel electorado que se sentía huérfano podía apoyarse para hacer frente a las medidas que la administración de Donald Trump iba a tomar tras su victoria electoral.

Por aquel entonces, me llamó mucho la atención su último discurso como primera dama de los Estados Unidos de Norteamérica, un discurso que recomiendo volver a ver. Se trataba de toda una declaración de intenciones y creía que debíamos seguir muy de cerca su trayectoria pública porque, quizás, nos podía sorprender dando un salto significativo a la política. De hecho, planteaba que, si se daban las circunstancias, frente a al resultado obtenido por Hillary Clinton y la ausencia de líderes carismáticos en as filas demócratas, Michelle Obama podría ser la candidata que en el año 2020 podría enfrentarse a Donald Trump. Sería una campaña realmente larga y solo nos quedaba esperar a los acontecimientos.

Finalmente, esto no ocurrió, el candidato fue Joe Biden y en aquellas elecciones del 2020 logró ganar la presidencia por un margen muy pequeño de votos.

Ahora, tras el resultado de este debate electoral y de los rumores que han surgido en torno a la figura de Michelle Obama, me viene a la memoria una frase de aquellos artículos: «quizás sea ella la que va a estar llamada a rebatir la presidencia a Donald J. Trump en un futuro no muy lejano».

Sea como fuere, esta irrupción del nombre de Michelle Obama en este momento de la campaña no deja de ser un elemento disruptivo de campaña realmente interesante.

¿Y AHORA QUÉ?

Quizás, los efectos de este debate los vamos a poder ver en las próximas semanas. Sin embargo, lo que sí que nadie puede negar es que el debate presidencial del 27 de junio organizado por la CNN preparó el escenario para una carrera presidencial altamente competitiva que nos puede deparar alguna que otra sorpresa.

Más allá de que los dos candidatos expusieron sus dos visiones de país, del futuro que proponen a sus ciudadanos y al resto del mundo, en temas como la economía, la inmigración, la atención médica, el aborto o la política exterior, toda la atención se ha centrado en si son aptos o no para afrontar los requerimientos del cargo que han de desempeñar.

El mes de noviembre no está tan lejos como pudiera parecer. Será una campaña de desgaste que, sin piedad, va a potenciar las debilidades expuestas en este primer debate.

Y todo ello en un contexto de suma polarización, de posturas enfrentadas y sin puntos de encuentro, con un alto porcentaje de electorado indeciso al que no le convence ninguno de los dos candidatos y que, en caso de decidir acudir a las urnas, su voto no lo decidirá hasta la última semana o el mismo día de la elección.

Habrá que estar expectantes a los próximos pasos que ambos candidatos y sus organizaciones van a dar en los próximos días y semanas de la campaña. En especial, habrá que ver qué movimiento puede haber, si es que lo hay, en el entorno del partido Demócrata. Constatar si surge un debate en torno a la candidatura de Joe Biden y si se confirma el rumor de las últimas horas, que apunta a retirarlo de la contienda para que suba otro candidato o candidata demócrata, y si al final se confirma que es Michelle Obama.

Y, en el caso de este último supuesto, ver cómo de determinantes van a ser las edades y condiciones físicas de Biden y Trump, y si van a ser factores determinantes en la intención de voto de los electores, por encima de otras cuestiones que les afectan en su día a día.

Sea como fuere, en este primer debate, durante 90 minutos ambos candidatos dejaron de tener apoyo externo en la toma de decisiones. Ambos se mostraron ante el electorado siendo dueños de su propio autocontrol y, como suele decirse, una imagen ha valido más que mil palabras.

El debate no solo reforzó las percepciones existentes entre los partidarios de ambos candidatos, sino que también mostró las virtudes y las debilidades de ambos, que es lo que, en el fondo, los electores van a tener que votar dentro de unos meses.

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